Hay que recordar lo que fuimos para saber lo que somos

Por desgracia la Historia de nuestro país poco importa a los políticos de turno. Si permitimos esto, terminaremos sin saber qué fue España y dejaremos que el devenir de los sucesos actuales borre nuestra memoria.

jueves, 27 de octubre de 2011

Juan González Franco

El conquistador Juan González Franco, natural de Usagre (Badajoz), hijo de Francisco González Franco y de doña María Vázquez, de ascendencia hidalga, llegaba a Venezuela a finales de mayo de 1569 en la desafortunada expedición de Pedro Maraver (o Malaver) de Silva para la conquista y colonización de la Nueva Extremadura.

Las acaloradas diatribas de don Pedro y sus caprichosas indecisiones, cansaron y desanimaron a sus hombres, y una vez que han salido de la isla de Margarita y tocan tierra firme en el fondeadero de la Borburata, los soldados que venían con él desde España, le fueron desertando y buscando acomodo lejos de la influencia de don Pedro. González Franco se obstina también, se escapa de sus filas y aparece por la ciudad de El Tocuyo.

En este asiento, se organiza una expedición repobladora y en junio de 1572 tomaba parte en la marcha que mandaba el capitán Juan de Salamanca para socorrer a la ciudad de Carora, que había sido casi despoblada por motivos de mal emplazamiento, y a la que a toda costa quería darle continuidad otro personaje de Usagre, Pedro Gordón quien había sido nombrado alcalde de aquella fracasada ciudad.

Repoblada y consolidada nuevamente la ciudad venezolana de Carora, esta vez tuvo éxito; sus refundadores hacen los mayores esfuerzos, comienza a crecer y aumentará prontamente de población; en sustitución de Pedro Gordón, Juan González Franco es nombrado alcalde en 1579, y posteriormente en 1581 lo nombrarán regidor de la ciudad caroreña que habían logrado consolidar y la encaminaban prósperamente con el esfuerzo de aquellos hombres que se empeñaron en hacerla próspera.

La mayoría de los descendientes de los conquistadores tenían pretensiones aristocráticas y muchos de ellos generosamente le colgaban a sus antepasados más flecos linajudos que flores había en el campo. Aunque si es verdad que entre los conquistadores que llegaron al Nuevo Mundo, algunos de ellos eran hidalgos empobrecidos y les correspondía la nobleza por sangre y distinción; sin embargo, otros también eran hidalgos pero de clases inferiores, como los de bragueta, o de gotera. Había sus categorías. Pero resulta que González Franco era hidalgo de pura cepa según manifestaban los documentos que traía. Antes de salir de España, el 12 de febrero de 1569, en Usagre levantó una información sobre la nobleza de su familia y se le declaró limpio de toda mala raza. El 6 de febrero de 1571, el rey Felipe II le concedió la merced de que: ni él ni nadie de sus ascendientes podía ser preso, por ningún delito, en las cárceles públicas, sino que cumplirían en sus respectivos domicilios el arresto correspondiente y con las guardias necesarias.

Gracias a esta real merced concedida a González Franco, doña María de la Concepción Perera era una de sus lejanas descendientes, y la linajuda dama natural y vecina de la ciudad de Carora (Venezuela), en los días de la guerra de la Independencia, la gentil matrona (como era del bando patriota venezolano) se libró de ir a las cárceles realistas, exhibiendo la gracia real que le había sido otorgada en Usagre a su ilustre antepasado.

Bartólome Ferrelo



Bartolomé Ferrelo, también llamado Bartolomé Ferrer (Bilbao, 1499 - México, 1550), fue un marino y conquistador español, recordado por haber continuado al mando de la expedición que Juan Rodríguez Cabrillo emprendió para explorar costa del Pacífico de Norteamérica, logrando alcanzar el cabo en que está Port Orford, el punto más septentrional conocido hasta la expedición de Sebastián Vizcaíno en 1602.

Bartolomé Ferrelo iba como piloto a las órdenes de Juan Rodríguez Cabrillo, capitán portugués a las órdenes del virrey de México, que había sido enviado en 1542 a explorar con tres barcos la parte norte del actual estado de California. Las naves eran el San Salvador, la nave insignia, un galeón de 200 toneladas que Cabrillo mismo había construido, La Victoria de unas 100 toneladas, y la fragata o bergantín San Miguel con veintiséis remos. La expedición de Cabrillo fue la primera exploración que se adentró en la costa oriental de los actuales Estados Unidos.

La expedición partió el 27 de junio desde Barra de Navidad (hoy estado de Jalisco) y acompañaban a Cabrillo marineros, soldados, indios, esclavos africanos, un sacerdote, alimentos para dos años, animales en pie y mercancías. Navegaron a lo largo de la costa hasta punta del Ano Nuevo (37°10'N), al norte del actual Monterrey. Las naves se separan debido a los fuertes vientos y tormentas y después de varios días de búsqueda se reúnen el 15 de noviembre y navegan sin rumbo, descubriendo la bahía de los Pinos, conocida actualmente como Monterey Bay. El 18 de noviembre navegan hacia el sur, buscando el resguardo de la bahía de la isla de San Miguel, adonde arriban el día 23. Los siguientes tres meses los pasan ahí en espera de que terminen las tormentas de invierno, reparando además las embarcaciones. Allí, alrededor de la víspera de Navidad, Cabrillo salió de su barco y se astilló la espinilla cuando tropezó con una roca irregular. La herida se gangrenó y murió el 3 de enero de 1543 y se cree que sus restos fueron sepultados en la isla Santa Catalina, frente a la ciudad de Los Ángeles.

Ferrelo le sucedió en el mando de la flota y continuaron los descubrimientos hacia el norte, hasta alcanzar la latitud 43°N, donde vio la costa del cabo Blanco, que más tarde George Vancouver bautizará como cabo Orford (en el actual estado de Oregón).

El frío excesivo, la falta de provisiones, las enfermedades y la insalubridad de su barco, les obligaron a regresar sin alcanzar el paralelo mencionado en sus instrucciones. A los 41°30'N se dio cuenta de un punto destacado en tierra al que, en honor del virrey, le dio el nombre de cabo Mendocino. Desde este punto se embarcó de regreso a Barra de Navidad, situado a 19°45'N, adonde llegaron el 14 de abril 1543; así Ferrelo estableció que la costa era una línea continua entre esos dos puntos.

En este viaje los españoles a menudo avistaron nativos del país, que estaban casi desnudos, con los rostros pintados, que vivían de la pesca y habitaban grandes casas. John William Last realiza una explicación completa de la expedición en History of the Indias. Wilhelm von Humboldt, en su trabajo sobre México, corrige varias declaraciones erróneas del historiador neerlandés, que fueron sacadas de obras de antiguos escritores españoles, basando sus correcciones en algunos documentos que tuvo ocasión de examinar en México.

martes, 25 de octubre de 2011

Santiago de Azoca



Santiago de Azoca o Azócar Zumeta (* Azcoitia, Guipúzcoa, 1514 - † Santiago de Chile, 3 de abril de 1589) Conquistador español del siglo XVI, vecino fundador de Santiago de Chile y genearca de la familia Azócar en Chile.

Nacido en Azcoitia, era hijo de Juan López de Azoca, Señor de las casas de su familia en Azcoitía y de las de Algarian y Domensa de Bruelaesquín y Zumeta (llamada también Domensa Zumeta, quien era hija de Ochoa Pérez de Bruelaesquín, Señor de la casa de Bruelaesquín en Azoitía, y María Sánchez de Zumeta).

Llegado en 1534 al Perú le tocó participar en la defensa de Lima durante el sitio de Manco Inca en agosto de 1536, y en seguida en la persecución de las correrías que hicieron los capitanes Barbarán y Montenegro en algunas regiones del Perú. Pasó junto Illán Suárez de Carbajal a la pacificación de Tarija, luego a Huamanga, Andahuaylas y Cusco, en esta ciudad se alistó con Pedro de Candía para socorrer Pedro de Anzúrez en Chuquisaca. Desde aquí salió a reunirse con Diego de Rojas participando en la expedición a los indios chiriguanos sin mucho éxito. Una vez disuelta esta expedición se entera de la expedición que Pedro de Valdivia comenzó hacia Chile, partiendo a su encuentro junto a Francisco de Villagra, Rodrigo de Quiroga, Juan de Bohón, Juan Jufré, Gerónimo de Alderete, Juan Fernández de Alderete y el capellán Rodrigo González de Marmolejo. En 1540 en Tarapacá se reunen con la expedición de Valdivia. Participó en las diversas campañas miitares emprendidas contra los araucanos hasta la muerte de Valdivia, luego acompañó al gobernador García Hurtado de Mendoza en la guerras de Arauco.

Participó de la fundación de Santiago de Chile el 12 de febrero de 1541 siendo vecino fundador con solar. Fue su procurador en 1554, regidor en 1556, 1566, 1567, 1579. Además fue Alcalde de Santiago en 1563 y 1573. Con fecha 21 de enero de 1576 obtuvo de Felipe II la siguiente Real Cédula Real:

«El Rey.-

Rodrigo de Quiroga, nuestro gobernador y capitán general de las provincias de Chile, y en vuestra ausencia á la persona ó personas á cuyo cargo fuese el gobierno de esa tierra. Por parte de Santiago de Azoca, residente en esa tierra, nos ha sido fecha relación que podría haber cuarenta años pasó de estos reinos á las provincias del Perú, y después de habernos servido en ellas en el cerco que pusieron los naturales en la ciudad de los Reyes, en la de Guamanga y en el Cuzco y en el descubrimiento de los Chunchos y otras partes, dejándolo pacífico, pasó al descubrimiento de esas provincias en compañía del gobernador don Pedro de Valdivia, podrá haber treinta cinco años, y desde entonces ha residido en ellas sirviéndonos en las ocasiones de guerra que se han tenido con los naturales, acudiendo á orden y mandado de los que han gobernado, y siempre á su costa y con sus armas y caballos, sin habernos deservido en cosa alguna, en todo lo cual había padecido grandes trabajos y necesidades y gastado en ello su juventud y facienda, y así estaba viejo y pobre, y que en gratificación de los dichos sus servicios el dotor Bravo de Saravia, nuestro presidente que fue de nuestra Audiencia Real que residía en esa tierra, le señaló en la caja real de ella mil pesos de buen oro en cada un año, conque llevase confirmación y aprobación nuestra, como de todo dijo constaba y parecía por un testimonio de que ante Nos en nuestro Consejo de las Indias fue fecha presentación, suplicándonos, atento á ello, le mandásemos dar la dicha confirmación, y porque esta no ha habido lugar de se la mandar dar, ni se pudo hacer en nuestra caja la dicha libranza, y así es nuestra voluntad que en otra cosa sea gratificado, os mandamos que en los indios vacos que en esa tierra hobiese ó primeros que vacaren le gratifiquéis y déis de comer al dicho SAntiago de Azoca, conforme á la calidad y habilidad de su persona en que nos pueda servir y ser honrado y aprovechado, y en lo demás que se ofreciese le ayudéis é favorezcáis.

Fecha en Madrid a 21 de Enero de mil y quinientos y setenta y seis años.

-Yo el Rey-

Por mandado de Su Majestad. Antonio de Eraso

Gracias a su destacada participación en las guerras de Arauco recibió encomienda en Pelvín y Rauco, dueño de casas principales frente al costado de la iglesia de Santo Domingo, fundador de una memoria de misas en la Iglesia de Santa María la Real de Azcoitía designando capellán al Cabildo de Sevilla, testó el 15 de marzo de 1589 fue sepultado en su capilla de la Iglesia Catedral de Santiago.

domingo, 23 de octubre de 2011

Juan de Ayolas


Juan de Ayolas (Briviesca, Burgos, 1493? ó 1510? – Candelaria, en el Chaco, Paraguay, 1538) fue un explorador español. Formó parte de la expedición de Pedro de Mendoza que partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda, en el año de 1535. Con el título de Mayordomo de Don Pedro de Mendoza y alguacil mayor asistió a la fundación de Nuestra Señora del Buen Ayre (Buenos Aires) en el año de 1536. Fue comisionado por el adelantado Pedro de Mendoza a explorar el río Paraná, a orillas del cual fundó el fuerte de Corpus Christi, en junio de ese año. Siguiendo el curso del río Paraguay se dirigió hacia la mítica sierra de la Plata. En su marcha fue interceptado por los caciques guaraníes Lambaré y Yanduvazuví Rubichá a los que venció en batalla. A raíz de esta situación se celebró una capitulación el 15 de agosto de 1536 en la que los guaraníes se aliaron a los españoles reconociendo la autoridad de éstos. El 2 de febrero de 1537 fundó, a orillas del río Paraguay, el fuerte y puerto de La Candelaria (hacia los 19° de latitud sur según algunas fuentes -por lo cual estaría prácticamente donde hoy se halla Corumbá, hacia los 21°S según otras fuentes -por lo cual habría estado en tal caso algo al norte de Fuerte Olimpo, cerca de la desembocadura del río Blanco en el río Paraguay-), donde dejó como lugarteniente a Domingo Martínez de Irala. Pedro de Mendoza, en virtud de sus facultades, lo designa su sucesor como gobernador del Río de la Plata.1 El 22 de abril de 1537, Pedro de Mendoza al no estar presente Ayolas para la transmisión del mando, lo delegó provisoriamente en Francisco Ruiz Galán. Continuando con la búsqueda de una comunicación con el Perú, Ayolas continuó con su empresa hasta llegar a la actual Bolivia y cruzar por primera vez la región del Chaco. Tras ese periplo regresa al fuerte de la Candelaria que encuentra abandonado. Allí falleció tras un ataque de los indígenas. Su sucesor como gobernador del Río de la Plata fue Domingo Martínez de Irala.

viernes, 21 de octubre de 2011

Simón de Alcazaba y Sotomayor

Simón de Alcazaba y Sotomayor (Portugal, 1470 - † Chubut, Argentina, 1535) fue un navegante y explorador que sirvió a la corona española y fundó el primer asentamiento europeo en el actual territorio argentino, un año antes que Pedro de Mendoza intentara la primera fundación de Buenos Aires.Por la Capitulación de Toledo firmada por el rey de Castilla el 26 de julio de 1529, se concedió a Francisco Pizarro 200 leguas hacia el sur contando desde la boca del río Santiago (1° 20'N a 9° 57'S) para constituir la gobernación de Nueva Castilla. Desde el paralelo en el que terminaba la jurisdicción dada a Pizarro se le otorgaban a Simón de Alcazaba y Sotomayor otras 200 leguas hacia el sur (llegaba hasta los 21° 6,5' S), nombrándolo gobernador, capitán general, adelantado y alguacil mayor de la gobernación de Nueva León. Sin embargo Alcazaba y Sotomayor no pudo realizar la expedición y el rey proyectó (entre 1530 y 1531) entregar los territorios desde Chincha hasta el estrecho de Magallanes a la Familia Fugger de Alemania.

El 4 de mayo de 1534 el rey Carlos V amplió los territorios otorgados a Pizarro extendiéndolos otras 70 leguas leguas hacia el sur en territorios antes adjudicados a Alcazaba y Sotomayor, alcanzando aproximadamente los 14°S.

El 21 de mayo de 1534 el rey firmó otras tres capitulaciones para explorar y ocupar las tierras americanas, estableciéndose provincias o gobernaciones de 200 leguas de extensión norte-sur entre ellas la Gobernación de Nueva León, otorgada a Simón de Alcazaba y Sotomayor, también desde el océano Atlántico al Pacífico, al sur del paralelo 36º S hasta los 48° 22,25'S.

Parte del texto de la capitulación de Alcazaba y Sotomayor:

Primeramente, que vos darémos licencia, como por la presente vos la damos, para que en nuestro nombre e de la corona real de Castilla, podais conquistar, pacificar i poblar las tierras i provincias que hobiere por la dicha costa del mar del Sur en las dichas doscientas leguas mas cercanas a los limites de la gobernacion que tenemos encomendada al dicho don Pedro de Mendoza, lo cual hayais de facer dentro de seis meses desde el dia de la fecha desta, estando a la vela con los navíos necesarios para llevar, i que lleveis en ellos, ciento i cincuenta hombres destos nuestros reinos de Castilla y de otras partes permitidas; i dentro de año i medio i en adelante luego siguiente, seais tenido i obligado a proseguir e fenecer el dicho viaje con otros cien hombres, con las personas relijiosas e clérigos, e con los nuestros oficiales, que para conversion de los indios a nuestra santa feé i buen recaudo de nuestra hacienda, vos serán dados i señalados por nuestro mandado, a los cuales relijiosos habeis de dar i pagar el flete i matalotaje i los otros mantenimientos necesarios, conforme a sus personas, todo a vuestra costa, sin por ello les llevar cosa alguna durante toda la dicha navegacion, lo cual mucho vos encargamos que así hagais i cumplais, como cosa del servicio de Dios i nuestro, porque de lo contrario, nos terníamos de vos por deservidos (...)

Alcazaba partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 21 de septiembre de 1534, en una expedición de 250 hombres en dos naves; la que él mismo mandaba, Madre de Dios y San Pedro, que llevaba como capitán a Rodrigo Martínez.

A principios de 1535 alcanzan el estrecho de Magallanes con la idea de cruzar al Pacífico, pero la situación climática se los impide. La expedición retorna hacia el norte bordeando la costa del Atlántico, y el 9 de marzo de 1535 Alcazaba funda en la Caleta Hornos, de la Bahía Gil, 29 kilómetros al sur de la actual localidad de Camarones, en la provincia del Chubut, el "Puerto de los Leones".

Alcazaba y varios de sus leales mueren en un motín.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Esteban de las Alas



Esteban de las Alas (Avilés, 15?? - Nombre de Dios, 1577) fue un marino asturiano gobernador de La Florida conocido con el pseudónimo de El Mozo.

Hijo de Rodrigo de las Alas y María de León, los primeros registros de su presencia en América datan de 1561. En 1563 se tiene constancia de su presencia como General en la Flota de Nueva España. Amigo y compañero de Pedro Menéndez de Avilés, le acompañó en la conquista de Florida comandando una de las escuadras, financiada en parte por sus propios fondos, en 1565. Separado del resto de la flota, por una tormenta, termina refugiándose en La Española y Cuba. Tras el reencuentro con Pedro Menéndez, pasa a formar parte de su Estado Mayor, siendo Contador, explorando el sur de Florida y entablando contacto con diversas tribus indígenas. Posteriormente colaboró en la exploración del norte de Florida (llegando a lo que hoy en día es Carolina del Sur), donde fue nombrado gobernador del fuerte San Felipe, en el que tiene que enfrentarse a un motín. A la marcha de Pedro Menéndez a España en 1567 fue nombrado gobernador y capitán general de Florida. Tiene que enfrentarse en el cargo tanto a los problemas de moral y motines de la soldadesca como a sucesivos ataques de indios y franceses, contra los que libra combates en el Fuerte de San Mateo, que termina siendo saqueado por los franceses. Al regreso de Pedro Menéndez es de nuevo gobernador de San Felipe. El 13 de agosto de 1570 inicia su regreso a España, llegando al puerto de Cádiz el 22 de octubre, lo que motiva diligencias de la Casa de Contratación de Sevilla de las que es absuelto. El 30 de diciembre de 1572 fue nombrado bajo el auspicio de Pedro Menéndez capitán del galeón «Santiago el menor». Tras retirarse fue proveedor de la armada española. Murió en la panameña Nombre de Dios en 1577.

http://www.avilescomarca.info/asyportal/index.php?id_pagina=372&alias=personajes
Nace en Avilés este marino, explorador y conquistador que desciende de uno de los más ilustres y nobles linajes de todas las Asturias: los Alas de Avilés. Su vida profesional en el Nuevo Mundo comienza a conocerse a partir de 1561. En ese año y en 1563 se le nombra general de la Flota de la Nueva España. El nombramiento de Pedro Menéndez de Avilés como adelantado y gobernador de La Florida propicia que gran número de asturianos de todas las condiciones sociales le acompañen.

A Esteban de las Alas le designa general de los navíos y tropas del Cantábrico. Al mando de estos buques y 275 hombres a bordo, parte del puerto de Avilés al de Gijón para recoger la flotilla de Pedro Menéndez Marqués. El 25 de mayo sale para las Indias. A principios de enero de 1566 llega a La Habana, donde le esperan el Adelantado y Pedro Menéndez Marqués, quienes ya le daban por muerto. Las misiones de Esteban de las Alas se suceden a partir de ese momento.

Nombrado por el Adelantado, Contador de la Provincia, parte con él en febrero a explorar el sur de la península de La Florida. Entra en contacto con las tribus indias cuyos territorios comprendían el sur de Georgia y Carolina del Sur.

El rey le nombra en 1572 general de la Armada Real con la misión de ir a Centroamérica por el oro de la Corona y recorrer toda la costa y limpiarla de piratas. En los últimos años de su vida desempeñó el puesto de proveedor y factor de la Armada, falleciendo en Nombre de Dios (Panamá) el año 1577.

lunes, 17 de octubre de 2011

Ruy Díaz de Melgarejo



Ruy Díaz de Melgarejo (Salteras 1519 – Santa Fe 1602) fue un militar, conquistador, estadista y minero español establecido en la región del Río de la Plata. Su vida estuvo marcada por guerras, conspiraciones, persecuciones y conflictos familiares. Junto a Juan de Salazar, Alonso Riquelme y Diego de Abreu se opuso al gobierno asunceno de Domingo Martínez de Irala, apoyándo al deportado Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Melgarejo era partidario de la corona española. Gobernó de manera casi absoluta e independiente la antigua provincia del Guayrá por 30 años.

Nació en 1519 en el municipio de Salteras, provincia de Sevilla, Andalucía, España. Sus padres fueron Francisco de Vergara y Beatriz de Roelas y sus abuelos paternos fueron Hernando de Vergara y Francisca de Ribera. Sus hermanos conocidos fueron Hernando y Juana Ortíz de Melgarejo y Francisco Ortiz de Vergara. Muy joven ingresó en el ejército de Carlos V, sirviendo por aproximadamente 6 años en la Armada Española junto al Duque de Borbón en Italia y Francia y en la toma y saqueo de Roma (1527), en las campañas de Sicilia y Negroponte y en la captura de la plaza de Castelnuovo. Melgarejo era hijodalgo o hidalgo y la genealogía noble de su familia fue demostrada en varias ocasiones en el pasado. Tendría alrededor de 21 años de edad cuando el 2 diciembre de 1540, zarpó desde Cádiz rumbo a América en la expedición del Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, junto con su hermano Francisco Ortiz de Vergara. Llegó primero a la isla de Santa Catalina para llegar a Asunción en marzo de 1542.

Sus inicios en Asunción no están bien esclarecidos pero se conoce que fue parte de la expedición ordenada por Cabeza de Vaca y encabezada por Irala contra el cacique Aracaré en 1542 y que acompañó también a este capitán en su exploración por las regiones del norte paraguayo. Melgarejo se puso del lado de Cabeza de Vaca cuando a éste fue aprisionado por los oficiales realesen (Irala y sus secuaces) pero este evento lo tomó de sorpresa. No obstante, decidió tratar de liberar al Adelantado algunas horas después del motín junto a su hermano Francisco y varios amigos. Dijo Melgarejo: "acudí con mis armas a la posada del Capitán de su guarda". Sin embargo, la gesta falló y Ruy y sus compañeros fueron apresados y por conspiración de sus enemigos se consiguieron supuestos testimonios de la deslealtad de Melgarejo al Emperador.

La destitución de Cabeza de Vaca desencadenó una lucha de poder de dos bandos que ya habría tenido su origen desde que el adelantado y su flota llegaron a Asunción. De un lado los Oficiales Reales teniendo a Irala como cabecilla: Felipe de Cáceres, Francisco de Mendoza, Pedro Dorantes, Garcí Benegas, Alonso de Cabrera y Francisco de Andrade y del otro los leales del Adelantado "alvaristas" encabezados por Melgarejo: Diego de Abreu, Francisco Ortiz de Vergara, Alonso Riquelme de Guzmán, Pedro Estopiñán, Francisco González Paniagua, en su mayoría andaluces. Díaz Melgarejo había sido detenido la misma noche del derrocamiento de Alvar Núñez (24 de Abril de 1544), aunque logró huir a una tumba debajo del altar mayor de la Iglesia del monasterio de Nuestra Señora de la Merced. En ese lugar permaneció escondido por 9 meses con ayudo de los frailes.

En 1547, aprovechando Irala marcha hacia Perú y deja a cargo a Francisco de Mendoza. En 1549, Melgarejo y Abreu fueron junto a Mendoza y lo convencen de llamar a votación para elegir a un gobernante legal debido a que la situación se encontraba ilegítima desde que Cabeza de Vaca había sido depuesto. Mendoza accede y mientras se celebraban los comicios, Melgarejo y Abreu impiden que Mendoza ingrese al lugar de votación y logran persuadir a la gente de elegir a Abreu como gobernador. Abreu da pena de muerte a Mendoza. Irala retorna a Asunción y aprisiona a Melgarejo y Abreu, pero logran escapar en Julio de 1549 y son perseguidos por las autoridades asuncenas. Melgarejo permaneció alrededor de 4 años escondido en los bosques.

En 1553 fue nuevamente apresado en el campamento de Yerekyhaba en lo que actualmente es Alto Paraná, pudo escapar y marchó hacia el este donde fue capturado por los indios tupí que eran antropófagos y tenían planeado comérselo. Logra escapar gracias a una mujer tupí y llega hasta las costas del Atlántico, a San Vicente. En aquel lugar se encontró con pasajeros de la flota de Sanabria que había tenido problemas y había sido auxiliada por los portugueses que los tenían detenidos. Entre los pasajeros, conoce a Elvira de Contreras con quien contrae matrimonio

Melgarejo vive un tiempo en San Vicente donde nacen sus hijos y sin poder volver a Europa, se pone a disposición de Irala y junto a su esposa Elvira, Juan de Salazar y los miembros de la flota de Sanabria retorna a Asunción en 1555. Irala, que lo veía como amenaza, envió a Melgarejo a colonizar la región de La Guayrá ubicada entre el río Paraná y el océano Atlántico. En 1556, luego que Irala falleciese y durante el gobierno de Gonzalo de Mendoza, fundó la Ciudad Real del Guayra, repartiendo las tierras a los asuncenos que lo habían acompañado, realizó un censo y construyó un casa de gobierno el pueblo. Permaneció unos 7 años en Ciudad Real, en 1561 los indios se rebelaron y el pueblo quedó cautivo, por ello Melgarejo pide ayuda a su hermano Francisco que ahora era gobernador y éste manda a Alonso Riquelme con refuerzos para socorrerle. Ortiz de Vergara decidió enviar a Ruy de vuelta a España y entonces toda su familia volvió a Asunción en 1563. Pero como el barco no se había terminado de construir, Melgarejo fue enviado a castigar a los "indios" (indígenas) del Paraná. Al volver de su viaje encuentra a su esposa Elvira con su amante el padre Juan Fernández Carrillo y con su espada los apuñala a ambos. Por este crimen es excomulgado y huye hacia tierras portuguesas del Brasil dejando a sus hijos menores. En 1569 se le encomiendo sofocar las rebeliones de los pobladores de Ciudad Real en contra de Alonso Riquelme. Entonces, a Melgarejo se le levanta la excomunión y marcha a Ciudad Real donde después de controlar la revuelta, derroca a Riquelme y toma su lugar. Como Teniente General del Guairá, Melgarejo fundó la ciudad de Villa Rica del Espíritu Santo el 14 de Mayo de 1570, en un lugar llamado "Cuarahyberá" con 40 hombres y 53 caballos. Destituido su hermano Francisco como gobernador del Paraguay, quedó como gobernador interino Felipe de Cáceres, un viejo enemigo, quien envió a reemplazarlo a Alonso Riquelme. Melgarejo se negó a entregar el poder y convocó a elecciones que lo nombraron Capitán General y Justiciar Mayor del Guairá. Con esto, los que seguían a Riquelme se aliaron a Melgarejo y Riquelme quedó prisionero. En 1572, Cáceres es destituido y Martín Suárez de Toledo, el nuevo gobernador interino llama a Melgarejo para que conduzca a Cáceres como prisionero para ser juzgado en España.

El 7 de julio de 1575, el Adelantado Ortiz de Zárate nombra a Melgarejo Gobernador del Guayrá con los títulos de "Teniente Gobernador Capitán General y Justicia Mayor de la Ciudad Real y de Villa Rica del Espíritu Santo", con facultades para gobernarlas, repartir encomiendas, nombrar lugartenientes y demás amplias atribuciones del caso. Se le concedió con una encomienda de 300 leguas de tierra y 352 "fuegos" (un padre de familia indígena con su mujer e hijos. Como Gobernador del Guayrá, Melgarejo se dedicó a la búsqueda y cateo de las minas de Cuarahyberá. En vez de oro y plata, logró extraer hierro lo que a su juicio fue de gran utilidad para los vecinos. Efectuó un nuevo ataque contra los tupíes, rescatando a un grupo de españoles. Se retiró de la vida pública y hacia 1590 con unos 71 años, Melgarejo se mudó a Santa Fé a la casa de su hija Isabel de Carvajal.

Melgarejo firmó su testamento el 5 de Octubre de 1595, en casa de su hija Isabel. Pidió ubicar sus restos en "la Iglesia del Bienaventurado San Françisco" de Santa Fe, en la sepultura en la que está enterrado Gonzalo Martel de Guzmán, esposo de su hija Isabel. Recomendó que sus armas, arcabuz, espada, daga y celada, se entregarán a su hijo Francisco de Guzmán. Declaró "haber poblado y poblado las dos çiudades Real y Villa Rica del Espíritu Santo, en las provincias del Guairá"; y dispuso que la encomienda de más de 300 leguas que allá poseía, así como solares, estancias y mercedes de su propiedad en dichos parajes, quedaran para el Capitán Manuel de Frías y la esposa de éste, su nieta Leonor de Ortega Martel de Guzmán. También le dejaba al matrimonio Frías-Martel "los bienes, herencias, heredades y possessiones y tributos", de la sucesión de sus padres "que tengo en los Reinos de España", en "la aldea de Salteras", donde han de hallarse esos bienes que Frías, en persona o mediante apoderado debía cobrar. A Hernando Melgarejo, otro de sus hijos, y a las hijas de éste Isabel y Beatriz, les legaba su estancia poblada de Tobatí. Murió en Santa Fé en 1602.

viernes, 14 de octubre de 2011

Alonso de Arellano


Alonso de Arellano fue un explorador español del siglo XVI, que navegó en la flota que trazó la primera ruta práctica para la navegación a las Filipinas. De acuerdo con algunas fuentes, Arellano fue el primer español en divisar el archipiélago de las islas Filipinas, tras separarse del resto de la flota en el patache San Lucas, pilotado por Lope Martín, poco después de salir del puerto de Navidad. Después de descubrir varias islas en enero de 1565, volvió sobre sus pasos y se dirigió a Acapulco; fue así el primero en recorrer lo que luego se llamaría la "ruta de Urdaneta", en honor a Andrés de Urdaneta, otro capitán de la misma flota que la recorrería poco después. La superioridad de las cartas y la documentación de Urdaneta le aseguró el crédito, pese a la prioridad histórica de Arellano.

Nada se sabe de su lugar y fecha de nacimiento, probablemente era riojano, sólo se empieza a saber de él, al ser nombrado capitán del patache San Lucas, en la expedición que al mando de don Miguel López de Legazpi, zarpa del puerto de Navidad el día veintiuno de noviembre del año de 1564, llevando como Piloto Mayor de ella a Fray Andrés Ochoa de Urdaneta, para la colonización del archipiélago de las islas Filipinas, que fueron bautizadas por don Miguel, como Virreinato de Nueva Castilla.

La expedición estaba formada por cuatro velas; San Pedro, de 500 toneladas; San Pablo, de 400; San Juan, un patache más grande de 80 y el San Lucas, que era más pequeño y de 40 toneladas, pero según el número mencionado por Urdaneta nos falta una, pero es que esta era la fragata que estaba trincada en la popa del San Pedro, como nave ligera y que aprovechando su vela latina y sus remos, podía servir de enlace entre los diferentes buques, así como el poder acercarse a tierra con mayor facilidad dado su menor calado; esta escuadra zarpo del puerto de La Navidad en la medianoche del día veintiuno de noviembre del año de 1564.

A los diez días de zarpar, ya en pleno océano, el pequeño patache San Lucas al mando de don Alonso de Arellano y pilotado por el mulato Lope Martín natural de Ayamonte, era el buque encargado de ir y venir para controlar a todos los componentes de que no se desviaran de la ruta de la capitana, por lo que Legazpi le había ya llamado la atención de que no se separase más de media legua de la formación, pero le contesto don Alonso, que ‹ de la forma en se le obligaba a navegar el buque encapillaba mucha agua ›, por ello se fue alejando, pero al ser la nave más veloz nada se puedo hacer, al anochecer ya se encontraba como a unas dos leguas de distancia y en la mañana siguiente ya había desaparecido de la vista.

Fueron muy listos y quisieron robar la gloria al verdadero descubridor de la « Vuelta de Poniente », ya que regresaron antes que Fray Andrés de Urdaneta y aprovecharon para escribir una carta al Rey, la cual se conserva, su título es: « Relación de su navegación desde el puerto de Navidad que salió con la armada que iba al descubrimiento de las islas de poniente, de la cual se separó en la noche del 1.º de diciembre de 1564, y sin haberla vuelto á ver regresó á dicho puerto, después de muchos trabajos, en 9 de agosto de 1565=B.M. » Legajo 2.º de papeles tocantes á las islas del maluco y Filipinas, años 1564 á 1608.

En ella se dice: « En la Relación muy singular y circunstanciada hecha por don Alfonso (aquí hay una diferencia de nombre con la relación de Urdaneta, no se a que es debida) de Arellano, capitán del patache San Lucas, véanse por ejemplo, las líneas preliminares a la descripción del regreso: . . . hablé al Piloto y le dixe; que ya veía en la parte que estavamos, que era fuera de todas las islas: el me dixo, que lo que a mi me paresciese y mas en servicio de S. M. fuese, se hiciese; yo le dixe, que mirase bien lo que deviamos hacer en esta navegación, y que procurase tomar derrota y camino que fuese en servicio de Dios y de S. M. y del salvamiento de todos; y ansi estando pensando lo que haría, tomando la carta en las manos tanteándolo muy bien, y visto los inconvenientes desta navegación me dixo, que lo mejor dello era dar buelta a la Nueva España, pues venia el verano y metidos en el altura por la parte del Norte nos quadrarian los tiempos y harian nuestra navegación, y que ansi era mejor que no ir en poder de Isleños o de Portugueses, como las demás Armadas han hecho que a esta tierra han venido; e yo entendiendo esto, le dixe, que mi parecer era aquel, que más queria morir en la mar en servicio de S. M., que no perecer entre esta gente, y que pues el intento de S. M. era descubrir esta buelta, y nosotros no podiamos topar el Armada, que mi determinación era acavar este viaje o morir. . . . . .»

Pero la mentira sale a flote cuando arriba al puerto de Acapulco el día ocho de octubre del año de 1565, la nao San Pedro con Fray Andrés Ochoa de Urdaneta, en la que sólo regresaban dieciocho hombre con posibilidades de hacer el esfuerzo, ya que el resto o habían sido arrojado a la mar por fallecimiento, o permanecían a bordo pero enfermos sin poder ayudar en la tareas de marinar.

Fray Andrés Ochoa de Urdaneta hace una relación del histórico viaje, pero como se podrá apreciar, más lacónicamente es imposible, aparte de con una sencillez que casi es imposible describir, por la grandeza de lo que había descubierto, dice así:

«De la vuelta de Cebú para Nueva España, lo que hay que decir es que partimos desde donde quedaron los nuestros en primero de junio de 1565, y en 18 de septiembre vimos la primera tierra en la costa de la Nueva España, que fue una isla que se dice San Salvador, que está en 34 grados menos un sesmo, y a primero de octubre llegamos enfrente del puerto de La Navidad; y no queriendo entrar en él, pasamos al puerto de Acapulco por ser muy mejor puerto que este otro y estar más cerca de México que no el puerto de La Navidad con más de 45 leguas.

Pasamos mucho trabajo a la vuelta, con tiempo contrarios y enfermedades. Murieron veintiséis hombres hasta surgir en el puerto, y después de llegados a él otros cuatro, y más un indio de la islas de los Ladrones, que envió el General con otros tres indios que envió de la isla de Cebú. Vino por capitán de la nao Felipe de Salcedo, nieto del General, el cual se hubo cuerdamente en su cargo. No trato de cómo se apartó de nuestra compañía a la ida don Alonso de Arellano con el navío San Lucas, porque él mismo ha dado relación de lo que le sucedió en aquel viaje »

Además en documentos se asegura tanto por Arellano como por su piloto Lope Martín, que habían llegado a la isla de Mindanao a fines de enero de 1565, insistiendo en que estuvieron un tiempo buscando a la Armada pero que no la hallaron, por lo que se vieron obligados a partir con rumbo a Nueva España, que el viaje de regreso lo comenzaron el día veintidós de abril y que el día nueve de agosto llegaron al puerto de La Navidad.

Pero además en el transcurso de esta aventura, ocurrieron cosas que se describen que empañan de ser cierta el espectacular brillo de su efectividad, pues en un momento dado y porque dos hombres habían desobedecido, los arrojo vivos a la mar. Pero al presentar los cargos Legázpi de toda esta maraña de mentiras, solo se consiguió que la Real Audiencia, culpara de todo ello a Lope Martín quién al parecer estuvo preso, mientras que Arellano y por sus influencias se fue retrasando el juicio (1), quedando en plena libertad, aunque Lope de Martín, consiguió pasar a la historia como una de las peores personas que han existido, pues en algún escrito se le tacha de ‹ monstruo del ser humano ›, por sus crímenes cometidos en una expedición posterior.

A pesar de que la orden del Rey era tenerlo preso y enviarlo con cadenas a las islas Filipinas, para que don Miguel hiciera lo que creyese conveniente con su subordinado y desertor, sus amistades fueron retrasando el viaje, quedando en media libertad en el virreinato de Nueva España, ya que ni podía regresar a la Península y menos aún volver como había ordenado el Rey al archipiélago filipino.

Sólo se le envió a las islas, al saber del fallecimiento de don Miguel López de Legázpi en el año de 1577, pero al arribar los que habían ido con don Miguel y conocedores de su traición no se lo hicieron pasar nada bien. Comprobado que allí no tenía nada que hacer regresó de nuevo a Nueva España en el año de 1579 totalmente desacreditado, así que se refugió entre la población y falleció un tiempo después.

No se sabe la fecha exacta ni en realidad donde, pero es patente que de Nueva España no salió.

(1) Al parecer la familia Arellano, se estableció muy pronto en Nueva España, eran oriundos de reino de Navarra, pero siglos antes se establecieron en la Rioja. De hecho de entre ellos hubo un Virrey de Nueva España, lo que podría ser la causa de la influencia de don Alonso. Más tarde la segunda esposa de Hernán Cortés el conquistador de este virreinato, fue doña Juana Ramírez de Arellano con la que contrajo matrimonio en el año de 1599, que era descendiente de los Arellano como indica su apellido.

(http://blog.todoavante.es/?p=1582)

martes, 11 de octubre de 2011

Francisco Javier de Uriarte y Borja


Francisco Javier de Uriarte y Borja (Puerto de Santa María, 5 de octubre de 1753 - Ibid., 29 de noviembre de 1842) fue un marino y militar español, 18º Capitán General de la Real Armada Española.

Fue hijo de Miguel de Uriarte y Herrera y de María del Carmen de Borja y Lasteros, ambos nacidos en Quito, entonces Real Audiencia. Su madre era hija de Francisco de Borja Paz Duque de Estrada y de Isabel Lasteros de Salazar y Carmona, por tanto descendiente directa de San Francisco de Borja y Aragón, IV duque de Gandía (Expediente 1737 para ingreso a la Orden de Carlos III). El 31 de mayo de 1774 sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz, a los 21 años de edad. Por su aplicación y el llevar ya una educación sobresaliente, sólo un año más tarde se le ascendía al grado de alférez de fragata. Participó con este grado en la campaña de Argel de 1775 y en la expedición a Santa Catalina entre 1776 y 1777. El 23 de mayo de 1778 fue ascendido a alférez de navío, el 21 de diciembre de 1781 a teniente de fragata y en 1782 a teniente de navío. Participó en la expedición científica al estrecho de Magallanes, estando a las órdenes de Antonio de Córdova, en la que demostró gran entendimiento en las ciencias y un gran valor al realizar exploraciones peligrosas, siendo siempre el primero en ofrecerse para ello. Descubrió varias islas y puertos, a uno de los cuales se le puso su nombre. Después de una larga y accidentada navegación, llegó a la cabecera del Cabo del Pilar, límite occidental del estrecho en la costa del Fuego, que desemboca en el océano Pacífico. El 21 de septiembre de 1789 fue ascendido a capitán de fragata. A su regreso y en el mismo año de 1793, estuvo en la campaña del Rosellón y poco después en la de Tolón. A capitán de navío fue ascendido con fecha del 25 de enero de 1794, año en que se le encomendó una misión arriesgada: le fue entregado el mando de la fragata Lucía. Se hizo a la vela desde el puerto de Cádiz, atravesó el océano Atlántico burlando a los británicos que lo cruzaban en misión de vigilancia y en busca de presa, y llegó al Río de la Plata, donde entregó los pliegos de los que era portador. Se le cargaron en el buque cinco millones de pesos fuertes y regresó, burlando otra vez a sus perseguidores, desembarcándolos sin novedad en el puerto de Cádiz. Se le dio el mando del navío Firme, con el que participó en el combate naval de cabo Espartel. Pasó después a mandar los navíos Terrible y Concepción, éste último perteneciente a la escuadra del general Federico Gravina, y tomó parte en la acción de Brest. Enterado Napoleón de sus méritos profesionales, le distinguió con el mejor regalo que se le podía hacer a un militar: un sable de honor, al que Uriarte le tenía en una gran estima. Pasó de nuevo a mandar, sucesivamente, los navíos Asturias, Guerrero y Argonauta; en éste último trasladó a los Reyes de Etruria. Fue ascendido a brigadier el 5 de octubre de 1802. En la desafortunada batalla de Trafalgar ostentaba el mando del coloso de los mares, el navío Santísima Trinidad, el único de cuatro baterías que ha existido y con 140 bocas de fuego. De lo ocurrido en él, se pueden entresacar varias notas del relato que él mismo realizó en 1838 y que fue publicado en Fanal, como crónica marítima, el 9 de febrero de 1843.


En el Trinidad, unos murieron en sus puestos, y otros, no tan felices, mutilados, les sirvió el navío de sepulcro, yendo a pique con ellos en medio de los horrores de una borrasca, que impidió al enemigo darles auxilio. Allí desaparecieron oficiales y hombres de todas clases dignos de mejor suerte...

Hace hincapié en la conducta del teniente de navío Juan de Matute, que al ser desmontada toda la artillería a su mando, la tercera batería, subió al alcázar y le dijo: Siendo inútil mi presencia en mi puesto, pido permiso para estar junto a mi comandante, en el lugar de más riesgo. Un momento después una bala de cañón le segaba la vida al teniente de navío don Joaquín de Salas, y unos doce segundos después, otra bala de cañón le arrancaba una pierna al teniente de navío Matute.

Nadie quedó en pie en el alcázar, toldilla y castillo, a excepción de Uriarte y aún éste con dos contusiones. Todo a su alrededor estaba cubierto de cadáveres y heridos. Poco después cayeron los tres palos partidos por sus fogonaduras y entre todos estos destrozados restos quedó Uriarte también fuera de combate, por un astillazo que recibió en la cabeza.

El navío Santísima Trinidad, en aquel desagradable día, arbolaba la insignia del jefe de escuadra Baltasar Hidalgo de Cisneros y se batió, al principio llevando una ventaja, contra el navío británico Victory, que no pudo realizar el corte de línea entre él y el navío francés Bucentaure, insignia de Villeneuve, tal como era la intención del almirante Nelson, quien enarbolando su insignia en el navío británico, encabezaba una de las dos líneas de ataque que trataron de partir en tres trozos a la flota combinada.

En ayuda del Victory, que estuvo unos minutos en franca desventaja, acudieron los navíos Temeraire y Neptune. El primero, haciendo honor a su nombre, fue el que logró cortar la línea, ocupando la banda de estribor del Santísima Trinidad, mientras el Neptune lo hizo por la de babor, por lo que el español se vio rodeado de enemigos que le batían por todos los costados, mientras que él apenas podía efectuar sus fuegos con efectividad, y sobre el Neptune sólo lo podía realizar con las bocas de fuego de popa, pues le tenía de enfilada. Además el navío insignia británico proseguía su ataque sin vacilaciones.

En el parte rendido por Uriarte, dice:

El Trinidad se mantuvo en defensa desesperada, hasta quedar arrasado de todos sus palos, cubierto de destrozos de ellos y de los de las vergas, masteleros, jarcia y velas, a más de haberse agotado la munición y muerta o herida más de la mitad de la tripulación.

Cuando fue retirado y puesto a cubierto del fuego enemigo, el general Hidalgo de Cisneros también estaba herido de gravedad, por lo que Uriarte mandó llamar al oficial comandante de la primera batería, que era el más antiguo de los que quedaban en pie, y previa consulta con todos ellos, decidieron rendir el ya inútil navío para tratar de evitar en lo posible que cayeran más hombres sin necesidad.

Fue apresado por los hombres del navío británico Prince, que lo marinaron y largaron un cabo para su remolque, pero estaba tan maltrecho, que por mucho que se esforzaron los británicos en salvarle, pues para ellos era una gran victoria conseguir a este navío, coloso de los mares, por lo que tuvieron que abandonarlo y se fue a pique, perdiendo así una gran oportunidad de guardar un recuerdo para la posteridad.

Fue llevado a Gibraltar con el resto de los apresados en el combate. Cuando al almirante Collingwood le llegaron noticias del apresamiento de cierto sable de honor que pertenecía a un valiente general español, ordenó realizar las averiguaciones oportunas al caso, por lo que le devolvió el sable, como testimonio honroso y prueba de estimación al valor español. El almirante británico también le hizo entrega de un cuadro, que representaba a la Patrona del Trinidad (eso sí, agujereado a balazos), rescatado del buque antes de que se fuera a pique, así como los restos de la bandera de España, que tan heroicamente había sido defendida. (Todos estos objetos están hoy custodiados por el Museo Naval, al que fueron donados por su esposa estando ya viuda).

El 9 de noviembre de 1805 se le otorgó el cargo de jefe de escuadra por los méritos demostrados en el anterior combate. En 1806 se le nombró Mayor General de la Armada y Consejero de Guerra, siguiendo en estos destinos, hasta que en 1808, por la invasión francesa, se produjo el alzamiento nacional contra los invasores franceses. Al ser ocupada la Villa y Corte por los ejércitos napoleónicos, presentó la dimisión de su cargo, que no le fue aceptada por el general Mazarredo, director general de la Armada. Fue invitado a presentarse en el Palacio Real y prestar el juramento de fidelidad al rey intruso José Bonaparte, por lo que al oficio recibido le contestó con otro, dirigido al que se lo había mandado, el director general de la Armada, que terminaba diciendo:

Ni mi honra ni mi conciencia me permiten renovar, acudiendo al mandato de V. E. juramento que tengo hecho a mi legítimo soberano y estoy pronto a perder mi empleo y mi vida, antes que acceder a lo que V. E. solicita en su oficio que dejo contestado.

Se puso inmediatamente en fuga, único medio de salir de la capital con vida, llegando a Sevilla y presentándose a la Junta Central. Esta le nombró jefe de la Junta de inspección de la Armada, a lo que él se negó a aceptar hasta que su conducta no fuera juzgada por un consejo de guerra. La Junta ya tenía constancia de su permanencia en Madrid, pero también de su comportamiento, por lo que no admitió su demanda, al ser conocedora de la defensa que había hecho, sin menoscabo del honor militar, por lo que le confirmó su nombramiento y en el cargo.

En 1809 se le nombró gobernador militar de la isla de León, y ocupando este cargo ordenó y dirigió el corte del famoso puente de Zuazo. Ordenó que, al ser desmontados los sillares, fueran numerados de tal forma que resultase más fácil su reconstrucción posterior. Dirigió muchos otros trabajos de fortificación, dejando muy adelantados los de Gallimeras y Sancti Petri, pero tuvo que dejarlo así porque el deber le obligaba a prestar otros servicios. Realizó la entrega de la plata que había podido conservar, aunque la Junta sólo pedía entregar la tercera parte de lo que buenamente se poseyera, para ayuda de los gastos de la guerra. En 1811 Uriarte se ofreció para el mando de armas, aunque sólo fuese el de una lancha cañonera, dice:

Sin consideración a su rango con renuncia a las gratificaciones propias del general embarcado y a parte de su sueldo.

Las Cortes le dieron oficialmente las gracias, pero éstas le entregaron el mando del Arsenal de La Carraca, baluarte que en aquellos momentos era la primera línea de fuego. Posteriormente pasó destinado como Gobernador político y militar de la plaza de Cartagena, así como su Capitán General. Otra prueba de su altruismo la dio en la primera ocasión en que llegaron fondos para el pago de salarios y atrasos: Uriarte renunció a la parte que le correspondía, que tenía un montante de unos treinta mil reales, a favor de los más necesitados. Fue ascendido a teniente general el 14 de octubre de 1814. En este mismo año renunció a la plaza de Consejero de la Guerra y se retiró con la pertinente licencia al Puerto de Santa María, fatigado por los sufrimientos físicos y morales sufridos durante la guerra de la Independencia, para intentar reponerse de su maltrecha salud. En 1816, algo repuesto de sus enfermedades, fue nombrado capitán general del departamento de Cartagena, poniéndose inmediatamente a intentar reparar los graves problemas por los que atravesaba la Armada. Dispuso la reparación de los edificios y la carena de los buques afectos a su jurisdicción, cargo en el que permaneció cinco años. En esta lucha contra tanta adversidad y pasividad de algunos, terminó por quebrantar su ya maltrecha salud, por lo que volvió a pedir licencia y en 1822 se retiró definitivamente al Puerto de Santa María, a disfrutar de un descanso más que merecido después de 49 de servicio. En premio a sus múltiples servicios prestados, el 16 de enero de 1836 se le ascendió a la máxima dignidad de la Real Armada como Capitán General, nombramiento que llevaba consigo el de presidente del Almirantazgo. Ello provocó una nueva acción de altruismo, pues renunció al exceso de sueldo que le correspondía durante la guerra civil, un nuevo donativo que ascendía a más de 19.000 duros (un duro era el equivalente a ocho reales de plata, con el mismo peso, que el duro de cinco pesetas y veinte reales de 1869). Falleció en su ciudad natal y en la propia casa que en 1753 le había visto nacer. Sus restos debieron reposar en el Panteón de Marinos Ilustres, mucho tiempo antes, pero la emotiva actitud de su viuda, que quería ser enterrada junto a él, dejó en suspenso el traslado, hasta que por iniciativa de S. M. don Juan Carlos I dispuso por Real Decreto de 28 de julio de 1983 el traslado de los restos del capitán general de la Armada don Francisco Javier de Uriarte y Borja, desde el cementerio de El Puerto de Santa María al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando.
En su lápida hay un inscripción, que dice:

AQUÍ YACE EL EXCMO. SR.

D. FRANCISCO JAVIER DE URIARTE Y BORJA
CAPITÁN GENERAL DE LA REAL ARMADA ESPAÑOLA
Y PRESIDENTE DEL ALMIRANTAZGO

AL MANDO DEL NAVÍO “SANTÍSIMA TRINIDAD”
RESULTÓ HERIDO EN EL COMBATE DE TRAFALGAR
EL DÍA 21 DE OCTUBRE DE 1805
AL ENFRENTARSE HEROICAMENTE
A CUATRO NAVÍOS INGLESES

GOBERNADOR MILITAR DE LA ISLA DE LEÓN
EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
Y CAPITÁN GENERAL DEL DEPARTAMENTO DE CARTAGENA
DESTACÓ EN LAS CAMPAÑAS DE ARGEL
SANTA CATALINA, ROSELLÓN Y TOLÓN
EXPLORÓ EL ESTRECHO DE MAGALLANES,
DONDE DESCUBRIÓ VARIOS ISLOTES Y PUERTOS.

MURIÓ EN EL PUERTO DE SANTA MARÍA
A LOS 89 AÑOS DE EDAD

EL DÍA 29 DE NOVIEMBRE DE 1842

domingo, 9 de octubre de 2011

Teresa Cabarrús



Teresa Cabarrús, (Juana María Ignacia Teresa Cabarrús) también llamada Madame Tallien (Carabanchel Alto, 31 de julio de 1773 - Chimay, 15 de enero de 1835) fue una dama española que casó con Jean-Lambert Tallien y fue conocida como Nuestra Señora de Termidor, en francés, Notre-Dame de Thermidor. Hija del conde español Francisco Cabarrús, ministro de finanzas de Carlos III, y de la dama valenciana Antonia Galabert. Fue enviada a estudiar a Francia en 1785 y allí se casó en 1788 con el joven marqués Jean-Jacques-Devin de Fontenay. Simpatizó con las ideas de la revolución. En 1792 el marqués se divorció de ella. Teresa se trasladó a Burdeos, donde fue arrestada, pero Tallien, seducido por su belleza, la hizo liberar y se convirtió en su amante. Posteriormente fue detenida en la prisión de la Force, donde encontró a Josefina de Beauharnais, quien desde entonces habría de ser una de sus más íntimas amigas. Cuando fue condenada a muerte, una carta suya a Tallien precipitó la caída de Robespierre y los hechos del 9 de termidor, por lo que se la apodó Nuestra Señora de Termidor. Fue una mujer muy influyente durante el régimen del Directorio y su salón adquirió celebridad. El 26 de diciembre de 1794 contrajo nupcias con Tallien, al que dio varios hijos, entre ellos una niña cuya madrina fue Josefina de Beauharnais. Después fue amante del general Hoche, de Barras y del opulento banquero Ouvrard. Con éste último tuvo varios hijos. Formó parte del grupo llamado de las maravillosas (merveilleuses) junto con otras mujeres importantes de la época como Josefina o Juliette Récamier. Durante el Imperio fue excluida de los salones imperiales porque Napoleón consideraba escandalosa su conducta. En 1802 se divorció de Tallien y el 9 de agosto de 1805 se casó con François Joseph de Riquet de Caraman, conde de Caraman, y después príncipe de Chimay, al que dio varios hijos y fue ejemplarmente fiel. Tambien es famosa por bañarse en zumo de fresas.

viernes, 7 de octubre de 2011

Felipe Jado Cagigal




Jado Cajigal nació en la aldea de Término, localidad de Hoznayo, municipio de Entrambasaguas (Cantabria). Comenzó siendo niño la carrera de las armas, tanto que fue preciso pedir la correspondiente dispensa por edad. Empezó a servir como cadete en el Regimiento de milicias de Laredo, el 27 de enero de 1758. Fue ascendido a subteniente el 17 de mayo de 1766, siendo destinado al Regimiento del Príncipe. Durante dos veces ocupo el cargo de ayudante mayor del Regimiento, del que su tío don Manuel Cajigal era coronel. Cuando el Regimiento fue destinado a la plaza de Ceuta, inmediatamente destacó por su valor en el transcurso de varios combates con los moros. En uno de estos encuentros, en el barranco del Cañaveral, recibió su bautismo de sangre. Una vez recuperado de su herida, fue destinado a la plaza de Orán, donde en un combate en el apostadero de Capón, volvió a caer herido. Todavía no recuperado, regresó al combate, siendo herido nuevamente en el combate de la Meseta. El 1 de octubre de 1773 fue ascendido a teniente por el valor y arrojo demostrados en los diferentes combates. A pesar de su brillante historial en tierra, sintió la llamada de la mar, por lo que decidió prepararse para poder entrar al servicio de la Armada. Se presentó a examen para obtener la plaza, lo que realizó con absoluto éxito. De tal modo, el 28 de febrero de 1777 se le otorgaron los galones de alférez de navío. Embarcó por primera vez en la fragata Rosario, transbordando poco después al navío de línea San Pedro, asignado a la escuadra de Luis de Córdova. Embarcado en él participó en la Campaña del canal de la Mancha, combinada con la francesa del conde D’Orvilliers, que obtuvo pobres resultados: la retirada de la Royal Navy a sus puertos y la captura del navío británico de 74 cañones Ardent. En 1780 transbordó al navío Arrogante, que pertenecía a la escuadra del marqués del Socorro, con destino al apostadero de La Habana; en éste, se le ordenó transbordar al navío San Luis, saliendo en 1781 con la escuadra de José Solana en la expedición contra Pensacola, en la Florida británica. Tuvo un comportamiento de gran valentía en el desembarco del 22 de abril, siendo el primero en poner el pie en la playa enemiga. En ésta plaza, mantuvo varios combates contra los británicos y los nativos de la zona, que apoyaban a los enemigos; en uno de los asaltos que se realizaron, siendo también el primero en hacerlo a una trinchera, cayó herido de una pierna, pero se mantuvo en el combate, hasta que éste finalizó con la toma de la plaza. El 4 de agosto de 1781 fue ascendido a teniente de fragata por los méritos contraídos en estos combates. Su herida y el no dejarse ser atendido por permanecer en el combate, se pronosticó de grave, por lo que le llevó algún tiempo su recuperación. Ya en franca mejoría, se le comisionó a Santo Domingo. Totalmente restablecido, embarcó en el navío Dragón. En la travesía hasta La Habana participó en el rescate de una corbeta, que había sido apresada por los británicos, en las inmediaciones de Matanzas (29 de enero de 1784). El 15 de noviembre de 1784 fue ascendido a teniente de navío, prosiguió en la mar, embarcado en diferentes buques. Continuó su meritoria carrera en las Antillas, y el 23 de mayo de 1792 fue ascendido a capitán de fragata, regresando a la Península. Al año siguiente participó en la conquista de las sardas de San Pietro y San Antíoco, al apresamiento de la fragata Helena de 40 cañones y al incendio de su compañera, por orden de su comandante, para evitar caer en manos de los españoles y en el apoyo a los ejércitos, piamontés y napolitano, en las riberas del Var. A continuación participó en la conquista y defensa de Tolón, que llevaron a cavo las escuadras española y británica, al mando respectivo de Lángara y Hood. Jado Cajigal luchó con las fuerzas desembarcadas, que estaban al mando del capitán general don Federico Gravina. Como siempre se ofrecía voluntario para los combates y a ser posible en los de mayor peligro, estuvo presente en cinco combates generales y en más de cuarenta parciales, acudió a la defensa de los fuertes de Balaguer, Mulgrave y San Luis, por esta acometividad también vertió su sangre, pues entre todos ellos recibió una herida grave en la cara, dos golpes de sable en la cabeza, más cinco contusiones, por lo que tuvieron que embarcarlo, estando gravemente herido en el navío Santa Isabel, con destino al arsenal de Cartagena. De nuevo ya con sus facultades recuperadas, fue destinado al departamento de Ferrol. El 1 de septiembre de 1794 fue ascendido al grado de capitán de navío; estando al mando de diferentes de ellos, pero siempre sin dejar la mar. El 5 de octubre de 1802 fue promovido al grado de brigadier, pasando a desempeñar el cargo de comandante general del Arsenal de Ferrol.

Cuando se armó en éste arsenal la escuadra al mando del general Grandallana, con fecha 14 de mayo del año de 1805, se le otorgó el mando del navío San Agustín de 74 cañones. Al reunirse las escuadras del almirante Villeneuve y del general Gravina, en la ría de Ares, su navío pasó a formar parte de la combinada. De tal modo, el navío de su mando, el San Agustín, tuvo un papel muy destacado en el combate naval de Trafalgar. El San Agustín, con 711 hombres a bordo, formó a la cola de la flota hispano-francesa. Ésta hubo de volverse por el acecho de los navíos ingleses, lo que dejó al San Agustín situado en la vanguardia del ataque aliado. Cuando la columna del almirante Nelson se aproximó a la escuadra combinada, llegando al alcance efectivo de la artillería, el San Agustín fue el primero el abrir fuego sobre el HMS Victory, célebre buque insignia de Nelson. En su informe sobre el desarrollo del combate, escrito cuando tanto Cagigal como Gravina estaban en Cádiz, convalecientes de sus heridas, dice:

"En cuyo instante ordené que se rompiera el fuego, que efectivamente se practicó en todas las baterías con serena prontitud y actividad y a mi parecer con conocido acierto.
Duró hasta las dos y media poco más o menos, hora en que habiendo desfilado toda la línea enemiga y atacado al navío Trinidad, cortando el centro por aquella parte y abrumándole sobre manera, que mandé pasar la gente a estribor, y por señal del Trinidad, de arribar y sostenerle en su desventaja, así lo ejecuté, dirigiéndose directamente sobre un navío de tres puentes que se batía por estribor, a quien a las primeras descargas, hechas con todo ardor y acierto, rompimos parte de sus vergas; que al fin, rendido el Trinidad, se emplearon contra el San Agustín dos navíos de tres puentes por babor y estribor le combatían, tomando las aletas y enfilando todas sus baterías."

El navío español quedó rodeado por varios buques de la escuadra comandada por Lord Nelson: el HMS Leviathan, el HMS Conqueror, el HMS Africa y el HMS Britannia. Combatió con dureza durante horas, repeliendo dos abordajes a costa de gran número de bajas. Se mantuvo en el combate hasta las 17:30, cuando ya era atacado por cinco navíos enemigos. Estando ya desarbolado, con un gran número de vías de agua y casi toda la dotación o muerta o herida, sólo entonces fue cuando el San Agustín cedió al ataque enemigo. Aclaraba Jado Cajigal:

"Hora en que fue preciso ceder a tanta superioridad y a dos repetidos abordajes, que al tercero ya no pudo oponérseles suficiente gente por hallarse ocupada en las baterías la poca que restaba, continuando el fuego contra los otros buques que se estrechaban a tiro de pistola."

Realizado el tercer abordaje, los británicos conquistaron el castillo y el combés, pero Cagigal estaba en la toldilla, con la poca gente que le quedaba, defendiendo la bandera. Los británicos se dieron cuenta del mal estado del buque, pues al pasar por las bombas de achique se apercibieron de la mucha cantidad de agua que hacía el navío, por lo que ellos mismos pidieron parar el combate. Sin embargo, Cagigal no se avino a permitirlo, hasta que los británicos no consintieron en concederle que el pabellón del buque no fuera arriado y que se hundiera con el San Agustín. Al llegar a este acuerdo, los españoles junto a los británicos se pusieron a trabajar, con todas sus fuerzas, para tratar de impedir el que el navío se fuera a pique, pero viendo que entraba más agua de la que ellos lograban sacar con las bombas, decidieron abandonar el buque. Para entonces, el balance de bajas en el navío era de 180 muertos y 200 heridos. Esa misma noche, terminó por quedarse mocho, pues se le cayeron los pocos restos de arboladura, incluido el bauprés. A continuación, el San Agustín fue incendiado en reconocimiento a su extraordinario comportamiento en el combate, evitando así ser presa del enemigo. En el ya mencionado parte, añade Cagigal: "Según he visto con placer, ya que mi constancia no bastó a librarle o sumergirle en la acción, de lo que no estuvo muy distante." Cajigal pronto fue canjeado, pasando de Gibraltar al departamento de Cádiz. El 9 de noviembre, reconocidos sus méritos, valentía y buen hacer en el combate, fue ascendido por méritos de guerra al grado de jefe de escuadra. Cuando llegó el histórico día del 2 de mayo de 1808, Cagigal se encontraba en Galicia, cuando supo la noticia inmediatamente, se presentó al general Joaquín Blake para combatir al invasor francés. Blake le nombró mariscal de campo, entregándole el mando de una de las cuatro divisiones que formaban parte de su cuerpo de ejército, dándose la casualidad de que otra de las divisiones de este cuerpo estaba al mando de un brigadier de la Armada, veterano de Trafalgar, Joaquín Riquelme. Con su división participó en la batalla de Espinosa de los Monteros y la de Villafranca del Bierzo, en la que resultó herido. El 23 de febrero de 1809 fue ascendido a teniente general, pero continuó prestando sus servicios en el ejército de tierra hasta la expulsión de los franceses de territorio español. Por el conjunto de sus méritos y lo acertadas de sus disposiciones, fue condecorado, con la recientemente creada condecoración por las Cortes de Cádiz, la Cruz Laureada de San Fernando de Tercera Clase. El 23 de septiembre del año de 1820, estando ya en situación de retiro, fue nombrado capitán general de Ferrol, su arsenal, departamento y zona marítima. Falleció en ésta ciudad y en posesión de su cargo a la edad de setenta y seis años.

jueves, 6 de octubre de 2011

Antonio Pareja




Antonio Pareja (1757- 1813) fue un marino español que comandó las tropas realistas durante la Guerra de Independencia de Chile.
Nacido en Cabra (Córdoba) y dedicado a la marina desde niño, sentó plaza de guardiamarina en 1771, navegó en varias escuadras y asistió a muchas acciones, distinguiéndose en la toma de las islas de San Pedro y San Antíoco. Desde febrero de 1778 hasta mayo de 1782 mandó una fragata y un navío particular además de un bergantín.
Más adelante mandó la fragata Perla y se encontró en el combate naval de San Vicente el 14 de febrero de 1797; ya en 1782 se había batido con la escuadra inglesa; y en Melilla, en varias ocasiones efectuó el desembarco de artillería, municiones y víveres, sufriendo un horroroso fuego. En la rada de Argel la galeota de su mando hizo fuego por ocho horas a los moros. En 1803 mandó el navío San Agustín y en febrero de 1805 obtuvo el del Príncipe de Asturias y salió con la escuadra combinada de Francia y España a las órdenes del vicealmirante Villeneuve y del teniente general Federico Gravina, para Cádiz, donde se le dio el mando del navío Argonauta, y con él salió el 20 de octubre siguiente con la escala combinada a las órdenes de los mencionados generales, y se halló en el combate que sostuvo contra la inglesa del almirante Nelson en el Cabo Trafalgar. El Argonauta sufrió inmensas averías y se fue a pique al segundo día de la acción, que le ocasionó numerosos muertos y heridos, entre ellos su comandante.
El mismo año ascendió a brigadier y en junio de 1808 asistió al combate y rendición de la escuadra francesa del almirante Rosilly, pasando después con licencia a Madrid y regresando al departamento de Cádiz en 1809; después mandó los navíos Terrible y San Justo y a principios de 1810 todas las fuerzas sutiles de la isla de León, cuando empezó el sitio, cuyo mando ejerció hasta julio de ese mismo año, en el que se le nombró gobernador y capitán general del Reino de Chile, entonces en plena insurrección. Tras su llegada a Lima, centro del poder colonial español en América del Sur, se reunió con el virrey del Perú José Fernando de Abascal para recibir las órdenes de la campaña, Abascal había planeado la salida de un poderoso ejército al Alto Perú para batir a los patriotas argentinos y el envio simultáneo de oficiales, sargentos y recursos materiales para organizar un ejército realista en las provincias que aun se mantenían leales en el Reino de Chile con el cual derrotar a los independentistas.1 En cumplimiento de estas órdenes Pareja zarpó del Callao el 12 de diciembre de 1812 a bordo de 5 bergantines y llevando consigo armamento, vestuario, equipo, 25.000 pesos en dinero y 50 soldados y 20 oficiales veteranos2 con apoyo de los cuales en tan solo dos meses organizó en Chiloé un ejército de 1.400 hombres perfectamente equipados y entrenados. Sin perdida de tiempo se embarcó luego para Valdivia, ciudad que se había declarado por los realistas, donde aumentó su fuerza con 2.000 reclutas. Con este numeroso ejército, a fines de febrero de 1813, se apoderó del puertecito de San Vicente, contiguo al de Talcahuano.3 Al día siguiente fue atacada la guarnición de dicho puerto y derrotada, a pesar de su empeñada resistencia. Después Pareja entró en la ciudad de Concepción, capital de la provincia, espipulándose una capitulación que tenía por base la amnistía. Las mismas fuerzas que se habían rendido se incorporaron a las filas de Pareja, que disponía así de más de 60 piezas de artillería, 6.000 fusiles, considerable cantidad de armas blancas y abundantes pertrechos y utensilios de guerra que halló en la ciudad. Por entonces se sublevaron en Valparaíso las tripulaciones de la corbeta Perla y el begantín Potrillo, que eran de los insurgentes. Estas defecciones, unidas a la noticia de las victorias de Pareja hizo que cundiese el desaliento entre los patriotas. José Miguel Carrera, hizo frente a las circunstancias y organizó un ejército de 9000 hombres. Pareja salió a su encuentro, pero fue emboscado el 26 de abril de 1813, en la que se conocería como la Sorpresa de Yerbas Buenas que se produjo en las cercanías de Talca en Yerbas Buenas. El choque con los patriotas le costó al ejército español la pérdida de 180 hombres. Las bajas patriotas fueron mayores, aproximadamente 460 muertos, y 120 prisioneros, entre ellos algunos oficiales. Estas cifras intentaron ser minimizadas para no causar escándalo en Santiago. Sin embargo, las tropas realistas comenzaron a manifestar su descontento, siendo inútil toda la actividad y energía del brigadier en aquellas circunstancias para calmar los ánimos. Estas contrariedades le acarrearon una fiebre maligna y hubo de entregar la dirección de las operaciones al comandante del batallón de Penco, Juan Francisco Sánchez, quien presentó batalla al enemigo en las alturas de San Carlos, logrando, a pesar de su inferioridad numérica, dispersar a sus contrarios y quedarse dueño del campo. Pareja, enfermo y achacoso, se trasladó con las tropas victoriosas a Chillán, donde murió el 21 de mayo de 1813. Su hijo José Manuel Pareja, nacido en Lima en 1813 y que nunca conoció personalmente a su padre, llegaría posteriormente a ser almirante de la Armada Española y protagonista de la guerra Guerra Hispano-Sudamericana. Se suicidó en costas chilenas tras tener conocimiento de la captura de la goleta Covadonga, una de las más débiles de su escuadra, por la corbeta chilena Esmeralda.

martes, 4 de octubre de 2011

Antonio de Córdova y Lasso de la Vega




Antonio de Córdova y Lasso de la Vega (Sevilla, 1740, 1811). Marino y científico español. Empezó su servicio en la Armada en el Mediterráneo contra los piratas berberiscos. Estuvo después en La Habana cuando el sitio inglés, donde fue hecho prisionero. Durante su cautiverio en Londres mantuvo su actividad científica e investigadora. Liberado, se reincorporó a la Armada en 1763. Estuvo destinado en El Callao (Perú) entre 1765 y 1772. Ya como Teniente de Navío (1774) navegó en la escuadra del Marqués de Tilly al Río de la Plata (Argentina). Entre 1785 y 1786 realizó un viaje para reconocer la Patagonia y el Estrecho de Magallanes a bordo de la fragata Santa María de la Cabeza. En 1788-1789 organizó otra expedición, para perfeccionar la anterior, con Fernando de Miera a bordo de las naves Santa Casilda y Santa Eulalia. En esta expedición participaron como tenientes Cosme de Churruca y Ciriaco Ceballos Neto.

Vuelto a España, alcanzó el grado de teniente general en 1802, pero en seguida se retiró a Sevilla por enfermedad, donde murió. Describió el platino como nuevo elemento.

domingo, 2 de octubre de 2011

Francisco Gil de Taboada Lemos y Villamarín


Francisco Gil de Taboada Lemos y Villamarín (Santa María de Soutolongo, 1736 - Madrid, 1809) fue un noble, político, militar y marino español, IX virrey de Nueva Granada (1789), 32º virrey del Perú (1790-1796) y XIº capitán general de la Real Armada Española.

A los 16 años de edad se convirtió en caballero de San Juan de Jerusalén, orden en la que llegó a ser Gran Cruz y bailío, comendador de Porto Marín y prior del Serenísimo Infante don Pedro también luchó contra Jampier quien derroto una vez. Sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz el 27 de octubre de 1752. Fue ascendido a alférez de fragata el 23 de diciembre de 1754, a alférez de navío el 12 de abril de 1760, a teniente de fragata el 8 de abril de 1765 y a teniente de navío el 3 de septiembre de 1767. Durante estos mandos estuvo embarcado en diferentes buques, haciendo cruceros por el Mediterráneo y los océanos Atlántico y Pacífico. Ascendió a capitán de fragata el 22 de octubre de 1770. Con este mando se le nombró gobernador de las islas Malvinas, pero no llegó a desempeñar su cometido por haber sido ascendido a capitán de navío el 17 de febrero de 1776, siendo nombrado capitán de la recién creada Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Ferrol, cargo que desempeñó durante algunos años. Fue ascendido a brigadier el 19 de junio de 1781, siguiendo en el cargo anterior; a jefe de escuadra, el 21 de diciembre de 1782 y a instancias de Antonio Valdés, ministro de Indias, a finales de 1788 fue nombrado virrey, gobernador y capitán general del nuevo reino de Granada y presidente de la audiencia de Santa Fe. Ascendió a teniente general el 4 de marzo de 1789. Con este grado, pasó en 1790 a virrey del Perú y presidente de la audiencia de Lima. A su regreso a España pasó con éxito por el Juicio de residencia, donde unos secretarios y un tribunal especial analizaban todas las actuaciones de su gobierno como tal virrey, con arreglo a lo establecido en las Leyes de Indias. En estos juicios nada quedaba sin investigar, hasta cuadrar la última cuenta, dándose el caso de durar varios años. Fue nombrado consejero del Consejo Supremo de Guerra y, sin dejar este alto cargo, desempeñó otros, también importantes, del ramo de la Marina. En 1799 fue nombrado director general de la Armada, primero con carácter interino y después en propiedad. El 6 de febrero de 1805, al ser designado el general Domingo Grandallana para el mando de la escuadra de Ferrol, se encargó interinamente a Gil de Taboada de la secretaría de Estado y del departamento de Marina. Por real decreto del 9 de noviembre del mismo año, fue ascendido a capitán general de la Real Armada. Se considera en el decreto que por sus méritos debe de ser ascendido: "al tiempo que S. M. premia el mérito de los combatientes de la escuadra del general don Federico Gravina". Se le confirmó en propiedad, como ministro de Marina, por real decreto del 22 de abril de 1806. También siguió desempeñando la dirección general de la Armada hasta 1807, en que se dispuso que en sustitución de dicho cargo se crease el empleo de inspector general de Marina. Ejerciendo todos estos altos cargos sobrevino el Motín de Aranjuez y los graves sucesos que le siguieron, entre ellos la abdicación del rey Carlos IV en su hijo Fernando VII. Gil de Taboada, como los demás ministros, fue ratificado en el ejercicio de su cometido y en él continuó hasta la salida del rey hacia Bayona. Para actuar durante la ausencia del monarca se formó una junta, compuesta por los ministros y presidida por el infante don Antonio, tío de Fernando VII. El conde de Toreno, en su comentario sobre la junta, se expresa de la siguiente manera: Continuó al frente de la marina don Francisco Gil de Taboada y Lemos, anciano respetable, de carácter entero y firme. Esta cualidad pronto hubo de manifestarla oponiéndose al deseo del gran duque de Berg de que le fuese entregado Godoy, que se hallaba confinado en el castillo de Villaviciosa para ser sometido al fallo de un tribunal. Previendo que la junta de ministros pronto sería anulada por la presión de los invasores, Gil de Lemos lanzó la idea de que fuese sustituida por otra, reunida fuera de Madrid. Cuando los franceses obligaron al infante don Antonio a salir hacia Bayona después de la explosión popular del 2 de mayo, escribió a Gil de Taboada una carta instándole a que la junta siguiese por los mismos cauces trazados para evitar males mayores. Pero el 4 de mayo Murat quiso presidirla, asistiendo algunos de los miembros, que al fin cedieron. No así Gil de Taboada, que se mantuvo firme, presentando su dimisión y retirándose a su domicilio. Al ser evacuado Madrid por los franceses después de la victoria española sobre los ejércitos imperiales en Bailén, Gil de Taboada juró de nuevo su cargo el 29 de septiembre de 1808 en Aranjuez, donde se reunió la Junta Central como depositaria del poder supremo de la nación durante la ausencia del Rey. Cuando entraron de nuevo los ejércitos franceses en la capital de la nación, Madrid, se instó a que pasase a prestar juramento ante el rey intruso José Bonaparte. Se negó a ello con entereza, quedando expuesto a las represalias, ya que su avanzada edad -era octogenario- le impedía fugarse. Aunque algunos ministros del corso instaron al monarca a que persiguiese a Gil de Taboada, el Rey se negó, prohibiendo se molestara a tan valiente anciano. Cuando falleció al año siguiente, 1809, la guarnición francesa de Madrid le tributó los honores fúnebres que le correspondían por su alta dignidad. Un destacado descendiente suyo en América es el escritor chileno Antonio Gil Iñiguez y los caudillos argentinos y gobernadores de Santiago del Estero Antonino Taboada y Manuel Taboada.