Hay que recordar lo que fuimos para saber lo que somos

Por desgracia la Historia de nuestro país poco importa a los políticos de turno. Si permitimos esto, terminaremos sin saber qué fue España y dejaremos que el devenir de los sucesos actuales borre nuestra memoria.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Juan Sempere y Guarinos



Juan Sempere y Guarinos (Elda, actual Comunidad Valenciana, 8 de abril de 1754 - id., 18 de octubre de 1830).

Nace en Elda en 1754 en el seno de una familia acomodada de origen morisco oriunda de Villena, de donde fue expulsada. Realizó estudios de grado medio en el seminario de Orihuela y en su universidad donde obtuvo el título de Doctor en Teología y Bachiller en Cánones y Leyes. Durante sus estudios asimiló las nuevas enseñanzas del humanismo cristiano que había ayudado a extender por la zona Gregorio Mayáns y Siscar. En el tiempo de su estancia en Murcia contactó con las ideas de la Ilustración y el regalismo. Tras pasar por Valencia, recala en Madrid en su condición ya de abogado. Trabaja como secretario del marquesado de Villena y se integra en la Academia de Derecho Público de Santa Bárbara y en la Sociedad Económica Matritense. Hombre muy culto y especialmente versado en la historia de las instituciones españolas, publicó por entonces una obra fundamental para la bibliografía de la Ilustración, su Ensayo de una Biblioteca española de los mejores escritores del reinado de Carlos III. (Madrid, 1785-1789, seis vols.), que ya está en germen en el discurso con que en 1782 adicionó su traducción de las Reflexiones sobre el buen gusto de Ludovico Antonio Muratori. Fue nombrado fiscal civil de la Chancillería de Granada y en 1790 ingresó en la Real Academia de Florencia. En este tiempo se casa. En la Chancillería estuvo hasta 1812, donde mantuvo como magistrado un activo papel de reformas ilustradas que le valieron un expediente instruido por la Inquisición. En 1797 fue nombrado consejero de Hacienda. Publica sus primeras obras jurídicas sobre las chancillerías de Valladolid y Granada. Remite a Godoy un informe sobre la educación en España que le granjeará su enemistad. En 1801 comienza a publicar su obra Biblioteca Española Económico-Política que terminará en el cuarto tomo en 1821. En 1804 publica Apuntamientos para la Historia de la Jurisprudencia española que es el primer intento de realizar una Historia del derecho español. La invasión de Granada por las tropas napoleónicas le coge en la Junta de Defensa de la ciudad. Por entonces elabora las aportaciones de Granada a las Cortes de Cádiz. Sin embargo, su espíritu ilustrado le llevo a vivir una contradicción entre la defensa de la nación y los nuevos aires traídos por los invasores. Se convierte así en un afrancesado confiando en José I una renovación de la España tradicional y participando en el Tribunal Supremo josefino. En 1810 le son confiscados sus bienes por "colaboración con el gobierno intruso". No obstante, mantiene sus convicciones e ingresa en la Real Academia de la Historia. En 1812 es detenido y encarcelado. En 1814 sigue el destino de José I y se exilia en Burdeos y más tarde en París. En 1815 publica en francés Histoire des Cortes d´Espagne en la que combate a un tiempo el Romanticismo de los liberales de Cádiz y a los reaccionarios. En el Trienio liberal (1820 - 1823) la amnistía le permite regresar a España. La restauración del absolutismo por parte de Fernando VII le obligó de nuevo al exilio en París. Consigue regresar en 1826 y publica en francés su última obra, Consideraciones sobre las causas de la grandeza y decadencia de la monarquía española. Al no conseguir su rehabilitación personal, se retira a Elda donde fallecerá en 1830.

lunes, 29 de agosto de 2011

Pedro Rodríguez de Campomanes



Pedro Rodríguez de Campomanes, primer Conde de Campomanes, nació en Sorriba, en el concejo de Tineo, (Principado de Asturias) el 1 de julio de 1723 y murió en Madrid el 3 de febrero de 1802. Político, jurisconsulto y economista español. Fue nombrado Ministro de Hacienda en 1760 en el primer gobierno reformista del reinado de Carlos III dirigido por el primer ministro Conde de Floridablanca y despojado de sus cargos ante el temor que despierta en el rey Carlos IV la Revolución francesa en 1789.

Hay pocos datos sobre su biografía dado que los estudios biográficos realizados hasta la fecha son bastantes pobres. Se cree que recibió educación básica en Sevilla y que su vida estuvo volcada en la política, lo cual se puede asegurar por los numerosos cargos oficiales que desempeñó. Su pensamiento político ha sido clasificado como perteneciente al despotismo ilustrado y se opuso al monopolio gremial y de La Mesta, favoreció la expulsión de los jesuitas y la desamortización de sus bienes y promovió el comercio. De 1747 es su espléndida obra Historia sobre la Orden y Caballería de los Templarios, uno de los documentos más importantes y completos sobre la Orden del Temple, el proceso que se le siguió y la muerte en la hoguera de sus dirigentes más destacados. También discurre minuciosamente sobre el destino de los bienes templarios. Llegó a ser Ministro de Hacienda en 1760 y fue nombrado Fiscal del Consejo de Castilla en 1762 que más tarde presidió. En 1763 pasó a ser miembro de la Real Academia Española, y en 1764 obtuvo la presidencia de la Real Academia de la Historia.

En 1765 (año en el que publicaría su Tratado de la regalía de amortización) Campomanes fue nombrado Presidente del consejo de Mesta. En 1775 se constituye, a iniciativa de Campomanes, la Real Sociedad Económica de Madrid.1 Las Sociedades Económicas de Amigos del País, fundadas en el espíritu de la ilustración pretendían promover el desarrollo y la difusión de la cultura a todos los ciudadanos. En 1780 recibió el título de conde de Campomanes, según una ley que permitía acceder a la nobleza a personas influyentes aunque sin tradición heráldica. En 1786, fue nombrado Presidente del Consejo de Castilla y en 1789 llegó a ser Presidente de las Cortes. A su muerte se procedió a realizar un inventario de su biblioteca, el cual reveló el interés de Campomanes en los temas relativos al continente europeo, y el conocimiento de la realidad política y social de su época.

sábado, 27 de agosto de 2011

Simón de Anda y Salazar



Jurisconsulto, gobernador de Manila. Nació el 28 de octubre de 1709, en Subijana, Álava. Viste el hábito de Santo Domingo pero lo abandona y se doctora en leyes en la universidad de Alcalá. Descuella en Madrid como jurista y es nombrado, en 1761 presidente de la Audiencia de Manila. En 1763, el general inglés Dropper con dos mil trescientos hombres toma Manila, siendo gobernador interino el arzobispo don Manuel Antonio Rojo. Al ocurrir esto, el magistrado se encontraba en Bucalán. El rey Carlos III lo nombra entonces Capitán General de las Islas Filipinas. Forma un pequeño ejército y reconquista Manila. En 1764, firmada la paz, los ingleses se retiran de Filipinas. Simón de Anda vuelve a la península y es nombrado consejero de Castilla. El texto del decreto reconoce sus méritos y dice así: «En atención a la acertada conducción con que D. Simón de Anda y Salazar ha desempeñado la Comandancia General de las islas Filipinas, y representación de la Audiencia que se unieron a él desde la rendición de Manila, debiendo a sus providencias la conservación en mi Real Dominio del restante de aquellas islas, he venido a concederle la Plaza de Consejero vacante, por muerte de D. Isidro GiI Jaz. Aranjuez, 3 de mayo de 1765». En el año 1770, gobernador de Filipinas, fortifica Manila contra los piratas y emprende la renovación de las leyes. La que atañía a los curatos que ejercían los frailes levantó muchas protestas ya que desterró a algunos de éllos. Acompañó al arzobispo en su visita diocesana para hacer cumplir su mandato. Falleció durante este viaje, en el convento de los padres recoletos. Sus restos se conservan en la catedral de Manila, detrás del altar mayor.

Sobre su vertiente de científico ilustrado recoge A. Goikoetxea Marcaida en su La botánica y los naturalistas en la Ilustración vasca (R.S.B.A.P., Colección Ilustración Vasca, t I, 1990):

"Posteriormente otro Gobernador de Filipinas, el alavés Simón de Anda Salazar, presentó al Rey en 1769, bellotas de "Bongas", utilizadas por los chinos en tintorería, con las cuales se hicieron experiencias en las Reales Fábricas de Tejidos de Guadalajara, Valencia y Talavera. Las pruebas realizadas en Madrid por el tintorero Cristóbal Sedeño fueron muy favorables, pues según el informe de este artesano, "era mejor que la agalla de Alepo y el dividibi, porque da mucho más cuerpo a la tintura y más consistencia al género que se tiñe". El ministro Miguel de Múzquiz se interesó por estos trabajos y pidió a Filipinas más ejemplares de este producto.

Simón de Anda había nacido en Subijana (Alava) en 1709 y se doctoró en leyes en la Universidad de Alcalá. Durante su estancia en Manila se interesó en recoger materiales relacionados con la historia natural de aquellas islas. Después del fallecimiento de D. Simón, un familiar suyo, Juan Francisco de Anda, envió en 1777 a Franco Dávila, director del Real Gabinete de Historia Natural, tres cajones con abundantes objetos pertenecientes, principalmente, a la fauna marina, caracoles, conchas y otras especies, relacionadas todas ellas con la malacología."

jueves, 25 de agosto de 2011

Manuel de Amat y Juniet



Manuel de Amat y Juniet Planella Aymerich y Santa Pau1 , en catalán Manuel d'Amat i de Junyent (Vacarisas, Barcelona, 1704 — Barcelona, 1782) II Marqués de Castellbell fue un militar y administrador colonial español. Gobernador de Chile (1755-1761) y Virrey del Perú (1761-1776) . Nació en el seno de una aristocrática familia española. Hijo de Josep de Amat y de Planella (primer marqués de Castellbell) y de Mariana de Junyent y de Verges (hija del primer marqués de Castellmeià). Demostró tener dotes castrenses desde muy joven, participando ya en 1719 en acciones bélicas contra los franceses en Aragón. A los 17 años ingresó en la Orden de Malta y marchó a la isla como caballero permaneciendo en ella cuatro años. Sirvió en las guerras de África y por ello obtuvo el mando del Regimiento de los Dragones de Sagunto. Se destacó en la batalla de Bitonto (Reino de Nápoles, 25 de mayo de 1734) con el contingente que al mando del conde de Montemar derrotó a las tropas austríacas de Visconti y Traun, en la guerra de sucesión de Polonia y sobresalió en el asedio de Gaeta (1734). En su carrera militar llegó a alcanzar el grado de mariscal de campo.

Pasó a América cuando en 1755 fue nombrado Gobernador y Presidente de la Real Audiencia de Chile. Recorrió todo el país y mandó construir varias fortificaciones en la costa y en la frontera mapuche (por ejemplo, Santa Bárbara) y fundó poblaciones junto a ellas como Talcamávida, Hualqui y Nacimiento. Convocó parlamentos con los mapuches, primero en el Salto del Laja (1758) y después en Santiago (febrero de 1760), con el fin de garantizar la seguridad de las comunicaciones entre Concepción y Chiloé, pero finalmente sólo consiguió un acuerdo parcial. En Santiago emprendió importantes obras públicas y tareas administrativas, como la prolongación de los tajamares del río Mapocho, un mercado en la Plaza de Armas, la reestructuración de la Real Universidad de San Felipe (1757), y la organización, el 12 de octubre de 1758, del primer cuerpo de policía chileno, el cual se llamó "Dragones de la Reina", denominación que mantuvo hasta 1812 cuando pasó a llamarse "Dragones de Chile". Pidió que se le hiciera un Juicio de Residencia, del cual salió favorecido.

Sucedió como Virrey del Perú en 1761 a José Antonio Manso de Velasco, conde de Superunda, que había gobernado desde 1745. Fue reemplazado en 1776 por Manuel de Guirior, marqués de Guirior. Durante su período de gobierno al frente del Virreinato del Perú hizo varias obras de infraestructura en Lima: la Alameda de Acho (1773)2 como reconstrucción del paseo de la Alameda de los Descalzos, la Plaza de Acho, la Quinta Presa, la Fortificación de la fortaleza del "Real Felipe", la Torre de la Iglesia de Santo Domingo y el Paseo de Aguas en el actual distrito del Rímac. La tradición dice que dicha obra la hizo en honor a su amante Micaela Villegas, más conocida como La Perricholi. Entre las casonas que, según tradiciones orales y leyendas urbanas, tuvo como propiedad está la Quinta del Prado3 , una señorial vivienda del Jr. Trujillo4 , entre otras. Teniendo conocimiento de los descubrimientos de James Cook en la Polinesia, organizó tres expediciones a las Islas de la Sociedad. Patrocinó la construcción de la nueva Iglesia de Las Nazarenas, la misma que inauguró en enero de 1771. Su gobierno fue favorable a la corona en cuanto que aumentó considerablemente las remesas a Madrid. En 1776 fue cesado como Virrey del Perú, siendo su sucesor Manuel de Guirior.


En 1776 regresó a Barcelona y mandó construir un suntuoso palacio en La Rambla, luego conoció a Maria Francesca de Fiveller y de Bru, con quien se casó el 3 de junio de 1779; la boda se celebró por poderes, ya que el novio estaba en Madrid5 . El 14 de febrero de 1782 murió el virrey y dejó a su mujer y a su sobrino, Antonio de Amat y Rocabertí como herederos; la viuda residió en el palacio hasta 1791, por lo cual se lo conoce como el Palau de la Virreina.

martes, 23 de agosto de 2011

Felipe González Ahedo


Felipe González Ahedo, también llamado Felipe González de Ahedo o Felipe González Haedo (Santoña, Cantabria, 1714 - Cádiz, 1802), fue un oficial de la Armada y cartógrafo español. Participó en la campaña de Nápoles y en la Guerra de la Oreja de Jenkins, en la que se distinguió por su valor en la Batalla de Cartagena de Indias. Es principalmente conocido por ser el primero en cartografiar la isla de Pascua y por tomar posesión de la misma en nombre del Rey de España Carlos III y rebautizarla como isla de San Carlos en honor del monarca. Este fue el segundo contacto documentado de los europeos con los nativos de la isla de Pascua, tras el primer avistamiento en 1722 por parte del marino holandés Jakob Roggeveen. Posteriormente tomó parte en diversas acciones de combate contra Inglaterra durante la Guerra de Independencia Estadounidense y capitaneó varias naves corsarias. Acabó sus días en Cádiz, tras alcanzar el cargo de Jefe de Escuadra.

Felipe González Ahedo fue bautizado en la iglesia parroquial de Santa María la Real de la villa de Santoña el 13 de mayo de 1714. Hijo de José González de Haedo y María Pérez, ambos nacidos en Santoña, de ascendencia hidalga, y casados en Santoña en 1709. Su padre José, Teniente de Navío de Alto Bordo de la Armada fue Regidor en 1724 y Alcalde de Justicia ordinaria en 1739. Sus abuelos fueron José González Delgado y María de Haedo Pumarejo, por parte paterna, y Francisco Pérez del Camino y Manuela de Haedo por parte materna, todos ellos nacidos en Santoña. Felipe tuvo al menos otros dos hermanos, Antonio y Nicolás González Ahedo, ambos oficiales de la Armada. Posteriormente, en Cádiz, se casó con su sobrina María Sarroa González, con quien tuvo tres hijos: María Luisa, José y Manuel. Los dos varones siguieron los pasos de su padre e ingresaron en la Armada Española, mientras que su hija acabó casándose con otro oficial de la Armada, consolidando totalmente la tradición marinera de la familia. Con tan sólo 13 años comienza su servicio en la Armada, ejerciendo de ayudante de Piloto en la urca San Bernardo, capitaneada por su padre que en aquel entonces ostentaba el rango de Teniente de Fragata, en 1727. A bordo de la San Bernardo realizó un corto viaje, tocando los puertos de Santander, Pasajes y La Coruña.

Por fin, en 1728, embarcado en el San Francisco Javier parte rumbo a La Habana, en el que sería su primer gran viaje, aunque ese mismo año regresa a España. En 1729 parte hacia Cádiz embarcado en el navío Santiago. En 1730 parte en un trayecto que duraría 2 años hacia Cartagena de Indias a bordo de la fragata Aránzazu. Finalmente regresa a Cádiz a bordo del navío Constante, tras varios viajes a través del Caribe. En 1732 es destinado al navío San Isidro que viajaría de Cádiz a Ferrol quedando en esta ciudad gallega desembarcado. El 23 de marzo de 1733 es ascendido a segundo Piloto y en el mes de mayo del mismo año se le destina al paquebote San Diego, que haría la campaña de Nápoles para regresar en 1734 a Cádiz, tras haber participado en diversas misiones de combate. Dada la gran experiencia acumulada, a pesar de su juventud, el 24 de julio de ese mismo año asciende a primer Piloto y es destinado al paquebote Marte, donde toma parte en varias misiones de escolta hasta que en agosto de 1735 regresa nuevamente a Cádiz. En 1736 viaja a Veracruz embarcado en el navío Incendio, y en 1737 regresa a España integrado en la flota de Manuel López Pintado, Marqués de Torre Blanca. En abril de 1738, a bordo del navío Europa y a las órdenes de Benito Antonio Espínola parte rumbo a Puerto Rico, donde es transbordado, en junio de ese mismo año al navío San Juan, capitaneado por el comandante José Herrera, recalando en los puertos de Ocoa y Veracruz. Desde Veracruz parte, a bordo de la fragata San Jorge rumbo a La Habana. Finalmente, con una enorme experiencia en navegación y en guerra naval, en septiembre de 1738 se le envía a bordo del navío Dragón a Cartagena de Indias, para participar en su defensa ante los ataques ingleses durante la inminente Guerra de la Oreja de Jenkins.

En octubre de 1739 Inglaterra declara la guerra a España tras un incidente entre un guardacostas español y un contrabandista inglés, en el que el capitán español, Julio León Fandiño cercenó una oreja al capitán inglés Robert Jenkins. Este incidente, poco significativo en sí mismo, supuso una excusa para que Inglaterra tratase de arrebatar a España sus posesiones americanas, para hacerse así con el monopolio del comercio entre Europa y América. El mando de las operaciones navales inglesas se asignó al Almirante Sir Edward Vernon, que en noviembre de 1739 atacó y saqueó la plaza española de Portobelo. En 1741 Vernon partió de Jamaica al mando de una flota de 186 naves y 27.600 hombres con la intención de tomar al asalto el principal puerto comercial español en el Virreinato de Nueva Granada, Cartagena de Indias, que estaba en aquel momento defendida por tan solo 3.000 soldados y marinos españoles, 600 arqueros indios y 6 buques. Tras hundirse los 6 buques por orden de Lezo para bloquear las entradas al puerto, los marinos fueron destinados a posiciones terrestres. A González de Ahedo se le asignó el mando del fuerte de San Pedro, participando de forma heróica en el rechazo del asalto inglés al castillo de San Lázaro. El 23 de marzo Ahedo es ascendido a Alférez de Navío por el valor demostrado en esta acción de guerra.

La batalla duró del 13 de marzo al 23 de mayo de 1741, periodo durante el cual ambos contendientes tuvieron que soportar unas durísimas condiciones de vida, incluyendo una epidemia de fiebre amarilla. Tras todo tipo de enfrentamientos, entre los que se cuentan asaltos nocturnos a la bayoneta por parte de los españoles, y ante la debacle de las tropas inglesas, el Almirante Vernon ordena la retirada habiendo perdido 50 barcos y unos 10.000 hombres. Los españoles por su parte perdieron unos 800 hombres. La Batalla de Cartagena de Indias supuso, junto con la de la Contraarmada en 1589, la peor derrota de la historia de la Royal Navy.

A finales de la década de 1760, las distintas noticias acerca de los derroteros de naves extranjeras a través de zonas de dominio español como el estrecho de Magallanes, los avistamientos de piratas y contrabandistas así como la recalada por motivos de urgencia en las costas del Perú del buque francés Saint-Jean Baptiste provocaron muchas preocupaciónes al entonces virrey del Perú, Manuel de Amat y Juniet. Esto lo llevó a organizar una expedición de exploración y reconocimiento con dos objetivos principales: Tratar de encontrar y reconocer las islas de Davis o David y de Luján, así como la de Madre de Dios por una parte, y por otra, comprobar si había asentamientos o tropas extranjeras en las zonas del sur de Chile o en cualquiera de las islas antes mencionadas. La expedición, al mando de González Ahedo partió de El Callao el 10 de octubre de 1770 y estaba compuesta por el navío San Lorenzo, capitaneado por el propio González Ahedo, y por la fragata Santa Rosalía, capitaneada por Antonio Domonte. Ambos barcos sumaban una tripulación de más de 500 hombres. Según los datos de navegación, tras superar los 280º del meridiano de Tenerife (96º de longitud oeste de Greenwich) continuaron el viaje manteniéndose en los 27º de latitud sur.1 Finalmente, llegaron a la isla de Pascua, que ellos identificaron erróneamente con la isla de Davis, el 15 de noviembre de 1770. Aunque los españoles no lo sabían, esta era la segunda vez que un europeo había visto la Isla de Pascua, ya que como posteriormente averiguaron, había sido encontrada de forma fortuita por el holandés Jakob Roggeveen 48 años antes. Durante los cinco días posteriores, circunnavegaron la isla con dos lanchas, investigando y cartografiando a fondo la costa, así como dando nombres españoles a los accidentes geográficos más relevantes. De todos aquellos nombres, el único que se conserva en las cartas de navegación actuales es el de Punta Rosalía, nombrada como uno de los barcos de la expedición. Se trazaron los planos de la isla, siendo éstos los primeros que se hacían de Pascua, y apareciendo en ellos los primeros dibujos de los moáis. Posteriormente, estos planos serían utilizados por otros exploradores europeos que visitaron la isla, como James Cook (en 1774) o Jean-François de La Pérouse (en 1786). También se adentraron en la isla, estableciendo una relación cordial con sus habitantes y estudiando el terreno, los cultivos, la fauna y las costumbres de los nativos. Finalmente, el 20 de noviembre de 1770, tras el levantamiento del acta correspondiente por parte del contador del navío, Antonio Romero, acordaron con los jefes locales la anexión de la isla a la Corona Española y la bautizaron como isla de San Carlos en honor al entonces rey de España, Carlos III. Se llevó a cabo la correspondiente ceremonia en la parte noreste de la isla donde se izaron tres cruces de madera en la parte superior de tres pequeñas colinas en el volcán Poike. Tras esto abandonaron la isla y partieron en búsqueda de las supuestas islas indicadas por algunas cartas marinas al oeste de Pascua. Al no encontrar nada en esa zona del Pacífico decidieron poner de nuevo rumbo a Chile. Tras arribar a Chiloé, Ahedo fue informado por el gobernador de la región, Carlos Berenguer, que el sur de Chile ya había sido reconocido y no se habían encontrado indicios de presencia de colonos o tropas extranjeros, por lo que Ahedo dió la orden de regresar a El Callao desviándose hacia el oeste y divisando de nuevo la isla de Pascua. Finalmente arribaron al Perú el 29 de marzo de 1771, donde informaron de la isla como en gran parte sin cultivar, y con una costa bordeada con enormes estatuas de piedra. Según los cálculos de los pilotos, la expedición había recorrido en total 4.177 leguas es decir, unos 23.400 kilómetros.


domingo, 21 de agosto de 2011

Antonio Sancho Dávila de Toledo y Colonna



Antonio Sancho Dávila y Toledo Colonna (Madrid, 15 de enero de 1590 - id. 25 de agosto de 1666), III marqués de Velada y I de San Román, grande de España, militar, diplomático y hombre de estado español. Sirvió en las campañas militares del norte de África y en la guerra de Flandes y fue gobernador del Milanesado.

Fue el único hijo varón de don Gómez Dávila, II marqués de Velada, y de Ana de Toledo Colonna. En su bautizo fue apadrinado por el príncipe Felipe, pupilo de su padre, y por su tía Vittoria Colonna, condesa de Melgar. En su infancia sirvió como menino y bracero a la reina Margarita de Austria y posteriormente como gentilhombre de cámara a Felipe IV. En 1614, con motivo de su boda con Constanza Osorio, Felipe III le concedió el marquesado de San Román. En 1616 recibió el hábito de la Orden de Calatrava, de la que fue comendador de Manzanares.
En 1625 fue enviado al norte de África como gobernador y capitán general de las plazas de Orán, Mazalquivir y Tremecén, donde permaneció hasta 1628. Al año siguiente se le confirió el mando de una flota destinada a recuperar la plaza de San Jorge de Elmina, en Guinea, aunque esta expedición no llegó a llevarse a cabo. Posteriormente, con el rango de capitán general de mar y tierra, se le encargó la dirección de una armada que debería expulsar a los holandeses de sus asentamientos en la costa de Brasil; durante los preparativos de esta armada se le ordenó partir a Portugal, en sustitución del conde de Fuentes, pero esta misión tampoco llegó a concretarse.
En 1636 fue destinado a los Países Bajos españoles, en aquella época inmersos en la guerra de Flandes, en la que las fuerzas de las Provincias Unidas dirigidas por el estatúder Federico Enrique de Orange-Nassau se enfrentaban a los tercios españoles del gobernador de los Países Bajos Fernando de Austria. Con el cargo de maestre de campo general, Dávila participó en varias batallas. En 1640, junto al boloñés Virgilio Malvezzi, fue enviado como embajador extraordinario a Londres en apoyo de Alonso de Cárdenas, con la misión de pactar una alianza con Carlos I de Inglaterra. Las intenciones españolas eran las de evitar una alianza de Inglaterra con Francia (enfrentada a España en la guerra franco-española) y con las Provincias Unidas, impidiendo además la boda de Guillermo II de Orange-Nassau con María Enriqueta Estuardo. La misión diplomática fracasaría, y Dávila volvió a los Países Bajos en marzo de 1641. De regreso en los Países Bajos, y tras la muerte del cardenal infante y su sucesión por el nuevo gobernador Francisco de Melo, tomó parte en la batalla de Honnecourt como general de caballería. [editar] Gobernador de Milán En 1643 fue nombrado gobernador del ducado de Milán, en cuyo cargo rechazó el ataque que Tomás de Saboya y su hermano Mauricio llevaron a cabo. [editar] Regreso a España En 1646 dejó el gobierno de Milán y volvió a España, donde al año siguiente ocupó el cargo de consejero de estado de Felipe IV. En diciembre de 1653 tomó la presidencia del Consejo de Órdenes interinamente durante la ausencia del titular Gaspar de Bracamonte Guzmán. Posteriormente sería nombrado gobernador del Consejo Supremo de Italia y presidente del de Flandes.

viernes, 19 de agosto de 2011

La Batalla de Alcántara



La batalla de Alcántara tuvo lugar el 25 de agosto de 1580 en la freguesía de Alcântara, cerca de Lisboa (Portugal). El ejército español bajo el mando del III Duque de Alba Fernando Álvarez de Toledo derrotó a las tropas portuguesas de Antonio I de Portugal, prior de Crato. La victoria española le supuso al rey Felipe II de España, poder ser reconocido rey de Portugal, en una unión dinástica con los demás reinos hispánicos, que se prolongaría hasta 1640.

Tras la muerte del rey Sebastián I de Portugal en la batalla de Alcazarquivir de 1578 sin herederos directos que le sucedieran, el trono de Portugal fue ocupado por su tío-abuelo el cardenal Enrique I el Casto. A la muerte de éste en enero de 1580, también sin herederos, sobrevino una crisis sucesoria en el país; mientras la regencia provisional del reino era asumida por un consejo de cinco gobernadores, la titularidad del trono fue disputada entre varios pretendientes, que según la antigua costumbre feudal tenían la siguiente preferencia:
- Ranuccio I Farnesio de Parma, de 11 años, (hijo de María, primogénita de Eduardo de Avis, el hijo menor de Manuel I),
- Catalina, duquesa de Braganza y sus hijos (segunda hija de Eduardo de Avis, la hermana pequeña de María), casada con Juan I,Felipe II de España y sus descendientes (hijo de Isabel de Avis, la hija mayor de Manuel I)
- María de Habsburgo, emperatriz del Sacro Imperio, y sus hijos (hija de Isabel de Avis y hermana de Felipe)
- Manuel Filiberto de Saboya y sus hijos (hijo de Beatriz de Portugal, la hija pequeña de Manuel I de Portugal),
- Juan I, duque de Braganza e hijos (nieto de Isabel de Avis, la hija pequeña de Manuel I y casado con Catalina)
- El infante don Antonio, prior de Crato, era nieto por vía masculina de Manuel I, pero hijo ilegítimo de Luis de Avis.
Las reclamaciones al trono del joven Ranuccio no fueron tramitadas convenientemente, en un intento de su padre Alejandro Farnesio por no indisponerse compitiendo con su señor, el rey de España; la condición femenina de Catalina fue un obstáculo insalvable para su ascenso al trono; Felipe II, ante las objeciones portuguesas por su condición de extranjero, decidió ocupar militarmente el país.
El 20 de junio de 1580 Antonio I de Portugal se autoproclamó rey en Santarém, con el apoyo popular.1 Inmediatamente comenzó a reclutar soldados para el ejército que habría de enfrentarse a los españoles, marchando hacia Lisboa.

En junio de 1580 el ejército español reunido por Felipe II en Badajoz entró en Portugal por Elvas, 35.000 hombres bajo el mando de Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba. Su hijo Fernando de Toledo, le acompañaba como su lugarteniente; Francés de Álava era general de la artillería con 22 piezas y Sancho Dávila era el maestre de campo general. Al mismo tiempo en Cádiz se formó una flota de 64 galeras, 21 naos y 9 fragatas, además de 63 chalupas, cuyo mando se encomendó a Álvaro de Bazán. Durante las semanas siguientes el ejército español avanzó en dirección a Lisboa, venciendo la escasa resistencia de las ciudades que encontraron por el camino. A finales de julio llegaron a Setúbal, donde embarcaron en las naves que llegadas de España les conducirían a Cascais, 25 km al oeste de Lisboa.

Las fuerzas españolas contaban con 18.000 hombres y 1.800 jinetes, pues los restantes se habían quedado repartidos en el camino asegurando las plazas tomadas.

El ejército portugués estaba formado por 25.000 de infantería y 2.500 de caballería, entre los cuales la mayoría eran hombres reclutados con prisa entre los campesinos y milicianos voluntarios. Francisco de Portugal, conde de Bimioso, era general de estas fuerzas junto con su tío Juan de Portugal, obispo de la Guarda. Diego López de Sequeira era general de las galeras; de las naos y galeones lo era Gaspar Brito. Los dos ejércitos se encontraron a ambos lados del río Alcántara, a unos 10 km al oeste de Lisboa. Los españoles, llegando desde el oeste, ocuparon la margen derecha del río, que a pesar de bajar seco por lo caluroso de la estación, suponía un obstáculo por lo empinado de sus taludes. La batalla se inició con un intenso fuego de artillería por ambos bandos; los tercios españoles, tras dos intentos fallidos, consiguieron cruzar el río por el puente de Alcántara, cerca de la desembocadura, mientras Sancho Dávila con sus fuerzas conseguía atravesarlo río arriba. En el breve combate que siguió, las experimentadas tropas del duque de Alba derrotaron a las portuguesas de don Antonio, obligándolas a retirarse en dirección a Lisboa. Don Antonio conseguiría escapar hacia el norte, en dirección a Coímbra y Oporto, acosado por Sancho Dávila.
Vencida la resistencia del último pretendiente al trono y ocupado militarmente el país, el 25 de marzo de 1581 Felipe II sería coronado rey, reconocido por las Cortes de Tomar, con el nombre de Felipe I de Portugal. Este sería el comienzo de un periodo en el que Portugal junto con los demás reinos hispánicos compartieron el mismo monarca en una unión dinástica aeque principaliter hasta 1640.



miércoles, 17 de agosto de 2011

Valentín Ferraz y Barrau



Valentín Ferraz y Barrau (Anciles, Huesca, 14 de febrero de 1792- El Escorial, Madrid, 31 de agosto de 1866) fue un militar y político español, que ocupó importantes cargos en la España isabelina, incluida la presidencia del Consejo de Ministros. Nació en una familia noble, documentada en el Valle de Benasque, Huesca, desde el siglo XII, a la que han pertenecido ilustres clérigos, políticos, juristas y militares. Era sobrino de Antonio Cornel y Ferraz, ministro de la Guerra de Carlos IV; y primo hermano de José Ferraz y Cornel, ministro de Hacienda en 1840, y de Francisco Javier Ferraz y Cornel, teniente general y presidente del Tribunal Supremo de Guerra y Marina.En 1808 sentó plaza como cadete en el Regimiento de Dragones del Rey al comienzo del Segundo Sitio de la ciudad de Zaragoza, durante la invasión napoleónica, fue hecho prisionero tras la rendición de la plaza luego de dos meses de feroces combates en las calles de la ciudad, logró sin embargo fugar y reintegrarse al ejército español lo que le valió el ascenso a alférez en 1809. Ese mismo año hizó la campaña de Valencia, amenazada por el ejército francés del mariscal Louis Gabriel Suchet, tomó parte en los constantes combates y escaramuzas que se sucedieron hasta la caida de la plaza de Valencia, sin embargo la retirada de la mayor parte de las tropas francesas para la campaña de Rusia y la ofensiva de Wellington desde Portugal, permitieron a los aliados expulsar a los franceses de España, encontrándose el regimiento de Ferraz en los campos de la Mancha donde tuvo ocasión de distinguirse en los combates que precedieron a la expulsión francesa y la firma de la paz. Finalizada la contienda con el grado de teniente, solicitó destino en América donde los ejércitos reales se enfrentaban a los independentistas.

En 1815 Ferráz fue destinado al regimiento Cazadores del Rey, el cual había sido destinado al Depósito de Ultramar y debía partir para el Perú con el objeto de formar la escolta del nuevo General en Jefe del Ejército del Alto Perú, el brigadier José de la Serna, en cuya compañia se embarcó en Cádiz el 8 de mayo de 1816 a bordo de la fragata La Venganza. Ascendido a capitán y al mando de 4 oficiales y 46 soldados de su regimiento desembarcó en el puerto peruano de Arica el 8 de septiembre del mismo año de donde tras reunir los caballos y suministros necesarios para la campaña pasó al frente de guerra altoperuano para reunirse con el ejército real en su cuartel de Cotagaita, sobre la base de esta tropa europea sería creado en 1817 el escuadrón de Granaderos de la Guardia con una fuerza original de 78 hombres de la que Ferraz era jefe y a cuyo mando hizo las campañas de Tarija, Jujuy y Salta, recuperando los territorios que habían sido ocupados por los independentistas argentinos. El buen desempeño del cuerpo de Ferraz haría que este dejara de ser uno de escolta para convertirse en un regimiento de línea que llegó a tener cuatro escuadrones y dos compañías de batidores y tiradores con un total de 600 hombres. De los granaderos de la guardia, por su instrucción, brillantez y disciplina, decía el general Juan Ramírez Orozco "tal vez habrá muy pocos en la Península", mientras que Baldomero Espartero iba más alla y señalaba que "no cedía en nada los mejores de Europa". Tales elogios provenientes de dos veteranos oficiales europeos evidencian las dotes de Ferraz como oficial de caballería y su disposición para el mando.1 Con motivo de la invasión del general San Martín al corazón del virreinato peruano en 1820, los granaderos de Ferraz abandonaron el Alto Perú para dirigirse a Lima, durante el trayecto tuvieron que atravesar 700 leguas muchas veces por provincias sublevadas como Huamanga, Huancavelica y Tarma, sufriendo el constante acaso de las guerrillas y montoneras locales; reincorporado al ejército del bajo Perú el ya comandante Ferraz tuvo ocasión de distinguirse en la incursión que el general Canterac dirigió sobre la sitiada fortaleza del Callao y en los demás hechos de armas que tuvieron lugar esos años durante los cuales ascendió a Brigadier. En septiembre de 1823 el virrey la Serna lo nombró Comandante General de la Caballería del Ejército del Sur, conservando además el mando de su regimiento. El más significativo hecho de armas que protagonizaría sería el combate de Arequipa donde al mando de sus granaderos, Ferraz derrotó a la caballería independentista superior en número y mandada por experimentados oficiales europeos veteranos ambos de la guerras napoleónicas, el francés Pedro Benigno Raulet y el inglés Guillermo Miller. Este combate no solo permitió la recuperación de la importante plaza de Arequipa sino que también reanimó al resto de la caballería realista que se encontraba desmoralizada tras haber sido batida en la batalla de Zepita por los húsares de la Legión Peruana. Por esta intervención Ferraz recibiría años más tarde la más preciada de las condecoraciones militares españolas: la Laureada de San Fernando. EL regimiento de Ferraz no tendría sin embargo la oportunidad de participar en la importante batalla de caballerías ocurrida a orillas del lago Junín, esto debido a que la sublevación del ejército altoperuano de Olañeta obligó al virrey a mandar contra él al ejército del sur al mando de Valdés, tras sangrientos combates en los cuales el regimiento de Ferraz fue diezmado, la campaña hubo de ser abandonada para volver al Cusco donde el virrey reunía a su ejército para la lucha final contra Sucre. El 9 de diciembre de 1824 el bri8gadier Ferraz comandó a la caballería realista en la batalla de Ayacucho, la carga que realizó y en la cual fue muerto de un disparo el caballo que montaba no logró impedir la derrota y dispersión del ejército del virrey, debío la vida a un soldado indígena2 de su regimiento que en medio de la precipitada retirada y bajo el fuego enemigo le cedió su montura, permitiéndole retirarse del campo. Comprendido en la capitulación de Ayacucho se embarcó para la península poco después, le acompañaban unos pocos subalternos con los que había llegado al Perú 9 años atrás.
Regresó a España en 1825, impulsando su carrera profesional a la sombra del general Baldomero Espartero hasta las más altas instituciones, fiel siempre a sus ideas liberales: teniente general de los Ejércitos, director general del arma de Caballería, inspector general de la Milicia Nacional, vocal de las juntas consultivas de Guerra y Ultramar, diputado y senador del Reino por la provincia de Huesca, alcalde de Madrid, ministro de la Guerra en cuatro ocasiones y presidente del Consejo de Ministros en las últimas semanas de la regencia de María Cristina de Borbón. Especialmente reseñable es el periodo en que estuvo al frente de la Dirección General de Caballería. Su tarea en este período fue una auténtica demostración de iniciativa, actividad y dotes de mando, circunstancia que, unida a la creación de una academia estable para el Arma en Alcalá de Henares, le ha hecho merecedor del sobrenombre de Regenerador de la Caballería española. En 1865, un año antes de su fallecimiento, la madrileña calle de San Marcial, comprendida entre la plaza de España y el paseo de Moret, pasó a denominarse Valentín Ferraz, nombre que mantiene en la actualidad. En su número 70 moriría en 1925 el fundador del Partido Socialista Obrero Español, Pablo Iglesias, edificio donde tiene hoy su sede principal la formación política y motivo por el cual el apellido de Valentín ha hecho marquismo en la opinión pública y los medios de comunicación.


lunes, 15 de agosto de 2011

Félix Arenas Gaspar



Nació en Puerto Rico en 1892, hijo de un capitán de artillería del mismo nombre destinado en la isla. Poco tiempo después volvía a Molina de Aragón de donde procedía. Allí vivió su infancia y su juventud hasta que en 1906, con catorce años, ingresa en la Academia de Ingenieros de Guadalajara. A los dieciocho años es promovido a teniente. Su servicio como teniente lo hizo en el Servicio de Aerostación y en los Talleres del Material de Ingenieros de Guadalajara, hasta octubre de 1913 en que fue enviado temporalmente con las tropas al Norte de África, agregado a la compañía de Aerostación en Tetuán, a continuar luchando en la guerra del Rif. Con veintiún años asciende a capitán. De 1914 a 1917 estuvo como alumno en la Escuela Superior de Guerra, de donde salió en 1917 después de terminar sus estudios, continuando posteriormente las prácticas reglamentarias en el Regimiento de Caballería de guarnición en Valencia. Alcanzó el empleo de Capitán de Ingenieros en 1915, siendo alumno de la Escuela. En 1919 es destinado a la Comandancia de Ingenieros de Melilla, al mando de la 2ª Compañía de Zapadores, con la que realizó numerosos trabajos de fortificación de Campaña. En noviembre de 1920 toma el mando de la Compañía de Telégrafos de la Red Permanente de Melilla y su territorio. De acuerdo con su nueva responsabilidad, realizaba numerosas visitas de inspección, en algunos casos bajo fuego enemigo, de las instalaciones a su cargo en las distintas posiciones. Cuando se produjo el derrumbe de la Comandancia de Melilla el 23 de julio de 1921, el capitán Arenas se encontraba en el lugar e inmediatamente marchó con el teniente coronel Ugarte en dirección a Dar Dríus. Al llegar a Batel encontraron un escuadrón del Regimiento de Cazadores Alcántara número 10, que venía en retirada e informaba a todo el que pretendía incorporarse a Dar Dríus que el camino estaba cortado por el enemigo. Arenas y Aguirre dejaron su automóvil incorporado a una columna de camiones llenos de heridos que regresaba a Melilla, y prosiguieron su camino a caballo en dirección a Monte Arruit. En el camino encontró a un sargento de Infantería herido en una pierna al que no conocía; Arenas le cedió su caballo y él se volvió a la posición de Tistutin. Allí tomó el mando de la posición y trabajó con gran actividad, no solo en la defensa de la misma, sino tratando de restablecer el enlace telegráfico con Monte Arruit. El viernes 29 de julio el general Navarro ordenó la retirada de las tropas españolas a Monte Arruit. El capitán Arenas solicitó voluntariamente el mando del núcleo de retaguardia, formado por unos 200 hombres. Finalizada la evacuación del grueso de la columna en retirada, el capitán Arenas inicia la contención del enemigo. Arenas dirigió con serenidad las operaciones de retirada hacia el valle, siempre en el puesto de mayor peligro, y logró que la columna entrara en Monte Arruit, sosteniendo una dura lucha contra un enemigo muy numeroso y dirigiendo un fuego metódico y disciplinado contra los rifeños. La mayor parte de las tropas de la retaguardia cayeron muertos, heridos o prisioneros, pero lograron contener al enemigo hasta que el grueso de la columna se acogió en Monte Arruit. Muy cerca de esta posición, y prácticamente encima del grueso, los miembros de la retaguardia quedaron rodeados por el enemigo. El capitán Arenas se tiene que defender con su propio fusil. La lucha se generaliza, pues se combatía por los cuatro frentes. El alférez Maroto cayó herido, el capitán Aguirre se lo cargó al hombro y logró entrar en Monte Arruit con el resto de su tropa. Detrás quedó el capitán Arenas. La batería del capitán Blanco está a punto de ser tomada por el enemigo. Blanco pretende defender los cañones, pero sus soldados le arrollan. De pronto surgió el capitán Arenas, dispuesto a defender los cañones a toda costa. El capitán los defiende desesperadamente. Los rifeños detuvieron su paso un momento, admirados por el valor del oficial, hasta que uno de ellos le puso el fusil en la cabeza y lo mató. Cuando lograron entrar en Monte Arruit, varios oficiales (tenientes Calderón y Sánchez) testigos de estos hechos pidieron a gritos la Laureada para Arenas ante el general Navarro. Por su heroica actuación, fue recompensado con la Cruz Laureada de San Fernando a título póstumo. Desde entonces, figura en el Anuario Militar a la cabeza de los capitanes del Cuerpo de Ingenieros. En 1924 le fue concedida a título póstumo la Cruz laureada de San Fernando. Y en 1928 se inauguró en Molina de Aragón, en un solemne acto al que acudió el Rey Alfonso XIII y parte de su Gobierno, un monumento, obra del escultor Coullaut Valera, a este héroe hijo del Señorío, que aún hoy puede admirarse en dicho pueblo guadalajareño. En ese momento, la ciudad de Molina le dedicó una calle, y en 1956, lo hizo también la ciudad de Guadalajara. Más tarde ciudades como Barcelona o Melilla también le dedicaron una calle.

sábado, 13 de agosto de 2011

Eustaquio Gopar



Eustaquio Gopar (2 de noviembre de 1876-25 de octubre de 1963) fue uno de los "Últimos de Filipinas" y político, nacido en el municipio de Tuineje (Fuerteventura, Canarias).
Labrador de joven, se enrola en el ejército y es destinado a Filipinas en el Batallón Expedicionario de Cazadores nº 2, a la edad de 23 años. Tras la paz de Biak-na-Bato, aparentemente sofocada la revolución filipina, el gobierno decide sustituir los 400 hombres del Mayor Génova, en Baler, por el pequeño destacamento de 50 hombres al mando de Juan Alonso Zayas.Gopar embarca en Manila rumbo a Baler a principios de 1898, donde llega en febrero, junto al comandante del destacamento, el Teniente Juan Alonso Zayas, el Teniente Saturnino Martín Cerezo y el recién nombrado Gobernador Civil y Militar del Distrito el Príncipe, el Capitán de Infantería Enrique de las Morenas y Fossi. A pesar de que entre Baler y Manila apenas había 100 kilómetros, las comunicaciones por tierra eran prácticamente inexistentes, siendo el barco el medio habitual para la recepción de mercancías y noticias. Tras un breve periodo de tranquilidad, el 30 de junio de 1898, durante una patrulla rutinaria, los hombres al mando de Cerezo caen en una emboscada de los insurgentes filipinos, comandados por Teodorico Novicio Luna, resultando herido el cabo Jesús García Quijano, comenzando el sitio. Los españoles, se refugian en la iglesia del pueblo por ser el edificio más sólido y defendible en caso de prolongarse la situación, que, finalmente, duró 337 días. El 18 de octubre, Alonso muere de beriberi, tomando el mando del destacamento Martín Cerezo hasta el final del sitio, en junio de 1899.El 28 de julio de 1899, embarca junto con el resto de los supervivientes en el puerto de Manila y llega a Barcelona el 1 de Septiembre. Tras la Guerra de Filipinas, Eustaquio Gopar comenzó a involucrarse en la vida política y social de la isla, llegando a ser dos veces alcalde de su pueblo natal, mandatos durante los cuáles, se adquirió la primera bomba de agua con la que contó el municipio. En su municipio desempeñó los siguientes cargos a lo largo de su vida:1 Juez de Paz Sustituto: del 12 de septiembre de 1901 al 19 de abril de 1902Juez de Paz Sustituto: del 27 de diciembre de 1924 al 1 de enero de 1928Alcalde Presidente: del 12 de marzo de 1930 al 10 de mayo de 1933Juez de Paz Propietario: del 15 de septiembre de 1933 al 1 de febrero de 1941Juez de Paz Propietario: del 1 de enero de 1.942 al 27 de abril de 1946Alcalde Presidente: del 24 de abril de 1955 al 19 de febrero de 1961 A su muerte, se celebró el funeral como héroe de guerra, al que acudieron todas las autoridades civiles y militares de la isla. Hoy en día, una placa conmemorativa en la calle donde vivió, recuerda a este personaje de Fuerteventura.

jueves, 11 de agosto de 2011

Saturnino Martín Cerezo



Saturnino Martín Cerezo (11 de febrero de 1866-2 de diciembre de 1945) fue un militar español muy célebre y considerado héroe después de encabezar la resistencia en la Iglesia de Baler, en Filipinas. Nació en Miajadas (Cáceres) en la calle que actualmente lleva su nombre, antes calle Reina, en el número 23.
Siempre mostró una gran devoción por los libros y el estudio, pero tanto la mentalidad de la época, como la paupérrima situación de su familia, lo obligaron, desde muy joven, a trabajar en el campo para ayudar. Pero no tardaría mucho en darse cuenta de que eso no era lo suyo y se presentó voluntario, con 17 años, al ejército. En 1897 fue ascendido a teniente por ofrecerse como voluntario a Filipinas, para lo que era muy difícil encontrar soldados dispuestos. Tras la paz de Biak-na-Bato, aparentemente sofocada la revolución filipina, el gobierno decidió sustituir los 400 hombres del mayor Génova, en Baler, por el pequeño destacamento de 50 hombres al mando de Juan Alonso Zayas.
Cerezo embarcó en Manila rumbo a Baler a principios de 1898, donde llegó en febrero, junto al comandante del destacamento, el teniente Juan Alonso Zayas y el recién nombrado gobernador civil y militar del distrito el Príncipe, el Capitán de Infantería Enrique de las Morenas y Fossi. A pesar de que entre Baler y Manila apenas había 100 kilómetros, las comunicaciones por tierra eran prácticamente inexistentes, siendo el barco el medio habitual para la recepción de mercancías y noticias. Tras un breve periodo de tranquilidad, el 30 de junio de 1898, durante una patrulla rutinaria, los hombres al mando de Cerezo cayeron en una emboscada de los insurgentes filipinos, comandados por Teodorico Novicio Luna, resultando herido el cabo Jesús García Quijano, comenzando el sitio. Los españoles, se refugiaron en la iglesia del pueblo por ser el edificio más sólido y defendible en caso de prolongarse la situación, que, finalmente, duró 337 días. El 18 de octubre, Alonso murió de beriberi en junio de 1899, tomando el mando del destacamento Martín Cerezo hasta el final del sitio.El 28 de julio de 1899, Martín Cerezo embarcó junto con el destacamento en el puerto de Manila y llegó a Barcelona el 1 de septiembre y el 7 de ese mismo mes a Madrid, donde fue recibido por el ministerio de Guerra. El 21 entró en Miajadas bajo el apoteósico recibimiento de sus paisanos. Martín Cerezo fijó su residencia en Madrid, donde terminaría su carrera militar. Acostumbraba a ir a su tierra, concretamente a Los Canchos de Miajadas para dedicarse a su afición: la caza. Murió en Madrid el día 2 de diciembre de 1945, siendo general del Ejército.



martes, 9 de agosto de 2011

Joaquín Vara del Rey




Joaquín Vara de Rey y Rubio (Ibiza, 1840 -Santiago de Cuba, 1 de julio de 1898), fue un militar y político español, héroe de la Guerra de Cuba por su defensa del fortín de El Viso.
Se graduó en el Colegio General como subteniente, ascendiendo al rango de teniente en 1862. Combatió las rebeliones cantonales de Cartagena y Valencia y luchó en la Tercera Guerra Carlista. En 1884 solicitó su traslado a Filipinas, donde permaneció hasta 1890, tras servir como Capitán General de Filipinas y Gobernador de las Islas Marianas. De regreso a España se le asignó la comandancia de la guarnición de Ávila hasta abril de 1895, cuando se presentó voluntario para servir en Cuba. Fue nombrado comandante militar de Bayamo y mandó el regimiento que luchó en la Batalla de Loma de Gato, en la que los españoles acabaron con el cabecilla rebelde José Maceo, hermano de Antonio Maceo Grajales. Debido a su brillante actuación fue promovido a brigadier general. Tras el desembarco norteamericano en la isla, el general Shafter envió al 5º Cuerpo de Ejército contra Santiago de Cuba el día 1 de julio de 1898. Desde el día anterior, las tropas norteamericanas y sus aliados cubanos habían estado tomando posiciones al lado este de la ciudad con la intención de comenzar el ataque al amanecer. El 5º Cuerpo estadounidense estaba organizado en tres Divisiones y dos Brigadas independientes que sumaban unos 18.000 hombres. El Caney era una pequeña posición defensiva apoyada sobre el fortín de El Viso, sin artillería ni ametralladoras, con una guarnición de 550 hombres al mando de Vara de Rey. Shafter decidió tomar esta posición con el fin de no dejar tropas españolas sobre su flanco derecho. La misión se la encomendó a la 2ª División del general Henry Lawton, 6.899 hombres apoyados por una betería de artillería (4 cañones de 81 mm) al mando del capitán Capron. El combate comenzó con la primera luz del día cuando los norteamericanos sometieron al fuego artillero las edificaciones y los pequeños fortines de madera de El Caney. Una hora después avanzaba la primera oleada de asaltantes que se vio frenada por las descargas cerradas que los soldados españoles realizaban con sus Máuser. Los norteamericanos creyeron que los españoles huirían ante su aplastante superioridad numérica (30:1), pero a las nueve de la mañana ya había quedado claro que los españoles se preparaban para resistir. El propio Vara del Rey se paseaba impasible por las trincheras animando a sus hombres. Lawton había calculado 1 hora, o 2 como máximo, para que sus hombres desalojaran a los 550 españoles de El Caney, pero necesitó cerca de 12 horas. Las oleadas de asaltantes se sucedieron una tras otra, pero fueron rechazadas sistemáticamente por los españoles. La artillería estadonidense cambió su posición y se aproximó a El Viso, núcleo de la resistencia, y su fuego empezó a batir con eficacia el fortín cuyos muros empezaron a ser demolidos por los impactos continuos que recibían. Con El Viso casi destruido y ya pasadas las cuatro de la tarde tuvo lugar un nuevo y feroz asalto, que fue frenado ante los mismos muros del fortín. Vara de Rey siguió, a pesar de sus heridas, arengando a sus hombres. A las cinco El Viso fue tomado, sólo quedaban allí muertos y algunos heridos. La artillería se situó en el mismo fortín para poder batir las casas del pueblo y las trincheras, la resistencia era ya inútil y los pocos defensores que quedaban, 84 de los 550, se retiraron ordenadamente hacía Santiago dirigidos por el Teniente Coronel Puñet. Vara de Rey, herido en ambas piernas, fue retirado de la línea de fuego, pero los estadounidenses (en un acto muy poco caballeroso) dispararon sobre el indefenso general y sus dos camilleros, matándolos. En la batalla también murieron dos de sus hijos. El general Vara de Rey recibió la Cruz Laureada de San Fernando a título póstumo por su heroica actuación.

domingo, 7 de agosto de 2011

Juan José Lerena y Barry



Juan José de Lerena y Barry, marino español nacido en Cádiz en 1796 y fallecido en Madrid en 1866. Era hijo del capitán de fragata Antonio de Lerena Barreda, natural de Revilla de Camargo en Santander, y de Mª Dolores Barry Ximénez Pérez, natural de Cádiz.

Realizó numerosos viajes entre España y América, participando en diversas expediciones navales como la de Costa Firme (Venezuela) en 1817, a las órdenes del Brigadier Pascual Enrile. Participó en la defensa de Guayaquil y estuvo en el Perú como ayudante del virrey Joaquín de la Pezuela, con el que regresó a España en 1821. Al intervenir en la defensa constitucional de Cádiz en 1823, se exilió a Nueva York, donde fundó en 1826 uno de los primeros periódicos en español (El Redactor). También en 1825 publicó en EEUU uno de los primeros manuales de enseñanza de español (Spanish Telegraph...).

Fue asimismo un hábil inventor, patentando un telégrafo óptico, de día y de noche, cuya utilización ofreció a la Marina en 1829 en el navío Soberano (en Cuba). En 1830 inició sus pruebas en la Corte madrileña y en 1831 organizó la Línea telegráfica entre Madrid y el Real Sitio de Aranjuez. En 1832 montó una segunda Línea de telégrafos ópticos entre Madrid y San Ildefonso. En años posteriores fue ampliando las líneas e intentó sin éxito la Línea Madrid-Burgos que quedó incompleta debido a la primera guerra carlista. En 1836 los telégrafo de los Reales Sitios que dirigía Lerena dejaron de funcionar y fueron desmantelados en 1838.

Comandante del bergantín Nervión y comisario regio para la isla de Fernando Poo, en 1843 proclamó la soberanía española de dicha isla, cambiando nombres ingleses por españoles y organizando la vida administrativa de la ciudad.Prosiguiendo su labor de reconocimiento y explotación de las demás islas del Golfo de Guinea, anexionó Corisco a la Corona de España a petición de su rey indígena, colonizando además una zona del continente desde la desembocadura del río Benito hasta el Cabo de Santa Clara (Guinea continental). Tomó también posesión de las islas Elobeyas y de la isla de Annobón, pasada la línea del ecuador. A su regreso a España, en un viaje lleno de penalidades, rindió un completo informe al secretario de Despacho de Estado, que motivó la organización de una segunda expedición más amplia que debía ser dirigida también por él, pero que frustraron acontecimientos políticos.Como marino, diplomático y colonizador, la figura de Lerena ocupa un lugar muy destacado en la historia de la colonización española del Golfo de Guinea.

Quebrantada su salud, se retiró a Chiclana, donde inició un proyecto también fracasado de un canal navegable entre la Bahía de Cádiz y Chiclana. El brigadier Juan José de Lerena falleció en Madrid en 1866 (según consta en su hoja de servicio como marino), estando en posesión de las Encomiendas de Isabel la Católica y Carlos III.

viernes, 5 de agosto de 2011

Rafael María de Aguilar



Gobernador español de las islas Filipinas, fallecido en Manila el 8 de agosto de 1806, que ejerció el mandato entre 1793 y la fecha de su muerte. Su gobierno, el más prolongado del período colonial español, estuvo caracterizado por una política de reformas y mejoras en la administración.

Militar de carrera y caballero de la Orden de Alcántara, Rafael María de Aguilar asumió el cargo de gobernador de las Filipinas el 2 de septiembre de 1793, reemplazando en el mismo a Féliz Berenguer de Marquina. Este nuevo mandatario llegó a las islas con instrucciones precisas para proseguir las reformas iniciadas bajo el impulso de la Ilustración, en el sentido de explotar más sus recursos económicos, extender la presencia española, o mejorar la eficacia de la administración y el ejército. Así, entre otras medidas Aguilar mandó reforzar las construcciones defensivas de Cavite y creó los primeros dos regimientos de tropas nativas profesionales; también amplió las competencias de los gobernadores provinciales y alcaldes mayores, incluso en materia militar. Con el fin de aliviar las sobrecargadas funciones del gobierno central de Manila, un decreto de septiembre de 1794 facultó a los alcaldes mayores para nombrar a los maestros y evaluar las necesidades de crear nuevas escuelas dentro del territorio bajo su jurisdicción. Ese mismo año, mandó construir un nuevo astillero en Binondo para atender la expansión de la industria naval y la demanda de nuevos buques de guerra.

De carácter honesto y decidido, Rafael de Aguilar se propuso asimismo modernizar Manila con la pavimentación e iluminación de sus calles, la construcción de diversas obras públicas y la fundación de instituciones culturales o de carácter filantrópico, entre las que destacó el Ateneo Municipal (1804). Durante su mandato se introdujo además en el archipiélago la vacuna contra la viruela (septiembre de 1803) y se prorrogó las actividades de la Real Compañía de Filipinas por otros veinticinco años. A su muerte asumió la gobernación de forma interina Mariano fernández de Folgueras.

(mcbiografías.com)

miércoles, 3 de agosto de 2011

José Basco y Vargas



José Basco y Vargas (Ronda 1733-1805) fue Gobernador y Capitán General de las Islas Filipinas.

Brigadier de la Real Armada, conquistó para la Corona Española el archipiélago de las Islas Batanes, circunstancia que, junto con su brillante actuación durante el ejercicio de sus funciones (1776-1787) entre otros reconocimientos, motivó que Su Majestad el rey Carlos IV le otorgara el título de Castilla de Conde de la Conquista de las Islas Batanes.

José de Basco y Vargas Valderrama y Rivera, Caballero de la Orden Militar de Santiago y Brigadier de la Real Armada, tomó posesión de su cargo como Gobernador y Capitán General de las islas Filipinas el mes de julio de 1778.

Desde el comienzo de su mandato, y durante más de un año, tuvo diferencias con los miembros de la Real Audiencia de Manila, los cuales no consideraron idóneo su nombramiento.

Sus deseos de reforma se manifestaron desde el primer momento. De este modo, y hasta el final de su mandato, ordenó la plantación en Camarines de más de cuatro millones de moreras, mejoró las condiciones en las escuelas, reparó las fortificaciones de Manila y de otros puntos estratégicos -como Mindanao y Bisayas-, reorganizó el ejército, creó y apoyó a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Manila, estableció el estanco del tabaco (1782), promovió la implantación del sistema de intendencias, introdujo el estanco de la pólvora (1786), organizó varias operaciones de conquista y pacificación de la región de los igorotes de Luzón y de las islas Batanes, y combatió duramente a la piratería malayo-mahometana, entre otras muchas actuaciones.

Tras cesar por voluntad propia, embarcó rumbo a la península a fines de noviembre de 1787. El 21 de enero de 1789, el Rey Carlos IV le concedió en premio a sus numerosos servicios el título de Conde de la Conquista de las Islas Batanes, gracia a la que añadió los nombramientos de Jefe de Escuadra y Gobernador de Cartagena.

Su labor de gobierno ha sido reputada como una de las más brillantes en la Historia de la Gobernación y Capitanía General de las Islas Filipinas.

Destaca su trascendente labor en el plano económico, al ser el artífice del establecimiento de las rentas insulares. Fruto de su buena gestión financiera fue el envío de 150.000 pesos que realizó en 1784, en la fragata Asunción como contribución a los gastos generales de la Corona.

Basco Vargas sentó las bases para el despegue de la agricultura de exportación filipina con una política de tolerancia hacia la actividad, en teoría ilegal, de los comerciantes extranjeros, principalmente ingleses y norteamericanos que acudían a Manila para completar sus cargamentos de productos tropicales (azúcar, abacá, índigo), como una escala más en su cabotaje por el mar de la China.

También fue el responsable de la puesta en marcha del monopolio del tabaco en Filipinas, garante durante un siglo de la financiación de los costes burocráticos y militares de la presencia española en las islas. Esta situación debía mucho a la exitosa gestión de José Basco y Vargas como Gobernador General del archipiélago entre 1776 y 1787.