Hay que recordar lo que fuimos para saber lo que somos

Por desgracia la Historia de nuestro país poco importa a los políticos de turno. Si permitimos esto, terminaremos sin saber qué fue España y dejaremos que el devenir de los sucesos actuales borre nuestra memoria.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Regimiento de Cazadores de Alcantara,14º de Caballeria



Haciendo un poco de historia sobre este glorioso regimiento, decir que es creado bajo el reinado de Felipe IV, dirigido y organizado por el Maestre de campo don Juan Francisco Nestién el 19 de Febrero de 1656 denominandose Tercio de Nestien.Lucho en sucesivas campañas encuadrado en el ejercito de don Juan de Austria, participo en las batallas de Dunas(1658), Lila(1667), Fleurus(1690.
Bajo en mando del mismo monarca Felipe V en Italia frente a las tropas austro-Alemanas en la guerra de Sucesion.
A partir de 1710 lucha en España en Zaragoza,Igualada y Portugal.Tras la guerra de la independencia es disuelto en el año 1823 como Regimiento de Alcántara 7º de Caballería.
Vuelve a ser creado en 1844, con el nombre de Regimiento de Lanceros de Alcantara 16 transformandose en 1859 en Regimiento de Alcántara 16.Tras la llegada al trono de Alfonso XIII y la reorganización del ejército, queda designado como Regimiento de Cazadores de Alcántara 14º de Caballeria. Tras la entrada del nuevo siglo, el regimiento es trasladado a Valencia donde permanece hasta el 8 de Septiembre de 1911, fecha en la que se oredena su traslado a Melilla.
Tras unas serie de acciones destinadas a mejorar la posición de Annual y tras la caída sucesiva de las posiciones españolas,con el consabido desorden y caos, el 23 de julio el general Navarro ordena la evacuación de la posición de Chaif a Dar Drius y encomienda la misión de proteger dicha retirada a Primo de Ribera y sus hombres (ya disminuido por los combates anteriores). El Teniente Coronel con un total de 192 hombres, cargó contra las tropas rifeñas llegando al combate cuerpo a cuerpo atravesando sus líneas y atacando a los rifeños por la retaguardia, gracias a esta acción se pudo salvar la columna española. Por esta acción el Teniente Coronel Primo de Ribera recibió la Cruz Laureada de San Fernando. Ese mismo día y en vista de la situación, el General Navarro ordena la salida de Dar Drius hacia Batel.
Esta retirada sería cubierta de nuevo por los hombres del Alcántara. La misión sería especialmente dura pues el camino hacia Batel cruzaba el lecho del río Igan, lo que facilitaría los ataques de los rifeños.
La columna española comienza la marcha sin novedad, pero al poco, los hombres del Alcántara debes de efectuar su primera carga, pues un pequeño convoy con los heridos más graves, esta siendo atacado.Uno de los escuadrones carga permitiendo asi que el convoy llegue sin novedad hasta Melilla.
Aproximadamente a las 4 de la tarde, la columna llega al cauce del Igán, donde caen en una emboscada de un contigente muy superior y con la moral crecida.En este punto es cuando Primo de Ribera es consciente de que el regimiento se sacrificará casi en su totalidad. Tras reagrupar al regimiento, el Tcol. Primo de Ribera, ordena formación en línea de a cuatro y arenga a sus hombres con: “Ha llegado para nosotros la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos”.
Puesto el Regimiento al paso, el Teniente Coronel desenvaina y a la voz ordena a sus escuadrones :¡Saquen... Sables!, y los sables de los jinetes del “Alcántara” brillan refulgentes cual rayos cegadores al salir de sus vainas, mientras golpean con sus espuelas los ijares de sus caballos para pasar “al trote” y alcanzar poco después el galope. De nuevo suena potente la voz del Teniente Coronel Primo de Rivera ordenando: ¡Para cargar!. Y acto seguido da la voz ejecutiva: ¡Carguen! ¡VIVA ESPAÑA!. Como un alud impetuoso la masa de jinetes arremete contra los rifeños bien apostados, recibiendo al descrestar un nutrido fuego de fusilería, que hace aumentar el galope hasta convertirse en un huracán desenfrenado. El combate adquiere una fiereza descomunal. Las cargas se suceden una tras otra contra las posiciones enemigas, los hombres y sus monturas van cayendo en apretada formación (asi se ve en la foto sacada cinco meses después de la masacre, cuando se logra llegar a la posición).Los hombres van perdiendo sus monturas, el propio Tcol pierde la suya (Vendimiar) en la tercera carga. Al final, los hombres del Alcantara, efectúan su ultima (8ª) carga al paso(hecho histórico en los anales de la Caballeria),algunos incluso en mulos de los carros regimentales. Tras la retirada de las tropas rifeñas,de los 691 hombres que formaban el regimiento la mañana del 23 de julio, 541 habian muerto en combate, 5 heridos de gravedad (las tropas rifeñas remataron a muchos de los heridos en la batalla de una manera que es mejor no contar) y 78 fueron hechos prisioneros, total 624 bajas(un 90,30%). Solamente 67 hombres lograron llegar a la posición de El Batel. Gracias al sacrificio de los hombres del Alcántara, la “columna Navarro” consiguió llegar a su destino y el Regimiento con su Tcol. a la cabeza, prácticamente extinguido, escribió una de las paginas mas gloriosas del ejército español y sobre todo del arma de caballería.
Es de mencion que el Tcol Primo de Ribera moriría el 5 de Agosto (recibiendo a titulo póstumo la Cruz Laureada de San Fernando) en el campamento de Monte Arruit y que las tropas allí refugiadas, se rendirían el 9 de agosto.
También destacó en ésta acción el Cptán. Arenas, en torno a su persona se fue formando una fuerza de soldados de diferentes unidades, ingenieros, sanitarios, artilleros, infantes, que no estaban dispuestos a dejarse matar sin combatir, eran la excepción.
Arenas cayó mortalmente herido por un francotirador en las proximidades de Monte Arruit. Sus hombres llevaron su cadáver hasta Navarro exigiendo para él la Laureada, que le seria concedida a título póstumo.
Es el único regimiento del Ejército español al que se le concedió colectivamente la Gran Cruz Laureada de San Fernando.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Los Niño en el Descubrimiento de América



Si ha habido una familia en España ligada al Descubrimiento de América, esta ha sido los Niño. Presentes desde el primer vieje de Colón, siguieron atravesdando el Atlántico durante muchas décadas. La "niña", incluso, era de su propiedad.
Los tres hermanos Niño, Pedro Alonso, Francisco y Juan, tuvieron un papel destacado en el primer viaje de Colón, ya que eran marinos de prestigio y experiencia en las navegaciones atlánticas.
Carabela "Niña", propiedad de los Hermanos Niño.
La amistad que mantenían los Niño con los hermanos Pinzón, en especial con el mayor de ellos, Martín Alonso, influyó en la participación de estos en el proyecto colombino.
Si la participación de los Pinzón en la empresa colombina fue determinante para superar los recelos que sobre la misma había en la marinería de la comarca, la ayuda de los Niño hizo posible que se venciera la oposición que había entre los hombres de Moguer hacia una empresa de inciertos resultados.
En el primer viaje colombino, Pedro Alonso fue piloto de la "Santa María", Francisco Niño participó como marinero en "La Niña" y Juan Niño como maestre también en "La Niña" de la que era propietario.
Los Niño tomaron parte asimismo en el segundo y tercer viaje colombino. Entre 1499 y 1501 navegaron por su cuenta con los mercaderes Cristóbal y Luis Guerra siguiendo la ruta colombina del segundo viaje donde se descubrió Paria, la tierra de gracia.
Pedro Alonso fue nombrado por los Reyes Católicos piloto mayor de la mar Océana como recompensa por sus servicios a la corona. Fue igualmente uno de los maestros que tuvo el príncipe Don Juan, el malogrado hijo varón de los monarcas Fernando e Isabel, para enseñarle el arte de cartear

Los Hermanos Niño
- Juan Niño era el mayor de los hermanos. Maestre y dueño de la carabela "La Niña" en el primer viaje colombino. Al regreso acompañó a Colón hasta Barcelona tras permanecer varios días en su casa de Moguer. Formó parte de la tripulación del segundo y tercer viaje colombino. Con su hermano Pedro Alonso viajó a Paria. Entre sus hijos cabe destacar a Andrés Niño, el cual capituló en 1518 con el Emperador para ir al descubrimiento de la Mar del Sur. Desde 1514 ostentó el cargo de piloto real. Murió en las Indias.
- Pedro Alonso Niño nació en Moguer, sobre el año 1468. Marinero desde su juventud, se formó navegando por las costas de África. En 1492, en el primer viaje colombino en el que se descubrieron las nuevas tierras, fue el piloto de la nao "Santa María". Dos años más tarde, en 1494 participó en el segundo viaje colombino, volviendo rápidamente a la península, pues estaba en Cádiz el 7 de marzo de 1494. Aunque estaba alistado para hacer el tercer viaje colombino, al final no pudo realizarlo. Recibió el título de Piloto Mayor de las Indias, el primero junto con Juanoto Berardi, y durante los años 1495 y 1496 efectuó varios viajes a las nuevas tierras capitaneando algunos barcos. En 1499 se asoció con Cristóbal Guerra, con quien navegó a Paria (Venezuela), donde consiguieron un aporte de perlas considerable, logrando reconocer una gran parte de aquellas costas. Murió en 1502 cuando regresaba a la península en la nao "Santa María de la Antigua".
- Francisco Niño era el más pequeño de los hermanos. Fue como marinero en el primer viaje, como piloto de la carabela "La Niña" en el segundo viaje y como piloto de la carabela "Santa Cruz" en la expedición de Pedro Fernández Coronel. Falleció siendo alcalde mayor en el Puerto de Caballos.
Resto de los miembros de la familia Niño
- Cristóbal Pérez Niño, hermano de Pedro Alonso Niño. Fue maestre de la carabela "Caldera" en el segundo viaje colombino.
- Alonso Niño, hijo de Juan Niño. Fue con Colón en el segundo viaje colombino.
- Bartolomé Pérez Niño, hijo de Pedro Alonso Niño. Fue piloto de la carabela "San Juan" en el segundo viaje colombino y participó con su padre en la expedición de Cristóbal Guerra a Paria.
- Francisco Niño, hijo de Pedro Alonso Niño. Fue el tripulante más joven que navegó a las Indias con Colón, solamente contaba 14 años cuando se enroló de grumete en el segundo viaje colombino. En 1516 volvió a atravesar el Atlántico como oficial en la carabela "Sancti Spiritus".
- Andrés Niño, hijo de Juan Niño. Fue nombrado Piloto Real de la Mar del Sur el 12 de julio de 1514. Tomó parte en diversas expediciones por las costas de Centroamérica realizando importantes descubrimientos. Murió en el actual El Salvador en 1525.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Pedro Antonio de Cevallos Cortés y Calderón



Pedro Antonio de Cevallos Cortés y Calderón (Cádiz, 29 de junio de 1715 – Córdoba, 26 de diciembre de 1778) fue un militar español. Gobernador de Buenos Aires desde 1757 hasta 1766. Fue el primer virrey del Virreinato del Río de la Plata, creado en 1776.
Una vez designado virrey, gobernador y capitán general de las provincias del Río de la Plata y supremo presidente de la Real Audiencia de Charcas o La Plata zarpa de Cádiz el 12 de octubre de 1776 al mando de una expedición.

El 21 de abril de 1777 llega a Montevideo al mando de 9316 hombres. Cevallos marcha por tierra hacia Colonia del Sacramento que estaba bajo el poder de los portugueses y a la cual rinde a discreción. Se dirige entonces hacia Río Grande de San Pedro, pero a mitad de camino lo alcanza la noticia de la paz firmada entre españoles y portugueses. Se dirige entonces hacia Buenos Aires para asumir el cargo de virrey el 15 de octubre de 1777.

Durante su mandato se aplicó la pragmática Ley de Libre Comercio de 1778, que favoreció especialmente el desarrollo de Buenos Aires. La expulsión de los portugueses también implicó una disminución del contrabando, y ambas cosas redundaron en un incremento de las rentas fiscales. La disposición para la libre internación de productos motivó un aumento en la producción de carretas. Estimuló la agricultura y reguló el horario de las labores, la alimentación diaria de los peones y el nivel de salario de los mismos. También se establecieron penas para los ebrios y los jugadores. Para aumentar las fuerzas de trabajo disponibles autorizó el comercio de esclavos negros, ya sea directo o en virtud del Tratado de Asiento.

Pedro Cevallos, teniente general, que en 1755 se le nombró Gobernador de Buenos Aires, en 1776 sería designado comandante de la expedición para América del Sur que debía recuperar las posesiones españolas tomadas por Portugal, también fue nombrando primer virrey del recientemente creado virreinato del Río de la Plata, infringiría a los ingleses y sus aliados los portugueses sendas derrotas en la defensa del Atlántico Sur.

La Editorial Almena ha publicado la obra "La Guerra de Cevallos" en donde se nos muestra cómo derrotó a la fuerza anglo-portuguesa en Colonia del Sacramento, ciudad del actual Uruguay. Posteriormente conquistó las Fortalezas de Santa Teresa y el Fuerte de San Miguel en la región oriental del Río Uruguay y zona del Río Grande, en lo que hoy es el sur de Brasil; por otro lado las Campañas de Cevallos dieron lugar a desalojar y echar a los ingleses de las Islas Malvinas los cuales se instalaron en las islas de modo “irregular”. Las Malvinas permanecerían en manos españolas hasta la independencia de Iberoamérica, pero la obra nos muestra mucho más como: “La Guerra Sorda”, llamada así por la “baja intensidad” como la llamaríamos hoy. La obra nos lleva a un apartado donde nos ilustra sobre la ofensiva portuguesa en Río Grande 1775-1776, nos habla de la expedición de Pedro de Cevallos, 1776-1777 la cual le llevaría a la toma de posesión por parte de España de las islas africanas de Fernando Poo y Annobón.

Así, por ejemplo en esta obra se nos relara cómo el navío ingles “Lord Clive” (nombre en honor de Robert Clive, héroe del momento, tras derrotar a los franceses en la Batalla de Plassey) de 64 cañones, al mando del capitán Mac Namara, junto a la fragata “Ambuscade” de 50 cañones al mando del capitán William Roberts y con una dotación de 700 hombres en conjunto y por otro lado la fragata portuguesa “Nossa Sehnora do Gloria“, de 38 cañones, seis bergantines y seiscientos hombres de tropa, además de naves menores y mercantes para el transporte de soldados y abastecimientos es aniquilado o destruido por los españoles. El navío inglés “Lord Clive” atacó el fuerte Santa Rita, y “Ambuscade” el de San Pedro de Alcántara. Después de cuatro horas de combates el “Lord Clive” y la “Ambuscade” son derrotados, el primer navío fue hundido y el segundo huyó.
Lenguaje: Español.
Texto: Juan Carlos Luzuriaga.
Ilustraciones: P. Greve y C. Fernández.
Editorial: Almena Ediciones.
Año: 2008
Edición: Primera edición.
ISBN: 978849617086
www.novilis.es

lunes, 29 de noviembre de 2010

Batalla de Fleurus




Después del fracaso en intentar liberar Heidelberg, asediada por el ejército del Conde Tilly, Federico V del Palatinado decidió disolver su ejército. El 13 de julio de 1622, el contrato fue cancelado por los ejércitos parados de Mansfeld y los holandeses alquilaron los servicios de Christian de Brunswick para ayudar a aliviar el sitio de Bergen-op-Zoom.
El ejército protestante partió de Alsacia y a paso rápido cruzando el norte de Francia, entrando en los Países Bajos Españoles a través de Henao.
El ejército español en Flandes, bajo el mando de Ambrosio Espínola, ocupó durante el sitio de Bergen-op-Zoom, una ciudad en el estuario del río Escalda, que estaba en una peligrosa situación. Mientras los refuerzos holandeses se reunían al este de Breda, se preparó para una invasión desde el sur. Estuvo en peligro de quedar atrapado entre los dos ejércitos enemigos, pues su línea de retirada hacia Amberes estaba bloqueada por el ejército alemán invasor. Gonzalo Fernández de Córdoba, comandante del ejército español en el Palatinado, fue reclamado a toda prisa para detener a este ejército. Fernández de Córdoba marchó a través de Luxemburgo y el dificultoso terreno de las Ardenas, y consiguió interceptar a Mansfeld y Brunswick en la frontera de Brabante.
El ejército protestante adelantó tropas que se enfrentaron con exploradores españoles el 27 de agosto, y el 29 encontraron al ejército de Córdoba atrincherado. Córdoba, mucho más débil en caballería, había dispuesto un bloqueo de la posición norte de la ciudad de Mellet, cerca de Fleurus, con flancos abrigados por los bosques. Los comandantes protestantes desplegaron su ejército tratando de romper por la mitad la posición española.
Después de un corto cañoneo, Mansfeld ordenó un avance general. Algunos espacios se abrieron en la infantería alemana, pobremente adiestrada, y De Sylva atacó un flanco desprotegido sirviéndose de un batallón. No obstante, Streiff contraatacó, la caballería valona equivocó el paso y sufrió un considerable daño por las armas de fuego del enemigo. La caballería de De Sylva se refugió detrás de los carros de equipaje, mientras Streiff volvía sobre la infantería española, sin demasiado éxito.
En el lado derecho protestante, Brunswick había enviado a la casi totalidad de su caballería, el despliegue de Córdoba hizo imposible flanquear su posición, pero Brunswick esperaba destrozar la formación española con un asalto total y frontal. La primera carga fue rechazada por la caballería de Gauchier, pero Brunswick ordenó una segunda carga. La primera línea fue rechazada de nuevo, pero la segunda línea consiguió acorralar a la caballería valona. Brunswick se centró entonces en la infantería española, pero fracasó al intentar soportar la embestida de estos, el Tercio de Nápoles aguantó su posición, y los mosqueteros agazapados en los árboles comenzaron a disparar a la caballería protestante, que empezó a desordenarse. En una desesperada carga final, Brunswick resultó herido, y su caballería, desmoralizada, cayó al final. Después de cinco horas de lucha, Mansfeld ordenó la retirada. Era mediodía e intentó tomar el camino hacia Lieja en torno a Fernández de Córdoba para alcanzar Breda.
El ejército español estaba ya demasiado cansado para seguir al enemigo en retirada. No obstante, al siguiente día, Córdoba envió a Gauchier con la caballería, que encontró al ejército protestante apeado a lo largo del camino. La caballería protestante huyó sin participar en demasiadas luchas, dejando a la infantería a su suerte. Sin posibilidad de desplegar una posición de defensa, la infantería alemana fue aniquilada. Gauchier también capturó la artillería y el equipaje del ejército.
Lo que quedaba de Brunswick y Mansfeld, unos 3.000 efectivos de caballería, se unió finalmente al ejército holandés en Breda después de dar un rodeo. Spinola fue obligado a abandonar el sitio de Bergen-op-Zoom, pero la plaza no suponía ya un riesgo, de modo que lo hizo con relativo gusto.
Brunswick y Mansfeld sólo sirvieron tres días al ejército holandés, sus tropas revoltosas e indisciplinadas no tenían sitio en el ejército rebelde de las Provincias. Mientras tanto, el ejército del Conde de Tilly invadió fácilmente el Palatinado

martes, 23 de noviembre de 2010

La Batalla de las Guásimas





La Batalla de Las Guásimas, el primer verdadero choque de armas en la campaña cubana de la Guerra Hispano-Americana, fue una sangrienta escaramuza indecisa que terminó en favor de España el 24 de junio de 1898.

Tras haber luchado en una escaramuza contra fuerzas de desembarco en Siboney, un contingente español retrocedió hasta las posiciones atrincheradas de Las Guásimas. Con dificultad, la incursión fue rechazada.
La tarea para expulsar a al contingente atrincherado fue asignada al antiguo oficial de caballería confederada Joseph Wheeler. Este estaba al mando de la 1ª Unidad de Voluntarios de Caballería, también llamados "Rough Riders", de la 1ª Unidad de regulares de Caballería, compuesta por los famosos Buffalo Soldiers.

La batalla comenzó con una andanada de la artillería estadounidense. La infantería española respondió con fuego de fusil a las tropas estadounidenses que ya habían iniciado el avance. Las tropas estadounidenses entraron en una situación de confusión al no poder localizar a las tropas españolas. Éstas, aun teniendo uniforme blanco, eran difíciles de localizar porque el fusil usado por los españoles, el Mauser 1893 (llamado "Mauser español"), disparaba pólvora sin humo. El intercambio de fuego fue de escaso éxito para ambos bandos por las pocas bajas causadas.
El intercambio de fuego duró hasta que los oficiales españoles creyeron que ya habían producido suficientes bajas en el bando contrario. Al rato abandonaron la posición en la ya planeada retirada en dirección a Santiago de Cuba.
Las bajas estadounidenses fueron alrededor de dos tercios del total.

Las fuerzas americanas ocuparon Las Guásimas durante un breve tiempo previniendo un contraataque que jamás llegó. Encontrando la posición de mínima importancia estratégica, abandonaron esta, llevandose a muertos y heridos.

El enfrentamiento aparece en la película Rough Riders en la que se narra la historia de Theodere Roosvelt. En la película, sin embargo, se muestra como un éxito estadounidense.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Rodrigo de Bastidas



Rodrigo Galván de las Bastidas (1445-1527) Conquistador castellano, descubridor del litoral atlántico colombiano y el río Magdalena y fundador del puerto de Cartagena y de Santa Marta.

Fue un navegante andaluz, afincado en Triana, en Sevilla. Participó en el Segundo Viaje de Colón a las Indias en 1493 y en 1501 recorrió Panamá y gran parte del territorio colombiano.

El 5 de junio del año 1500, a Bastidas se le concedió licencia para descubrir islas o tierras no visitadas por Colón u otros navegantes, así como tierras no pertenecientes a Portugal, desde las costas del Cabo de la Vela en Coquibacoa.

En 1501 zarpó del puerto de Cádiz en dos naves: San Antón y Santa María de Gracia, más un bergantín y un chinchorro. En este viaje lo acompañaban Juan De La Cosa y Vasco Núñez de Balboa.

Descubrió las costas de Colombia y las bahías de Santa Marta, Cartagena y Cispatá, llegó a las costas panameñas (en la actual Comarca de Kuna Yala) después de haber recorrido el litoral venezolano y descubierto el río Magdalena y el Golfo de Urabá, continuó con su tarea exploradora y descubrió el istmo de Panamá, recorrió los puertos de Retrete y Nombre de Dios, entonces mandó hacer un puerto que bautizó en su honor como El Escribano. Sin embargo, al tener las naves en muy mal estado, debe regresar a la isla La Española (actual Santo Domingo), en donde estaba la principal base de operaciones de los viajeros españoles.

Al llegar a las costas de La Española, una de sus naves naufraga, pero logra salvar parte de su carga (que se trataba en mayor parte de oro). En esta isla es acusado de negociación ilegal con los indígenas. Después de ser procesado en 1502 por Francisco de Bobadilla (que también procesó a Colón) es declarado inocente de los cargos y una vez pagados los derechos a la Corona, los Reyes Católicos le otorgan el cobro de una renta anual sobre la producción de la provincia de Urabá y Zenú.

En 1525 de regreso a América, funda la ciudad de Santa Marta (actual capital del Departamento colombiano de Magdalena) entre el Cabo de la Vela y el río Magdalena, una de las primeras ciudades continentales de América que aún existe. Juan Villafuerte, su propio lugarteniente, dirigió una conspiración contra Bastidas que casi le cuesta la vida. Herido en el atentado, intenta volver a La Española. El 28 de julio de 1527, al anclar en Santiago de Cuba, fallece. Sus restos reposaron en Santo Domingo hasta que a mediados del siglo XX fueron trasladados a Santa Marta por petición del gobierno local y reposan actualmente en la Catedral de la ciudad.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Batalla de Nördlingen, 1634


El Cardenal Infante

La de Nördlingen fue una batalla decisiva de la guerra de los Treinta Años. Del 26 al 27 de agosto (del calendario Juliano) o el 5 al 6 de septiembre (del calendario Gregoriano) de 1634 se produce la victoria de las tropas imperiales de Matthias Gallas y del archiduque Fernando de Habsburgo (futuro emperador Fernando III de Habsburgo) y españolas del cardenal-infante Fernando de Austria sobre las suecas de Gustav Horn y Bernardo de Sajonia-Weimar, lo que supuso el final del dominio de Suecia en el sur de Alemania y la entrada de la Francia del Cardenal Richelieu en la guerra.
El bando protestante, ya minado por fuertes disensiones entre Horn y Sajonia-Weimar, esperaba ganar la batalla a las tropas imperiales, a las que había infravalorado, sin contar, además, con que se había producido la unión con el ejército del hermano del Rey de España, el cardenal-infante don Fernando de Austria, Arzobispo de Toledo. Las tropas españolas del fallecido Duque de Feria y ahora a cargo del Marqués de Leganés, venidas desde la plaza fuerte milanesa por el paso del Stelvio, trataban de atravesar Alemania camino de los Países Bajos Españoles, donde el Cardenal-Infante iba a suceder a la difunta Gobernadora Isabel Clara Eugenia.
Como de costumbre en la Guerra de los Treinta Años, ambos bandos presentan una composición multinacional: destacan en el bando católico los Tercios españoles de Idiáquez, Toralto y Fuenclara, y las tropas italianas al servicio de España de Gerardo de Gambacorta, y los imperales de Piccolomini. Por los protestantes son los regimientos suecos "Negros" y "Amarillos" los que sostuvieron el peso de la batalla. En conjunto se enfrentaron unos 21.000 hispano-imperiales contra alrededor de 18.000 germano-suecos.
Aunque la iniciativa la tomaron los protestantes Suecos, fue la feroz defensa que los tercios españoles realizaron en la colina de Allbuch, rechazando 15 cargas de los regimientos suecos, la que decidió la batalla, con el apoyo de las tropas de caballería italiana de Gambacorta.
Los imperiales por su parte, una vez desechos los regimientos suecos, adelantaron sus líneas contra los sajones, que, perdida la jornada, huyeron, abandonando en total desorden el campo de batalla.
El propio general sueco, Gustav Horn, fue capturado y los restos del ejército sueco se replegaron en dirección a Heilbronn.
Quedaba probado que la formación militar española por excelencia, el tercio, cuando estaba integrado en su mayoría por profesionales españoles y algunas compañías italianas, todavía era imbatible para las nuevas formaciones ideadas por Mauricio de Nassau y el fallecido rey de Suecia.

miércoles, 20 de octubre de 2010

José Carrillo de Albornoz




José Carrillo de Albornoz y Montiel, primer duque de Montemar, Grande de España y tercer conde de Montemar, (Sevilla, 8 de octubre de 1671 - Madrid, 26 de junio de 1747)

Hijo de Francisco Carrillo de Albornoz Esquivel y Guzmán (Sevilla 18 de junio de 1639), II conde de Montemar, coronel de guardias, director general de la caballería de España, general del Ejército de Orán, caballero de la Orden de Santiago, y de su primera mujer, Leonor de Montiel y Segura, hija de Federico de Montiel y de Isabel de Segura.

Fue comendador de Moratalla en la Orden de Santiago, y segundo coronel del Regimiento de Caballería de Montesa desde 1706 (21 de agosto), ascendido a brigadier al año siguiente (7 de septiembre); en ese mismo año de 1707 sucedió en el condado de Montemar y en 1710 participó con el cargo de mariscal en la batalla de Villaviciosa, que formó parte de la Guerra de Sucesión Española, peleando en el bando triunfador.

Ocupó en dos ocasiones la Capitanía General de Cataluña entre 1722 y 1725, siendo sustituído en el cargo por Guillermo de Melun, marqués de Risbourg (1725 – 1735), pero ocupándolo interinamente en 1726 por deseo del rey. En ese mismo año fue nombrado Capitán General de la Costa de Granada.

El 4 de abril de 1731 fue nombrado capitán general de los Reales Ejércitos, y también sirvió como coronel de las Reales Guardias de Infantería Española, así como director general de la Caballería de España desde 1732; también sirvió como general en jefe del Ejército que reconquistó de Orán: Sale de Alicante la Escuadra de D. Francisco Cornejo con un transporte de 600 velas y división de galeras conduciendo 26.000 hombres a cargo del general D. José Carrillo de Albornoz, Conde de Montemar, con 110 cañones y 60 morteros así como provisiones y pertrechos. Después de una diversión se desembarca en las proximidades de Orán con 500 lanchas cargadas de granaderos que fueron hostigados por 2.000 jinetes moros. Una vez desembarcados todos los hombres comenzaron a tomar posiciones, como la de Monte Santo, lo que atemorizó a los defesores de Orán, que la abandonaron, y así fue tomada por los Españoles con sus 5 fortines, 138 cañones y 7 morteros y abundante munición intactos. en el puerto (Mazalquivir) se tomaron una goleta y 5 bergantines corsarios. Una vez tomada, y asegurada la plaza se dejó con 8.000 infantes y un regimiento de caballería. La reacción de los moros no se hizo de esperar, y atacaron en Orán el castillo de San Andrés.

En el año 1732 fue nombrado caballero de la Orden del Toisón de Oro.

Participó en la Batalla de Bitonto (25 de mayo de 1734), donde arrebató a los austriacos las plazas de Nápoles y Sicilia en provecho de los Borbones, que habían pertenecido a la Corona de España hasta 1700. En agradecimiento a los servicios prestados en esta batalla, Felipe V de España elevó en 1735 el condado de Montemar a ducado, añadiéndole la Grandeza de España, por Real Cédula de 20 de mayo de dicho año. Posteriormente sirvió como Ministro de Guerra desde 1737 y 1741, falleciendo en Madrid el 26 de junio de 1747.

lunes, 27 de septiembre de 2010

La bandera española en San Juan de Puerto Rico

Hace algunos años, en el canal de entrada de San Juan de Puerto Rico, frente a los castillos del Morro y San Cristóbal, me llamó la atención una enorme bandera española que alguien ondeaba en un edificio blanco próximo a la embocadura. «Son las monjas», dijo quien me acompañaba, que era mi amigo y editor en Puerto Rico Miguel Tapia. «Y eso es que está entrando un barco español.» No hablamos más en ese momento, pues estábamos ocupados en otras cosas; pero lo de la bandera y las monjas me picó la curiosidad. Así que después procuré enterarme bien del asunto, que resultó ser una bella historia de lealtades y nostalgias. Algo que realmente comenzó hace más de un siglo, el 16 de julio de 1898.

Aquel fue el año del desastre. Trece días antes, la escuadra del almirante Cervera, que había salido a combatir sin esperanza en el combate más estúpido y heroico de nuestra historia, había sido aniquilada en Santiago de Cuba por el abrumador poder naval norteamericano. Los buques de guerra yanquis bloqueaban la isla de Puerto Rico, impidiendo la llegada de refuerzos y suministros a las tropas cercadas. En esas circunstancias, el Antonio López, un moderno y rápido buque mercante que había salido de Cádiz con armas y pertrechos para la guarnición, recibió un telegrama con el texto: «Es Que Usted Haga Llegar Preciso El Cargamento Un Puerto Rico Aunque Sí Pierda El Barco». Veterano, disciplinado, profesional, con los aparejos en su sitio, el capitán del Antonio López, que se llamaba don Ginés Carreras, intentó burlar el bloqueo estadounidense. No lo consiguió. El 28 de junio, cuando navegando sin luces y pegado a la costa intentaba entrar en San Juan, fue localizado por el USS Yosemite, que lo cañoneó. El capitán Carreras logró escapar a medias, varando el barco en Ensenada Honda, cerca de la playa de Socorro, desde donde en los días siguientes intentó llevar a tierra cuanto podía salvarse del cargamento. Pero dos semanas más tarde, el USS New Orleans se acercó para dar el golpe de gracia, destrozándolo a cañonazos.

Fue entonces cuando se tejió la historia que les cuento. Bajo el bombardeo, un tripulante del Antonio López, que se había atado la bandera del barco a la cintura antes de echarse al agua para intentar ganar tierra a nado, llegó gravemente herido a la orilla. Nunca pudo averiguarse su nombre, pues murió en brazos de un puertorriqueño de los que acudieron a ayudar a los náufragos. «Que no la agarren», suplicó el marinero mientras moría, señalando la bandera. Y el puertorriqueño cumplió su palabra, quizá porque se llamaba Rocaforte y era de padres gallegos. Hombre supersticioso o religioso, y en cualquier caso hombre de bien, por no incumplir la demanda de un moribundo, la guardó en su casa durante años. Y al fin, un día, pensó en las monjas.

Eran españolas, de las Siervas de María, instaladas en la isla desde 1897. Atendían un hospital junto a la boca del puerto, y permanecieron allí después de la salida de España y la descarada apropiación de la isla por los Estados Unidos. Acabada la guerra, las hermanas, con la natural nostalgia, adoptaron la costumbre de saludar desde la galería del hospital, agitando sus pañuelos, cada vez que un barco de su lejana patria entraba o salía en el puerto. Eso dio a Rocaforte la idea de confiarles la bandera. Se presentó en el hospital, contó la historia a la madre superiora, y le entregó la enseña. Y desde entonces, cuando entraba o salía de San Juan un barco español, las monjas hacían ondear en la galería, en vez de pañuelos, la vieja bandera del barco perdido.

Todavía lo hacen, un siglo después. De las veintisiete monjas que atienden hoy el hospital de las Siervas de María, ya sólo cinco son compatriotas nuestras. Pero cada vez que un barco español pasa frente al hospital, navegando lentamente por la canal de boyas, su capitán cumple el viejo ritual de dar tres toques de sirena y hacer ondear la bandera en respuesta al saludo de las monjas, que desde la galería agitan la suya. De haberlo sabido, aquel anónimo marinero del Antonio López que hace ciento doce años se arrojó al mar, intentando ganar la playa bajo el fuego norteamericano con la enseña de su barco atada a la cintura, estaría satisfecho. Me pregunto si quienes salieron a la calle tras el último partido del Mundial de Fútbol, llenándolo todo de colores rojo y amarillo, serían conscientes de que se trataba de la misma memoria y la misma bandera. Y de que, al ondearla con júbilo en calles y balcones, rendían también homenaje a tanta ingenua y pobre gente que, manipulada, engañada, manejada por los de siempre -«Aunque Sí Pierda El Barco», ordenaron los que diseñan banderas pero nunca mueren defendiéndolas-, cumplió honradamente con lo que creía eran su deber y su vergüenza torera. Y esto incluye a las monjas de San Juan.
("El Semanal")

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El bombardeo de San Juan de Puerto Rico




El Bombardeo de San Juan o Ataque a San Juan fue un enfrentamiento entre las defensas de San Juan de Puerto Rico y una escuadra estadounidense ocurrido en 1898, durante el transcurso de la Guerra Hispano-Estadounidense en Puerto Rico.


La ciudad estaba defendida por una serie de fortificaciones de los siglos XVI, XVII y XVIII, medianamente reformados en la década de 1880 y reartillados en 1896. Eran: el Castillo de San Cristóbal, el del Morro, el de San Antonio, el de San Fernando, el de Santa Elena, el de San Agustín y el de Santa Teresa. Se disponía de un total de 54 piezas de artillería (de las que sólo se usaron 44 en el ataque) distribuidas en 19 baterías. Además se disponía de 20 cañones de campaña.
La guarnición, contando al Ejército, a los Regimientos de Voluntarios y otros cuerpos de reserva (como la Guardia Civil), ascendía a unos 18.000 hombres.

El 12 de mayo de 1898 se presentó ante San Juan (Puerto Rico) una escuadra estadounidense formada por dos acorazados, el Iowa (12.647 ton.) y el Indiana (10.288 ton.), un crucero acorazado, el New York (8.200 ton), dos monitores, el Terror (3.990 ton.) y el Amphitrite, dos cruceros, el Detroit y el Montgomery, y un remolcador, el Wonpatuk (que no llegó a participar), con una fuerza total de 164 cañones. La flota, comandada por el almirante William Thomas Sampson, tenía por objetivo interceptar la escuadra que Pascual Cervera traía desde la Península.
El Iowa efectuó el primer disparo y el Castillo de San Cristóbal fue el primero en responder.
Tras 2 horas y 19 minutos de intensos disparos, la flota estadounidense se retiró.
Los barcos estadounidenses dispararon un total de 1.360 proyectiles de los cuales el 80 % no estallaron por estar defectuosos o por estar mal preparados; el 20 % se quedaron cortos y cayeron en el mar, el 60 % fueron largos y cayeron lejos de las baterías, y sólo el 20 % dieron en las baterías o cerca de ellas. Por ello, aunque el objetivo principal era el Castillo del Morro, muchos disparos cayeron dentro de la ciudad, otros en la bahía, dañando a los barcos atracados (como el Alfonso XIII o el buque de guerra francés Admiral Rigaud, en visita de cortesía).
Las fortificaciones españolas realizaron 441 disparos, alcanzando al Iowa y al New York.

martes, 14 de septiembre de 2010

El granadero Martín Álvarez



Nació Martín Álvarez en Montemolín (Badajoz) en 1766. Era hijo único del matrimonio de Pedro Álvarez y Benita Galán. El señor Pedro Álvarez carretero por herencia iba de ordinario de Montemolín a Olivenza y Badajoz. Su mujer, Benita Galán, era hija de un antiguo soldado que en muchas batallas había derramado su sangre defendiendo la causa de Felipe V.

En las largas noches de invierno, sentados a la lumbre, la madre de Martín, durante las largas ausencias de su marido, contaba al niño hechos ocurridos a su padre, que llegó hasta el grado de Sargento en las tropas de Felipe V, habiendo de retirarse del Ejército al perder un brazo en la toma de Badajoz, ocupada por los ingleses, portugueses y austríacos.

Desde los 16 años Martín acompañaba a su padre en algunos viajes a Olivenza y Badajoz. En uno de estos tuvieron un encuentro con la banda que dirigía el capitán Bruno.

Muy temprano salieron Martín y su padre, al que los conocidos llamaban “tío Pedro” en uno de los viajes y hallándose el padre dormido sobre el carro mientras Martín cantaba montado en una de las mulas que tiraban del carro al internarse el camino por entre un pinar, un hombre a caballo le salió al paso diciendo:
–la bolsa o la vida-. Salta Martín de la mula y coge dos piedras mientras el de a caballo le apuntaba con una pistola y le dice:
- Procura hacer buena puntería pues como falles el tiro eres hombre muerto.
En esto se despierta el padre a la vez que por el pinar llega el señor Bruno con dos hombres más a caballo y conociendo que se trataba del tío Pedro, le dice al primer bandolero:
- Guarda la pistola Zurdo, que ahora no es menester.
Y acercándose al tío Pedro le dice:
- ¡saque la bota tío Pedro! ¿Qué novedades hay por el pueblo? Perdona el susto pero es que el Zurdo es nuevo en la partida.
Y mirando a Martín le dice:
-¿Y a todo esto que pensaba hacer el jovencito para defenderse?
A lo que Martín contesta:
- Lo que hiciera cualquier hombre honrado a quien intentan quitarle lo único que tiene, defenderme y si es preciso hasta perder la vida.
A lo que contesta el capitán Bruno:
- ¡Bravo!, Tío Pedro. Qué lastima que su hijo en vez de carretero no se dedicar a la milicia, le pronostico que había de ser un buen soldado.
Y contesta el tío Pedro:
- Eso es lo que hace falta señor. Bruno, que a los cuentos que su madre le tiene metidos en la cabezale venga usted diciendo eso.
Marcharon los bandoleros sin molestarles y continuó el viaje sin dejar de pensar Martín en la conveniencia de hacerse soldado.

Muerto el padre siguió Martín con el oficio de carretero, comenzó a enamorarse de María, hija del mesonero Antonio Gil, del mesón nuevo de Montemolín y de Nicolasa Benklar, hija de un alemán, la cual no estaba de acuerdo con los amores de Martín y en cambio quería casar a su hija con Jaime, hijo del molinero,y más rico que Martín.

A la vuelta de uno de los viajes se encuentra Martín con la doble triste noticia del fallecimiento de su madre y del casamiento casi forzado de María con Jaime. Entonces decide hacerse soldado.

Va a Sevilla donde muestra sus deseos de alistarse en un regimiento de caballería, pero topa con los de la Armada. ¿Qué hacían alistadores de la Armada en Sevilla? Por aquel entonces los batallones de Infantería de Marina tenían en Sevilla, Granada y otras capitales destacadas partidas de hombres que eran bien pagados, tenían buena presencia y lucían sus lustrosos uniformes para intentar captar voluntarios para la Armada; en Sevilla había un pequeño destacamento de reclutación compuesto por un Capitán, un sargento, dos cabos y doce granaderos escogidos, uno de los cuales era Lucas García, granadero de marina, el cual vestía con arrogancia una buena casaca azul turquí, con solapa encarnada vuelta hacia fuera, calzón azul, charreteras encarnadas, gorra de pelo con manga grana terminada en borla amarilla, cuyo uniforme lucía adoptando un aire marcial que impresionaba.

Quedó encantado Martín con su nuevo amigo Lucas García, pero este viendo la preferencia de Martín por servir en caballería, para no decepcionar e impresionar al aspirante, llamaba a su Regimiento "Los Dragones del Viento" y a sus barcos, caballos con nombres de Santos. Así pasó a ser soldado de la Tercera Compañía del Noveno Batallón de la Infantería de Marina, un 26 de abril de 1790, dando su talla cinco pies y siete pulgadas.

De Sevilla marchó a Cádiz. Tras la instrucción y una temporada de vigilancia en los Asenales, el 16 de septiembre de 1792 embarca como soldado en el navío “Gallardo”, de 74 cañones, pasando de Cádiz a Cartagena.

El año 1793 España e Inglaterra estaban aliadas en guerra con Francia donde Robespierre y sus secuaces artífices de la Revolución Francesa habían dado muerte a Luis XVI, con quién los soberanos de España e Inglaterra tenían tratados de amistad. El Teniente General de la Marina D. Francisco de Borja fue encargado de mandar la Escuadra que debía salir de Cartagena. Desde allí se dirigió a Barcelona como centro de operaciones para el bloqueo de las costas de Francia. En un mensaje del Almirante inglés Hood que bloqueaba Marsella y Tolón pedía seis buques españoles para que le auxiliasen y uno de los enviados fue el "Gallardo" donde servía Martín Álvarez. Cuando llegó este refuerzo ya los españoles e ingleses habían tomado Tolóny puesto por gobernador de aquella plaza al heroico militar don Federico Gravina. Entusiasmó de tal modo esta victoria de los españoles que don Francisco de Borja decidió desalojar a los franceses de las islas de San Pedro y San Antíoco al Sur de Cerdeña tomadas por los franceses. Allí se encaminó el “Gallardo” y conseguido esto se volvió de nuevo a Cartagena.

El año 1794 figura Martín Álvarez en la lista de la tropa nombrada para transbordar al “San Carlos” en un viaje a las Antillas para convoyar a los buques y transportes que conducían gentes y pertrechos para la defensa de las Antillas.

En 1796 figura en la guarnición del navío “Santa Ana”, de 112 cañones. Pasa después a la guarnición del “Príncipe de Asturias”, también de tres puentes y 112 cañones, y el 1 de febrero de 1797 pasó al “San Nicolás de Bari”, de 74 cañones, al mando del Capitán de Navío don Tomás Geraldino, que se hizo a la mar con la Escuadra que desde Cartagena hizo rumbo a Málaga y al Atlántico donde debía recibir un gran convoy.

Cuenta el General Bermúdez de Castro en su publicación de “Combate naval del Cabo de San Vicente y el granadero Martín Álvarez”, que encontrándose en Gibraltar a donde había ido con motivo de la Exposición de la Marina del año 1885, vio entre los cañones tomados por los ingleses en Aboukir, Trafalgar y San Vicente, uno que era una verdadera joya, de bronce, con un precioso cascabel con dos delfines en sus asas, y esculpido el escudo de España con el “Carolus III”. Un oficial inglés que le acompañaba le dijo: “Del San Nicolás, en la batalla del Cabo de San Vicente”.

Vio asimismo en la casamata donde se encontraba el cañón una plancha de hierro donde figuraba escrito un texto en Inglés que traducido por el oficial al Castellano decía: “14 de febrero de 1797.Batalla Naval del Cabo de San Vicente. ¡Hip Capitán! ¡Hip San Nicolás! ¡Hip Martín Álvarez!".

Dice el General Bermúdez de Castro que en su ignorancia creyó que el San Nicolás sería el Santo del día, y el Martín Álvarez algún español que se había distinguido como capitán al servicio de Inglaterra. Ante la expresión dubitativa del general Bermúdez de Castro, entonces con el grado de Teniente de Marina, el oficial que le acompañaba, prometió mandarle una crónica de la batalla con quién tenía relación aquel cañón. El oficial se llamaba Sir John Butler. En esta época de fines del siglo XVIII, año 1797, España tenía concertada una alianza ofensiva y defensiva con el Directorio francés por el tratado de San Ildefonso.

La crónica del oficial inglés relataba la batalla, y al llegar a la parte que nos interesa decía:

“../..Pero en el barco español “San Nicolás de Bari” queda algo por conquistar. Sobre la toldilla arbola la bandera española que flota al viento cual si todavía el barco no se hubiese rendido. Un oficial inglés que lo observa va a ella para arriar la bandera. Antes de llegar un soldado español, de centinela en aquel lugar, sin apartarse de su puesto, le da el alto, el oficial no le hace caso y se acerca, el sable del centinela lo atraviesa con tal fuerza que lo queda clavado en la madera de un mamparo. Un nuevo oficial y soldados se acercan y el centinela no logrando desasir su sable de donde se hallaba pinchado, coge el fusil a modo de maza y con él da muerte a otro oficial y hiere a dos soldados. Da después un salto desde la toldilla para caer sobre el alcázar de popa donde lo acribillan a tiros los ingleses. Nelson que ha presenciado la escena se aproxima al cadáver silencioso. Urge desembarazar los barcos de muertos y ruina y se comienza a dar sepultura a los muertos. Todos tienen el mismo trato. Una bala atada a los pies. Un responso del capellán y por una tabla deslizanse hundiéndose en el mar. Al llegar al turno al centinela español, Nelson ordena que se le envuelva en la bandera que había defendido con tanto ardor.

A Nelson se debe que el nombre de este granadero Martín Álvarez no quedase en el anonimato y figure en la casamata que se encuentra en Gibraltar, un cañón de su barco. Los ingleses comprueban que el centinela Martín Álvarez no estaba muerto, sino mal herido. Lo curan, lo llevan a Lagos, en el Algarve al sur de Portugal y le dan pasaporte para volver a España, aunque desde otras fuentes se indica que escapó de dicho internamiento.

Desde Lagos, dice Arnao, viajó a Montemolín y luego a Sevilla y posteriormente a Cádiz para testificar en la causa instruida para la averiguación de la conducta del comandante y los oficiales del “San Nicolás de Bari” lo mismo que de los demás buques en el desastre del Cabo de San Vicente. Su Majestad el Rey confió el papel de Fiscal de la causa al Mayor General de la Armada don Manuel Nuñez Gaona.

En el interrogatorio de Martín Álvarez se dijo lo siguiente:

El General Núñez: - ¿Se encontraba en el navío “San Nicolás de Bari” con ocasión de rendirse este barco a los ingleses?

Martín: - Yo no he estado nunca en el “San Nicolás de Bari” en ocasión de rendirse a los ingleses.

El Fiscal: - ¿No te encontrabas en el “San Nicolás de Bari” el 14 de febrero?

Martín: -Sí señor­.

El Fiscal: ­-¿Y no fuiste después a poder de los ingleses?

Martín: -Si señor-.

El Fiscal: - Entonces, ¿por qué niegas haber estado en el “San Nicolás de Bari” con ocasión de redirse a los ingleses?

Martín: - Porque el “San Nicolás de Bari” no se rindió, sino que fue abordado y tomado a sangre y fuego.

El Fiscal: - ¿Y a qué llamáis entonces rendirse?

Martín: - Yo creo, que no habiendo ningún español cuando se arrió su bandera, mal pudieron haber capitulado.

El Fiscal: -¿Pues donde estaba la tripulación?

Martín: - Toda se hallaba muerta o malherida.

Tras la investigación sumaria que se instruyó por el combate el Fiscal se expresa:

"No puedo pasar en silencio la gallardía del granadero de Marina Martín Álvarez, perteneciente a la tercera compañía del noveno batallón, pues hallándose en la toldilla del navío San Nicolás cuando fue abordado, atravesó con tal impetu al primer Oficial inglés que entró por aquel sitio que al salirle la punta del sable por la espalda la clavó tan fuertemente contra el mamparo de un camarote, que no pudiendo librarla con prontitud, y por desasir su sable, que no quería abandonar, dió tiempo a que cayera sobre el el grueso de enemigos con espada en mano y a que lo hirieran en la cabeza, en cuya situación se arrojó al alcazar librándose, con un veloz salto, de sus perseguidores".

Por los méritos recogidos en la batalla, se le quiso como premio ascender a cabo, impidiéndolo su analfabetismo, aprendió a leer y escribir en pocos meses y fue nombrado cabo el 17 de febrero de 1798 y en agosto de ese mismo año cabo primero, al poco embarca en el navío "Purísima Concepción" de 112 cañones de la escuadra de Mazarredo y parte hacia Brest (Francia), al unirse en Cádiz con la escuadra española y la francesa de Bruix.

El 12 de noviembre llegó una urca destinada a la correspondencia, y una de las cartas era un escrito oficial que se refería a Martín, entoncés se izó una bandera encarnada como señal infalible de algo extraordinario, e inmediatamente fue comunicada la orden para que toda la guarnición y tripulación del navío formase sobre cubierta, se adelantó el comandante del "Concepción" y mandó salir de la formación al Cabo Primero de granaderos Martín Álvarez, se leyó un Decreto Real por el cual se le concedía cuatro escudos mensuales como pensión vitalicia. A su vez ostentó en el brazo izquierdo el escudo de premio que llevaban los indivíduos de la clase de tropa por acciones distinguidas de guerra.

"El Rey nuestro señor, ha visto con satisfacción el denodado arrojo y valentía con que se portó a bordo del navío San Nicolás de Bari, el granadero de la 3ª Compañía del 9º Btallón de Marina Martín Álvarez, cuando el 14 de febrero de 1797 fue dicho buque abordado por tres navíos ingleses;pues habiendo Alvarez impedido por algún tiempo la entrada a un trozo de abordaje, supo también defender la bandera que el Brigadier don Tomás Geraldino le había confiado antes de su muerte, y con su valor hizo de modo que aquella se mantuviese arbolada aun después de todo el grueso de los enemigos tenían coronado su navío. Teniendo también Su Majestad en consideración de la honrada conducta que en el servicio observa Martín, se ha servido concederle 4 escudos mensuales por vía de pensión vitalicia, en premio de su bizarro comportamiento; y es su real voluntad que se les haga saber esta benébola y soberana disposición, al frente de toda la tripulación y guarnición del navío donde se halle embarcado".

Estando la escuadra del General Mazarredo en Brest (Francia) en cumplimiento de los planes de Napoleón, una mañana en que Martín Álvarez estaba de guardia en el navío “Concepción”, sufrió una accidental caída, dándose un fuerte golpe en el pecho por lo que hubieron de desembarcarlo e ingresarlo en el Hospital de Brest, donde falleció el 23 de febrero de 1801.

Como recuerdo a este héroe, la Armada, en una Real Orden de 12 de diciembre de 1848, dispuso que permanentemente un buque llevase el nombre de este glorioso marino.

En 1936 se inauguró un paseo en Montemolín, su pueblo natal, con una estatua del heroico marino a cuyo acto asistieron el Gobernador Civil, el Obispo de la Diócesis, el Almirante Bastarrechey una compañía de Guardias Marinas de San Fernando, con banda, que desfiló por la población.

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domingo, 5 de septiembre de 2010

La Batalla de Bahía de Cárdenas




El 25 de abril de 1898, Estados Unidos declaró la guerra a España. Para protegerse de los buques estadounidenses (que ya operaban en la zona antes de la declaración formal de guerra), la Ligera y la Alerta, dos lanchas cañoneras de 40 toneladas, equipadas cada una con dos cañones, y el Antonio López, un remolcador, se refugiaron en el puerto de Cárdenas (provincia de Matanzas). El Antonio López fue armado con un cañón de tiro rápido "Nortenfelt" de 57 mm para poder atacar a los insurrectos cubanos.

El mismo día 25, la Ligera entabló un combate con un torpedero estadounidense[1] que reconocía la zona. El torpedero disparó 70 veces sobre el barco español, de los cuales sólo uno acertó y sin graves consecuencias. La Ligera respondió al fuego enemigo dejándole con graves averías en la sala de máquinas con tan sólo 10 disparos. El buque estadounidense no tuvo más remedio que retirarse.
Esta escaramuza se convirtió en el primer combate de la Guerra hispano-estadounidense.

Los tres barcos españoles quedaron bloqueados en la bahía por un escuadrón estadounidense formado por el cañonero Wilmington (1.392 T) con 16 cañones de 10 cm y 4 ametralladoras, el crucero Machias (1.177 T), el guardacostas Hudson con 2 cañones de 57 mm de tiro rápido, y el torpedero Winslow.

Tras varias escaramuzas sin relevancia, y al ver los estadounidense que el bloqueo duraba demasiado, decidieron atacar frontalmente. El 11 de mayo, el Machias, el Hudson y el Winslow entraron en la bahía. Las lanchas españolas se retiraron y buscaron refugio en las zonas de menor profundidad, donde los buques estadounidenses no podían llegar. El Antonio López de mayor calado, se dirigió al puerto para que su tripulación pudiera evacuar el barco si fuese necesario.

Después de barrer el área en busca de minas navales, el capitán Todd ordenó al Winslow aproximarse a la costa e investigar. Al ver al solitario remolcador español, se dirigió hacia él disparando sus cañones. El Antonio López respondió, con tan buen acierto que al segundo disparo, ya había dejado al Winslow sin sistema de gobierno. El Wilmington acudió veloz a ayudar a sus compatriotas dando fuego de cobertura, pero tampoco consiguió gran cosa, mientras el Hudson evacuaba a la tripulación del Winslow. Tal situación era impensable para los estadounidenses, por lo que comenzaron a bombardear la ciudad esperando destruir inexistentes baterías ocultas que creían que les disparaban.

Tras dos horas y media de combate, el Wilmington se retiró con dos impactos, seguido del Hudson, con cuatro impactos, que remolcaba al Winslow, con las máquinas inutilizadas y graves averías, que obligaron a la Armada estadounidense a darle de baja.

Este combate se convirtió en la mayor victoria española de la guerra, ya que causó más bajas en el bando estadounidense que en todos los combates anteriores y posteriores.

Por su victoria, el teniente de navío Montes, comandante del Antonio López recibió la Cruz Laureada de San Fernando y el teniente de navío Pérez Rendón, comandante de la Ligera, por su acción del 25 de abril, la Cruz Naval de María Cristina

Hechos similares ocurrieron en las bahías de Manzanillo y Cienfuegos.

En todas las publicaciones estadounidenses este combate es descrito como una batalla contra poderosas baterías ocultas. A pesar de que el comandante de artillería Severo Gómez Núñez niega su existencia en su libro "La Guerra Hispano-Americana" (1899), un año después escritores ingleses y franceses continúan dando por buena la versión estadounidense. En 1902, "A history of the United States Navy" volvió a justificar su derrota en las baterías ocultas.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Batalla de la Higueruela. 1 de julio de 1431.




La Historia bien pudo adelantarse bastantes años y que la toma de Granada fuera mucho antes de que lo hicieran los Reyes Católicos...

Juan II de Castilla contra Granada
En 1410 el rey castellano conquistó la ciudad de Antequera. Tan solo resta conquistar el reino de Granada para completar la expulsión de los musulmanes de la península. Pero el rey Juan II, enfrascado en luchas civiles y dinásticas, no prosigue el impulso reconquistador. No obstante, en 1431 hubo un momento propicio para el ataque contra el reino nazarí. Juan II, que contaba con 25 años de edad, acababa de hacer las paces con los Infantes de Aragón y puso sus ojos en Granada.
El ejército castellano, al mando del rey Juan II, estaba compuesto por las tropas reales, mesnadas nobiliarias, las tropas de los caballeros de Santiago y 3.000 lanzas de Don Álvaro de Luna. Penetraron desde Córdoba y establecieron el campamento en las inmediaciones de Sierra Elvira, situada a unos 10 kilómetros de Granada. El rey dividió su ejército en tres columnas: una se internó en la Vega de Granada, otra se dirigió hacia la Serranía de Ronda y la tercera lo hizo hacia la zona de Montefrío.
Ante el ejército castellano apostado en Sierra Elvira se desplegaron los musulmanes. Su ejército estaba formado por los caballeros granadinos, adiestrados en justas y tácticas ecuestres, y tribus enteras desplegadas en guerrilla por el campo de batalla armadas con lanzas y flechas que habían acudido a la batalla desde las Alpujarras conducidos por sus alfaques.
El 1 de julio se dio el sangriento encuentro. La batalla se conoce por el nombre de "La Higueruela" porque lo único que quedó vivo en el campo de batalla despues del feroz combate fue una solitaria higuera.
Desplegado el ejército castellano, Don Juan II montó a caballo a la puerta de su tienda, cabalgó con una gran comitiva de grandes y capitanes y dió al grueso del ejército la señal de ataque. Juan Álvarez Delgadillo desplegó la bandera de Castilla. La primera línea musulmana, formada por aquella muchedumbre de rostros denegridos, trajes humildes, armas groseras y modales de rústica fiereza fue arrollada en el primer empuje castellano. Chocaron por fin con los caballeros de Granada y comenzó una fiera lucha cuerpo a cuerpo entre jinetes y caballos. Ninguno de ambos bandos cejaba en la pelea. En un momento dado el Condestable de Castilla enardeció a sus caballeros con voces de "¡Santiago! ¡Santiago!". Los granadinos comenzaron a flaquear y pretendieron replegarse en orden, pero no pudieron resistir el empuje de la caballería castellana y huyeron a la desbandada.
En la batalla pereció la flor y nata de la caballería y nobleza granadina. Según fuentes árabes "nunca el Reino de Granada padeció más notable pérdida que en esta batalla". Autores cristianos cifran en 30.000 los muertos granadinos, lo cual es sin duda una exageración pero que expresa muy bien la magnitud de la batalla y la gran mortandad ocasionada en el ejército musulmán.
Juan II no supo explotar el éxito conseguido. Algunos nobles, celosos del protagonismo alcanzado en el combate por el Condestable de Castilla, aconsejaron al rey que se replegara hacia Córdoba, cosa que hizo el rey pretextando la escasez de sus provisiones. Se contentó con imponer al Granada un nuevo rey, del que recibió su homenaje, y nuevos tributos.

jueves, 26 de agosto de 2010

La Batalla de Puentesampayo



La batalla de Puentesampayo o Puente Sampaio fue un enfrentamiento armado de la Guerra de la Independencia Española que tuvo lugar en la localidad gallega de Puentesampayo (Pontesampaio en gallego, actualmente perteneciente al municipio de Pontevedra), entre los días 7 y 9 de junio de 1809.
El coronel Pablo Morillo recibió el encargo de organizar y alistar a todas las fuerzas posibles en torno a la ciudad de Pontevedra para convertirlas en un ejército para la lucha contra los franceses. Una vez organizadas las tropas en lo que se denominó la División del Miño, Murillo recibió una petición de ayuda de Cachamuiña, quien se encontraba atacando Vigo.
Ambos líderes acordaron actuar conjuntamente y el ataque español sobre Vigo se saldó con éxito, obligando a la guarnición francesa a rendirse. El mismo Cachamuiña derribó con un hacha de mano la puerta de Gamboa.
Tras la rendición de la ciudad, la guarnición francesa fue embarcada en un buque inglés para salvarla de la ira popular. Posteriormente, Morillo decidió atacar Marín, dónde había un destacamento francés. Con la ayuda de dos buques ingleses, las tropas españolas atacaron por tierra y mar desde la península del Morrazo. La guarnición francesa de Marín huyó y se refugió en Pontevedra.
La acción decidida de las tropas españolas liberó prácticamente toda la provincia de Pontevedra excepto la capital. Mientras, Morillo dividió sus fuerzas en dos partes, la de El Morrazo y la de Cotobade, también llamada la unidad.

Morillo, organizado ya su ejército, decidió marchar hacia la ciudad de Pontevedra. Las tropas francesas se retiraron a Santiago de Compostela al enterarse del avance español, donde fueron reforzadas con otras tropas llegadas de La Coruña. Tras el nuevo vuelco de la situación, Morillo recibió el encargo de cortar el avance francés y decidió plantar batalla en Puentesampayo. Las tropas españolas cortaron dos arcos del puente sobre el río Verdugo. Las tropas españolas se atrincheraron en la orilla sur con la intención de detener el avance del Cuerpo de Ejército, mandado por el mariscal Michel Ney. Los defensores contaban con dos cañones facilitados por Antonio Gago de Marín, y tres provenientes de Redondela. Al mando de la defensa del paso estuvo Juan D'Odogerty.

El 7 de junio, el mariscal Ney, al mando de 10.000 hombres, atacó realizando un ataque frontal sobre el puente cortado, siendo rechazado con serias pérdidas. Al día siguiente, Ney ordenó a una parte de sus fuerzas que atacaran en Caldelas, dos leguas río arriba, cuyo puente no había sido destruido. Al otro lado del río, los paisanos de El Morrazo, Pontevedra y La Lama se atrincheraron con piedras y troncos de árboles. La batalla, al igual que en Puentesampayo fue terrible. Los mamelucos, la caballería de élite del ejército francés, cargaron en tres ocasiones contra los voluntarios gallegos, que los rechazaron en otras tantas ocasiones.

El día 9, Ney convocó consejo de sus oficiales y decidió la retirada. Esta fue penosa porque el ejército francés resultó acosado por los guerrilleros que atacaban y mataban a los soldados rezagados. Las tropas de Ney se reunieron en Lugo con los de Jean de Dieu Soult, que tuvieron que abandonar Portugal y todos juntos se retiraron de Galicia en julio de 1809. El choque supuso la definitiva evacuación de Galicia por parte del ejército napoleónico y la creación de un nuevo frente para sus armas.

lunes, 16 de agosto de 2010

El sitio de San Agustín


El sitio de San Agustín de 1740 fue el tercer asedio (o cuarto, si se incluye el ataque de Francis Drake en 1586) que sufrió la capital colonial de Florida y el de mayor envergadura en su historia. Este episodio se encuadra en el marco de la Guerra de la Oreja de Jenkins que había estallado entre España y Gran Bretaña el año anterior.

El ataque fue concebido por el entonces gobernador británico de Georgia, James Edward Oglethorpe. Sabedor de que su joven y poco poblada colonia estaba en desventaja a la hora de enfrentarse a la guarnición española en Florida, Oglethorpe decidió lanzar un ataque preventivo sobre su principal fortaleza, San Agustín, antes de que los españoles pudieran organizar una expedición en sentido contrario. Para ello organizó una fuerza de 600 regulares del 42º Regimiento de Infantería, a los que se añadieron 400 hombres más reclutados entre los colonos y una flotilla de ocho naves al mando del Comodoro Vincent Pearce, que tenía como objetivo impedir que la ciudad recibiese suministros por mar durante el asedio. Finalmente, Oglethorpe decidió protegerse las espaldas antes de emprender la marcha negociando una paz duradera con los jefes de los poderosos indios seminola, un belicoso pueblo que vivía a caballo entre los territorios reclamados por España y Gran Bretaña y no reconocía la autoridad de ninguna de estas naciones. La propuesta británica se reducía originalmente a la garantía nativa de mantenerse neutrales en el conflicto, cosa que aceptaron los jefes de todas las bandas excepto una, la de los alachuas u ocomíes dirigidos por Ahaya. En su lugar, este jefe, que abrigaba un profundo odio por los españoles, ofreció su colaboración a Oglethorpe e incrementó sus fuerzas añadiendo 1200 guerreros más bajo su mando.

Tras cruzar la frontera, la fuerza invasora atacó y capturó con éxito el Fuerte Mosé, defendido por 100 reclutas de raza negra (en su mayoría antiguos esclavos huidos de las propias plantaciones británicas y acogidos por los españoles). La mayor parte de éstos, no obstante, consiguió escapar de allí y dar la voz de alarma al gobernador de Florida, Manuel de Montiano, en su residencia de San Agustín. La guarnición de la ciudad fue entonces llamada a las armas, mientras que la población civil se refugió tras las murallas del Castillo de San Marcos, la principal estructura defensiva de San Agustín.
El contraataque español no se hizo esperar y esa misma noche las tropas de Montiano asaltaron el Mosé por sorpresa, matando, hiriendo o capturando a más de 100 hombres de la guarnición que había quedado allí mientras Oglethorpe y el grueso de sus tropas instalaban unos cañones en la Isla Anastasia y la playa norte para poder bombardear los muros de la ciudad. Entre los británicos caídos en el Mosé se encontraba el Coronel John Palmer, quien había supervisado el segundo asedio de San Agustín en 1727, lo que representó un duro golpe para la moral de los invasores.
Los británicos cambiaron entonces de estrategia y se limitaron en lo sucesivo a mantener un bloqueo por tierra y mar con la esperanza de que la ciudad terminase por rendirse víctima del hambre, mientras sus baterías bombardeaban los murallas sin descanso. Sin embargo, las naves de Pearce se vieron incapaces de cortar completamente el acceso a la ciudad desde el agua y durante los 38 días siguientes que duró el sitio los españoles estuvieron recibiendo suministros y armamento procedentes de Cuba desde un islote llamado Mosquito. Finalmente, ante la evidencia de que el asedio había fracasado y las noticias de que se acercaba una flota de auxilio procedente de La Habana, Oglethorpe decidió levantar el sitio y volver a Georgia.

San Agustín no cayó entonces y con ello se acrecentó la fama de inexpugnable que la ciudad y especialmente el Castillo de San Marcos se habían labrado durante los dos asedios de 1702 y 1727. Este revés previno la caída de Florida en manos británicas y obligó a las fuerzas de Oglethorpe a replegarse a sus bases para preparar la defensa de Georgia ante una eventual contrainvasión española.
La fuerza expedicionaria organizada por el propio Montiano partió hacia Georgia en 1742, pero se retiró más tarde tras un par de escaramuzas en la isla de Saint Simons. Los británicos volvieron a atacar Florida una vez más en 1743 pero fueron rechazados una vez más antes de llegar a San Agustín. Durante los 5 años restantes que todavía duró la guerra, Florida y Georgia se mantuvieron relativamente tranquilas, de modo que el tratado de paz suscrito en 1748 se limitó a retornar la situación al statu quo antebellum.

Nótese en el Castillo de San Marcos, de la fotogrfía, la bandera cn la Cruz de San Andrés. En San uan de Puerto Rico, también está permanentemente izada en los castillos de San felipe y San Cristóbal.
Lo mismo que aquí...

jueves, 12 de agosto de 2010

Españoles en la Primera Cruzada


“Entre estos se distinguía un tercio de españoles veteranos, que constaba a lo menos de siete mil hombres muy bien armados y de respetable presencia y ánimo esforzado, de quienes la misma historia, recontando las tropas que salían a la famosa batalla de Antioquía, y la descripción que iba haciendo de ellas al rey Corvalan su privado Amegdelis, se explica de este modo:
«Y pasaron así al puente y pararon sus haces cerca de una oliva que estaba en el campo. Y dijeron así unos a otros: gran merced nos hizo nuestro señor Dios, y muchos nos ama, que de tantos peligros nos ha librado y nos ayuntó aquí ahora para conquerir la su heredad. Y vil y deshonrado sea todo aquel de nos que huyere por moro. Catad la tienda de Corvalan como es rica. Si los caballeros mancebos antes la conquirieren, que nosotros, seremos escarnidos y alabarse han ante nos: Y nosotros no osaremos parecer ante ellos en ningún lugar do ellos sean». Entonces Corvalan, que estaba en su tienda cuando vio aquella gente tan desemejada de la otra preguntó a Amegdelis y díjole: ¿Sabes tú quien son aquellos que están apartados? Nunca vi otros tales, ni otra tal gente, ni semejante a ellos. Dijo Amegdélis: «señor, bien lo puedes saber que aquellos son los muy buenos caballeros del tiempo viejo que conquirieron a España por el su gran esfuerzo, que más moros mataron ellos después que nacieron que vos no trajistes aquí de toda gente: y aunque los otros huyan del campo, sepas que estos no huirán por ninguna manera, que conocen que han logrado ya bien sus días: y si les acaeciere querrán antes aquí morir en servicio de Dios que tornar las cabezas para huir».
Lo cual causó gran desmayo de ánimo en Corvalan, resuelto a no esperar allí tropas tan esforzadas y aguerridas.”

La gran conquista de ultramar ,
Lib. III, cap. 120, fol. 182

Extracto de la conversación del príncipe bizantino Colomán con su vali-do
y consejero Amegdelis antes de la batalla de Antioquía en la Primera Cruzada.

jueves, 5 de agosto de 2010

El Asalto a Ruvo, primavera de 1503





En menos de 24 horas el Gran Capitán hizo una marcha de 14 millas, asaltó la ciudad de Ruvo y regresó a Barletta con numeroso botín, prisioneros y un importante refuerzo de caballos.
La ciudad de Castellaneta se entregó a Pedro Navarro y Luis de Herrera, harta ya de tantas vejaciones y atropellos por parte de los franceses. En cuanto lo supo el duque de Nemours, puso a su ejército en marcha hacia esta ciudad para volver a someterla. Enterado el Gran Capitán de las intenciones del duque, concibió y ejecutó un audaz golpe contra los franceses.
En una noche, el Gran Capitán y la práctica totalidad de su ejército salieron de Barletta en dirección a la ciudad de Ruvo, defendida por Chabannes, Señor de la Palisse. Recorrieron catorce millas a marchas forzadas y al amanecer estaban ante los muros de la ciudad. El Gran Capitán desplegó su artillería y rompió el fuego. En cuatro horas abrió una brecha en la muralla y la infantería española se lanzó al asalto por ella. La lucha cuerpo a cuerpo espada en mano duró siete horas, pero al final el ímpetu español quebró la resistencia de los franceses y el enemigo se rindió.
Tras el combate 600 franceses quedaron prisioneros, entre ellos su jefe, el Señor de La Palisse, que se había distinguido por su valor en la pelea. Habiendo recibido varias heridas, se mantuvo arrimado a una pared peleando hasta que un nuevo golpe le derribó al suelo. El Gran Capitán obtuvo un importante botín de 1.000 caballos, que le permitiría reforzar su caballería.
El ejército español, victorioso, regresó a Barletta inmediatamente finalizado el combate. No hubo violencia ni desmanes contra la población civil. El Gran Capitán en persona se puso a la puerta de la ciudad y no dejó sacar cosa alguna de la Iglesia, si ninguna mujer, ni consintió que a éstas se les hiciera la menor descortesía.
El duque de Nemours se enteró del ataque español a Ruvo. Paró su marcha hacia Castellaneta y se dirigió a socorrer Ruvo. Pero al llegar vio la bandera española ondear en los muros de la ciudad y comprendió que llegó tarde y desistió seguir adelante, comprendiendo que una vez más el Gran Capitán le había burlado.

miércoles, 28 de julio de 2010

Gabriel de Castilla

GABRIEL DE CASTILLA (1577 - 1620)
Militar español expedicionario en Chile y primer europeo en arribar a tierras antárticas más al sur del paralelo 64.
Gabriel de Castilla nació aproximadamente en 1585 y figura entre los conquistadores españoles de América del Sur. Era sobrino (¿o cuñado?) de Luis de Velasco, IX Virrey del Perú entre los años 1596 y 1604.
A finales del siglo XVI se encontraba en Méjico como capitán de artillería, y como tal participó en la defensa de San Juan de Ulúa. En 1595 pasó al Perú, donde su tío (¿o cuñado?) el virrey le nombró comandante en jefe de la plaza de El Callao con tal solo 18 años. Así mismo, le confió el mando de una columna de 215 hombres, bastante mal armados, con los que marchó a Chile para someter a los araucanos y con los que, a pesar de todo, consiguió derrotar a los indios en diversos combates entre 1596 y 1599. No obstante, Gabriel de Castilla necesitaba de más refuerzos, por lo que regresó al Perú.
De nuevo en el Perú, consiguió que el virrey le facilitase otros 140 hombres esta vez bien armados con arcabuces, cuatro cañones y siete mosquetes. Con esta nueva fuerza embarcó sus tropas en dos barcos con la intención de enfrentarse en las costas de Chile a varios piratas holandeses que habían aparecido por la zona. No encontró a los piratas, por lo que desembarcó su columna en Concepción en 1600, y contribuyó con sus soldados a afianzar el dominio español en aquellas regiones.
Zarpó de Valparaíso en marzo de 1603 al mando de tres naves: el galeón Jesús María, de 600 toneladas y 30 cañones; Nuestra Señora de la Visitación, que había pertenecido al corsario Richard Hawkins, y Nuestra Señora de las Mercedes, de 400 toneladas, en una expedición encomendada por su primo hermano el virrey del Perú, don Luis de Velasco y Castilla, para reprimir las incursiones de corsarios holandeses en los mares al sur de Chile.2
Esa flotilla habría alcanzado los 64° de latitud sur. No se han hallado aún en archivos españoles documentos que confirmen la latitud alcanzada y las tierras avistadas; sin embargo, el relato del marinero holandés y ex miembro de la desastrosa expedición de Jakob Mahu, Laurenz Claesz (en un testimonio sin fecha, pero probablemente posterior a 1607), documenta la latitud y la época. Claesz declara:
[haber] navegado bajo el Almirante don Gabriel de Castilla con tres barcos a lo largo de las costas de Chile hacia Valparaiso, i desde allí hacia el estrecho, en el año de 1603; i estuvo en marzo en los 64 grados i allí tuvieron mucha nieve. En el siguiente mes de abril regresaron de nuevo a las costas de Chile.2
Esta latitud no sería sobrepasada sino hasta 1773 por el famoso navegante británico capitán James Cook, quien descendió hasta los 71° 10' de latitud sur.2
Otro documento holandés, publicado en Ámsterdam en tres idiomas en 1622 afirma que a los 64º S hay tierra:
[...] muy alta y montañosa, cubierta de nieve, como el país de Noruega, toda blanca, que parecía extenderse hasta las islas Salomón.
Esto parece confirmar un avistamiento previo a la publicación.
Según otras fuentes, partió con el navío Buena Nueva que comandaba desde puertos del Cono Sur. De acuerdo con dichas fuentes, el relato de su viaje indica que en el verano austral de 1603 superó los 60º de latitud sur, y observó tierras montañosas cubiertas de nieve. Las coordenadas de sus descubrimientos indican que reconoció a las islas actualmente llamadas islas Shetland del Sur (a las que llamó, por su navío, "Islas de La Buena Nueva"), la parte septentrional de la península Antártica. Por las coordenadas que da y por la corografía (descripción de aspectos geográficos) que realiza es muy probable que hubiese llegado asimismo a las islas actualmente llamadas islas Melchior.
Otros historiadores atribuyen el primer avistaje de tierras antárticas al marino holandés Dirk Gerritsz, que habría encontrado las islas Shetland del Sur. Según su relato, su nave fue desviada de curso por una tormenta después de trasponer el estrecho de Magallanes, al regreso de una expedición de pillaje a la India, en 1599. Existen dudas sobre la veracidad del relato de Gerritsz.5
La Base Antártica Española Gabriel de Castilla situada en la isla Decepción (Islas Shetland del Sur), lleva su nombre. Fundada en el verano austral 1989-90, opera sólo en verano.

lunes, 26 de julio de 2010

Eloy Gonzalo

Eloy Gonzalo, llamado El Héroe de Cascorro, (Madrid, 1 de diciembre de 1868 – Matanzas, Cuba, 18 de junio de 1897) fue un soldado español distinguido durante la Guerra de Cuba. [editar] Biografía Huérfano, se crió en la Inclusa de Madrid. Fue destinado al Regimiento de Infantería María Cristina núm. 63, en la localidad de Puerto Príncipe, provincia de Camagüey en Cuba, adonde llega en noviembre de 1895. El 22 de septiembre de 1896 una partida de unos tres mil insurrectos, al mando de Máximo Gómez y Calixto García, cercó la pequeña población de Cascorro, no lejos de Puerto Príncipe. El 26 de septiembre la situación del destacamento español se hizo tan comprometida que la única solución era volar un bohío desde el cual causaban graves daños a la guarnición. Eloy Gonzalo se presentó voluntario para prender fuego a la posición de los insurrectos cubanos. Dice la leyenda que pidió ser atado con una cuerda para que, si caía, su cuerpo pudiera ser recuperado. Así, armado con su fusil y con una lata de petróleo, y atado con una cuerda, se deslizó hacia las posiciones insurrectas, prendiéndoles fuego y regresando indemne a su posición, la cual fue liberada pocos días después por una columna española al mando del general Adolfo Jiménez Castellanos (1844–1929). Eloy Gonzalo tomó parte en más acciones militares, siendo condecorado con la Cruz de Plata al Mérito Militar, pensionada con 7,50 pesetas mensuales. Sin embargo, fallecería en el Hospital Militar de Matanzas a consecuencia de una enfermedad. Sus restos fueron repatriados y reposan en un mausoleo del Cementerio de la Almudena de Madrid junto a los de otros muertos durante los conflictos de Cuba y Filipinas. La gesta de Eloy Gonzalo apenas tuvo relevancia militar en la guerra. Sin embargo, la figura del héroe de Cascorro se hizo muy popular en Madrid probablemente por su condición de expósito y por la necesidad de exaltar un rasgo de heroísmo individual en una guerra. En el mismo año 1897 el Ayuntamiento de Madrid decidió homenajear a este héroe. Para ello, le dedicó una calle (la calle de Eloy Gonzalo) y levantó una estatua en el popular Rastro. La estatua fue esculpida por el escultor segoviano Aniceto Marinas e inaugurada en 1902 por el rey Alfonso XIII. Se trata de una estatua tremendamente descriptiva, que muestra a un soldado común, rifle al hombro, llevando una soga y una lata de petróleo. Más tarde, un acuerdo municipal del año 1913 bautizó esta plaza con el nombre de Nicolás Salmerón, nombre que conservó hasta que la popularidad del héroe dio paso a la denominación oficial de Plaza de Cascorro.... Es increíble, nota aparte, que esta bella estatua de Eloy Gonzalo en el Rastro de Madrid, este siempre rodeada de basura y cartones, ya que es el lugar donde los comerciantes de la plaza depositan las basuras.

jueves, 22 de julio de 2010

La Batalla de Bitonto



La Batalla de Bitonto (25 de mayo de 1734) fue una victoria del ejército español al mando del conde de Montemar sobre el austríaco del Príncipe de Belmonte, en las cercanías de esta localidad italiana. Supuso el fin del dominio austriaco sobre el reino de Nápoles, y la entronización de Carlos de Borbón como rey de Nápoles y Sicilia.
Además de ser una victoria total de los españoles, que acabaron con todo el ejército austriaco, fue importante porque se obtuvo sin participación de sus aliados franceses.
Antecedentes y despliegue
El 10 de mayo de 1734 el Infante don Carlos fue coronado rey de Nápoles después de un victorioso avance del ejército español y ante el que el virrey imperial decidió retirar el grueso de sus fuerzas hacia Puglia. Los dias siguientes el conde de Montemar se dedicó a ocupar los castillos vecinos a Nápoles, tras lo cual marchó a enfrentarse al virrey imperial.
El 25 de mayo ambos ejércitos se enfrentaron en Bitonto. Los austriacos, al mando del general Belmonte, ocupaban una posición fuerte, apoyada a la derecha en el monasterio de San Francisco de Paula y a la izquierda en otro convento. Una trinchera unía ambos puntos. Sus fuerzas eran de 6.000 soldados de Infantería y 2.500 de Caballería; de éstos, 200 hombres eran húsares del regimiento de Kiacker y el resto eran coraceros encuadrados en 24 escuadrones.
El conde de Montemar tenía 12 batallones de Infantería y 24 escuadrones de caballería procedentes de 8 regimientos (todos a tres escuadrones), además de los Carabineros Reales y los Granaderos Reales. El despliegue español era el siguiente:
• Izquierdo: en primera línea, los Carabineros Reales; detrás, los regimientos de Caballería de Extremadura, Malta y Andalucía.
• Centro: en primera línea, los 12 batallones de Infantería detrás, los regimientos de Caballería de Borbón, Milán y Flandes.
• Derecha: los Granaderos Reales, los regimientos de Dragones de Pavía y Francia, y 4 compañías de granaderos a caballo, extraidos de otros tantos regimientos de Dragones.
La batalla
Comenzó el avance el Regimiento de Guardias Españolas, que avanzaron irresistiblemente como en una parada por la derecha. Un testigo afirmó que "no se puede ver aire como el del Regimiento de Guardias Españolas." Por la izquierda avanzó Regimiento de Guardias Walonas.
Los imperiales lanzaron una carga de caballería, que fue destrozado por el Regimiento de la Corona, que llegó a capturar un estandarte enemigo, trofeo poco frecuente en un cuerpo de Infantería. Aprovechando el desconcierto enemigo, los Carabineros Reales se lanzaron sable en mano contra los escuadrones de coraceros y húsares, dispersándoles. Al mismo tiempo, los regimientos de Dragones de Pavía y Francia cargaron sobre el convento de la izquierda:
"que por ser más inmediatos, por tener delante terreno menos imposible y porque transformaron en aves sus caballos, pudieron seguir a la izquierda y lograr parte en el honor de llegar cargando sobre uno de los conventos guarnecidos."
Ante este doble ataque, los imperiales sufrieron pánico y parte de las tropas abandonaron la línea, corriendo a refugiarse en ambos conventos en que apoyaban su despliegue, y en Bitonto, localidad situada detrás del despliegue imperial.
Los Carabineros Reales y los regimientos de Caballería de Malta, Andalucía y Extremadura se lanzaron en persecución de los austriacos en fuga, llegando hasta la ciudad de Bari, ante cuyas puertas un carabinero español llegó a matar a un centinela de esta plaza.
La vistoria española fue total.
Bajas y consecuencias
El día de la batalla, los imperiales perdieron más de 1000 muertos y varios miles de heridos y prisioneros. Al día siguiente, 26 de mayo, los imperiales refugiados en Bari se rindieron: 2.200 coraceros, 200 húsares, 23 cañones y los 24 estandartes de los regimientos de coraceros de Belmonte y Kakorsawa. Entre los trofeos obtenidos por el conde de Montemar se encontraban los pares de timbales "que habían sido ganados en Hungría y Serbia durante la guerra de Belgrado".
El general Belmonte literalmente se había quedado sin ejército. El desastre fue de tal mangnitud que tuvo que solicitar al conde de Montemar que pusiera en libertad bajo palabra a un oficial para que llevase a Viena la noticia de su derrota.
Como consecuencia de la batalla, el reino de Nápoles quedó definitivamente en manos españolas, si bien el rey Felipe V lo donó negligentemente a su hijo Carlos, en lugar de hacerlo regresar a la corona de España, de la que formaba parte desde la conquista de El Gran Capitán en 1504.

jueves, 15 de julio de 2010

Pedro Messía de la Cerda



Pedro Messía de Cerda (Córdoba, 16 de febrero de 1700 - Madrid, 15 de abril de 1783) fue un noble, marino y militar español, II Marqués de la Vega de Armijo, Teniente General de la Real Armada y 5º virrey de Nueva Granada.
Después de correr caravanas, entró en la Orden Hospitalaria. Deseando servir en la recién creada Real Armada, sentó plaza de guardiamarina en Cádiz el 10 de junio de 1717. Recibió su bautismo de fuego en la expedición a Cerdeña con la escuadra del Marqués de Mari. También tomó parte en la conquista de Sicilia con la escuadra de Antonio Gaztañeta y en la acción que la siguió en cabo Passaro contra la escuadra del almirante Byng. Fue hecho prisionero y canjeado.
Al regreso a Cádiz en la división de Guevara, combatió en el apresamiento de una fragata de guerra británica. En 1719, en el Cantábrico y embarcado en la división de Rodrigo de Torres, luchó con una fragata y una balandra británica, apresándolas. Sobre el cabo de San Vicente combatió durante cinco horas contra tres navíos británicos de superior porte, que abandonaron el combate.
Hizo viajes con caudales desde América, con la flota mandada por Guevara y después el corso en el Mediterráneo contra buques berberiscos. Ascendió a alférez de fragata el 26 de noviembre de 1726, y con este grado embarcó en la escuadra de Rodrigo Torres, que operó por el Canal de la Mancha apresando cinco mercantes británicos. En la escuadra del general Cornejo, ya de teniente de fragata, concurrió a la expedición contra Orán con las tropas del duque de Montemar en junio de 1732.
Al año siguiente formó parte de una expedición a Italia en la escuadra del conde de Clavijo. Desembarcó con tropas de marina y tomó parte en diferentes hechos de armas. En 1735, ascendió a capitán de fragata, navegó por aguas de América, en la protección de la recalada en San Vicente e islas Terceras. Diez años más tarde y con el grado de capitán de navío tomó el mando del navío Glorioso en el que llevo adelante la famosa Travesia de Glorioso. A la altura de las islas Azores rechazó el ataque del buque inglés Warwick de 60 cañones y la fragata Lark, a los que desmanteló (25 de julio de 1747). A la altura de Finisterre volvió a rechazar otro ataque de un navio inglés, el Oxford, de 60 cañones, y de 2 fragatas de 24 y 20, pertenecientes a la escuadra del almirante Byng, logrando al fin entrar en Corcubión y desembarcar su carga (16 de agosto de 1747). Abandonó el puerto rumbo a Cádiz, y a la altura del cabo de San Vicente fue atacado sucesivamente por cuatro fragatas corsarias inglesas (King George y Prince Frederick, Duke y Princess Amelia) -que se retiraron destrozadas- y por el navío Darmouth de 50 cañones, el cual fue destruido por la artillería española, salvándose sólo 12 hombres. Finalmente, acosado por otro bajel inglés, el Russell de 80 cañones, y dos fragatas más, Messía de la Cerda rindió su navío al haber agotado sus municiones (19 de agosto de 1747). Por su proceder fue ascendido a jefe de escuadra, recibiendo también la llave de gentilhombre.
En marzo de 1750 recibió el mando de una fuerza naval destinada a combatir a los corsarios argelinos. La componían dos navíos y cuatro jabeques de nueva construcción. No se obtuvieron en esta campaña los resultados que se esperaban, y por defectos de construcción de los jabeques tuvo que continuarla sólo con los navíos. Tras un corto servicio en la escuadra del general Liaño, comandante general del departamento de Cartagena, reanudó el corso con los dos navíos primero y otra vez con los cuatro jabeques. En 1755 arbolando su insignia en el navío de línea Tigre y como comandante general de la escuadra del Mediterráneo, tomó el mando directo de una de sus dos divisiones, formadas por dos navíos, una fragata y cuatro jabeques. En 1757, ya teniente general, fue nombrado consejero del Supremo de Guerra.
El 13 de marzo de 1760 se le nombró virrey, gobernador y capitán general de Nueva Granada y presidente además de la Real Audiencia de Santa Fe, cargos de los que tomó posesión el 24 de febrero de 1761. Le acompañaba su médico personal, el celebérrimo José Celestino Mutis, uno de los más destacados científicos españoles de la Ilustración.
Messía encontró el virreinato en un estado caótico y las arcas vacías, tal como comunicó a la Corte en su primer informe. Estuvo 10 meses en Cartagena de Indias y encargó la restauración de las fortificaciones al general de ingenieros Antonio Arévalo. Una vez en Bogotá, aprobó la fundación del primer colegio femenino del Nuevo Mundo, y por mediación de Mutis dispuso la creación de cátedras de Matemáticas en los centros de enseñanza superior de Nueva Granada.
Fomentó la minería de plata en los yacimientos de Mariquita, a cuyo cargo puso a los hermanos Fausto y José Manuel Elhuyar, descubridores del wolframio. Para aumentar los ingresos de las cajas reales, estableció el estanco del aguardiente de caña y nacionalizó el servicio postal. Asimismo propuso la liberalización del comercio del Nuevo Mundo, que sería aprobada por el rey Carlos III algunos años después, el 12 de octubre de 1778.
Los nuevos impuestos, unidos a su propuesta de abolir la Audiencia de Quito, provocaron la doble rebelión de esta ciudad por la aristocracia criolla. En la primera, los rebeldes exigieron la abolición del estanco del aguardiente, pero en la segunda, envalentonados por la satisfacción de sus demandas, saquearon y mataron por toda la ciudad, llamando a la expulsión de todos los españoles. El virrey Messía, carente de tropas para reprimir los disturbios, tuvo que aceptar los hechos consumados.
En 1767, en cumplimiento de la Pragmática Sanción, supervisó la expulsión de los 187 jesuitas residentes en Nueva Granada. Dispuso igualmente que las bibliotecas jesuíticas fueran llevadas a Granada, y con sus fondos creó lo que luego sería la Biblioteca Bogotana, primera biblioteca pública de Nueva Granada.
Ante la falta endémica de pólvora para las guarniciones militares, ordenó la búsqueda exhaustiva de salitre, que fue hallado en Tunja y Sogamoso, y creó la Real Fábrica de Pólvora de Santa Fe.
Sus últimos años de gobierno estuvieron amargados por los disturbios en Quito y los choques con la Audiencia de esta ciudad. El 21 de diciembre de 1771 fue aceptada su renuncia al cargo, que se hizo efectiva el 31 de octubre de 1772, para regresar seguidamente a España.