Hay que recordar lo que fuimos para saber lo que somos

Por desgracia la Historia de nuestro país poco importa a los políticos de turno. Si permitimos esto, terminaremos sin saber qué fue España y dejaremos que el devenir de los sucesos actuales borre nuestra memoria.

miércoles, 29 de junio de 2011

La Batalla de Edchera




En enero de 1958, Marruecos redobló su dedicación a la campaña contra España, reorganizando todas las unidades militares en territorio español, como el Ejército de Liberación Saharaui. Mientras tanto, la Novena Bandera de la Legión es enviada al Sahara español a reforzar las tropas allí estacionadas.

El 12 de enero, una columna del Ejército de Liberación Sahariano atacó la guarnición española en El Aaiún. Derrotados y forzados a retirarse por los españoles, esta columna centró sus esfuerzos en el sudeste de la colonia. La oportunidad se presentó al día siguiente en Edchera, donde dos compañías de la XIII Bandera de la Legión estaban llevando a cabo una misión de reconocimiento. Deslizándose sin ser vistos por entre las dunas junto a las columnas españolas, los marroquíes abrieron fuego.

Emboscados, los legionarios lucharon para mantener la cohesión, repeliendo los ataques con fuego de mortero y armas ligeras. El episodio principal de la lucha lo protagonizó el primer pelotón, el cual se negó obstinadamente a retroceder ante el fuego marroquí, hasta que el enorme número de bajas le forzó a retirarse. Los sangrientos ataques continuaron hasta la caída de la noche, cuando las fuerzas marroquíes, demasiado desperdigadas y sin hombres suficientes para continuar el ataque, se desvanecieron en la oscuridad.

El ataque
El dia 13 de enero de 1958, la XIII Bandera al mando del Comandante Rivas Nadal, salio de El Aaiun a las 7 de la mañana, ahora por la orilla derecha de la Saguia, en direccion a Edchera, con la mision de ejecutar un reconocimiento sobre esta zona y obtener informacion de contacto. En vanguardia marchaba la 2ª Compañia, al mando del Capitan Jauregui, con la mision de alcanzar rapidamente el paso de Edchera por el este. La 3ª Compañia, mandada por el Teniente Vizcaino, progresaba por el mismo borde de la Saguia cubriendo el flanco derecho del dispositivo. La 1ª Compañia, del Capitan Giron Mainar, en reserva, vigilaba el flanco este. La 5ª Compañia, de apoyo, mandada por el Capitan Villar, contaba con 1 peloton de ametralladoras y 1 Seccion de morteros de 81, ya que el resto de las armas habian sido asignadas a las Compañias de fusiles.
La Bandera progresaba rapidamente por los llanos de Ammat Amasir y tras rebasar el pozo de Bujcheibia y encontrandose a unos 2.000 metros de Edchera, recibio los primeros disparos de un enemigo que ocupando bastante frente estaba perfectamente cubierto de vistas y fuegos aprovechando las trincheras y oquedades en el borde este de la Saguia. En la otra orilla, en la zona del Meseied habia otro grupo que intervino con posterioridad. La Compañia de vanguardia avanzo para establecer contacto con el enemigo y fijarlo, por lo que la Seccion del Teniente Gamborino marchaba en primer escalon y estaba dotada de vehiculos ligeros, se lanzo a toda velocidad sobre el adversario, siendo detenida enseguida por el intenso fuego que recibio a resultas del cual fue muerto su Teniente.
La Bandera inicio un movimiento de envolvimiento por el sur que llevo a cabo la 1ª Compañia, mientras la 2ª y 3ª fijaban al adversario. Estas, a pesar de la fortisima resistencia que encontraron, avanzaron hasta alcanzar una linea jalonada por el borde de la Saguia a unos 100 ó 300 m de las posiciones enemigas. No obstante, el Capitan Jauregui, con la Seccion del Teniente Carrillo, logro adelantarse y alcanzar el paso, llegando hasta el fondo de la Saguia en una zona en que su lecho estaba salpicado de numerosos y pequeños monticulos, mientras que la otra Seccion de la Compañia, mandada por el Teniente Ochoa, intentaba sin exito el asalto sobre una de las pequeñas alturas al oeste de la entrada del paso.
El Capitan Jauregui, llevado de un enorme espiritu de acometividad y tratando de impedir el posible repliegue del contrario a traves del cauce hacia Tafudart, siguio avanzando con sus legionarios, teniendo que sostener un violentisimo combate a corta distancia con un nucleo que los envolvio al que se añadio otro muy numeroso que descendio del Meseied, muriendo el y todos los hombres que le seguian.Â
Mientras tanto la 3ª Compañia que, como dijimos anteriormente, marchaba flanqueando por el mismo borde este de la Saguia, al alcanzar un gran espolon que se adentraba sobre su cauce, recibio un fuego muy nutrido del enemigo, resultando muerto el Teniente Gomez Vizcaino y herido el Teniente Lafuente. A continuacion, el adversario intento desbordar a la Compañia por el norte, por lo que se decidio sacar a la 1ª Compañia de la posicion alcanzada al sur de Edchera, dandole la mision de reforzar a la 3ª al mismo tiempo que una de sus Secciones, la del Brigada Fadrique, fue asignada a la Compañia del Capitan Jauregui. El enemigo, cuyos efectivos se estimaron en unos 500 hombres, rompio el contacto durante la noche debido al enorme quebranto sufrido retirando el armamento de sus bajas.
En el reconocimiento efectuado al amanecer se evacuaron a nuestros muertos y se encontraron unos 50 cadaveres del adversario estimandose que sufrio otras 200 bajas mas. Por nuestra parte hubo que lamentar las muertes del Capitan Jauregui, Tenientes Gomez Vizcaino y Martin Gamborino, Brigada Fadrique, Sargentos Simon Gonzalez, Arroyo y Fernandez Valverde, 4 Cabos primeros, 4 Cabos y 22 legionarios, en total 37 muertos. Heridos: 2 Tenientes, 2 Sargentos, 3 Cabos primeros, 6 Cabos y 37 legionarios, en total 50. A estas bajas hay que sumar las de 1 Cabo primero muerto y un Cabo herido de la 2ª Compañia de la IV Bandera que habia acudido a reforzar a la XIII. Por esta accion les seria concedida la Cruz Laureada de San Fernando al Brigada Francisco Fadrique Castromonte (un veterano del 3er Tercio) y al legionario Juan Maderal Oleada con fechas 10 de enero de 1961 y 5 de enero de 1966.
Tambien fueron citados como distinguidos varios Suboficiales y personal de tropa de la XIII Bandera.
La Batalla de Edchera se saldo con 37 legionarios muertos y 50 heridos, unas cifras que podrian haber sido mucho mayores si no hubiese sido por el sacrificio de los dos laureados. Por su parte, tras el combate se encontraron 50 cadaveres de los combatientes saharauis que se estima que murieron alrededor de doscientos.
A pesar de la heroicidad de estos hombres, su historia es completamente desconocida para la mayoria de españoles. En cualquier otro pais, esta batalla seria conocida por todos, pero sin embargo la mayoria de los españoles ni siquiera han oido hablar del conflicto del cual formo parte, y es por ello que la Guerra de Ifni es tambien conocida como Guerra Olvidada. Peor aun resulta el hecho de que si hoy, dia 13 de enero de 2008 buscamos la palabra “Edchera” en el buscador de noticias de Google tan solo obtenemos dos resultados, ambos de diarios regionales. Ni siquiera los diarios nacionales presuntamente patriotas se hacen eco de esta efemeride.Â
Transcurrio el resto del mes, asi como parte de febrero con relativa tranquilidad, hasta el dia 10 de este mes, en que formando parte del Grupo de Combate Norte de la Agrupacion A, recibio de llevar a cabo un reconocimiento ofensivo de la Zona de la Saguia hasta Edchera y ocupacion de este paso, llegando sin novedad a las 10.00 horas. A las 12.00 horas recibio orden de atravesar la Saguia para unirse al resto de la Agrupacion, que se encontraba al Sur de la misma, y al efectuar este movimiento fue atacada la extrema retaguardia por nucleos de bandas armadas que abrieron fuego intenso sobre ella. La 1ª Cia. que formaba parte de dicho escalon, reacciono rapidamente y repelio el ataque. La 2ª Cia. tuvo como mision reforzar la vanguardia de la Agrupacion que habia establecido contacto con el enemigo, contacto que se mantuvo hasta las 17,45 horas. El resto de la Bandera ocupo el terreno Sur de la Saguia, protegiendo a la 1ª Cia.. Una Seccion de esta recibio orden a las 20.00 horas de proteger los automoviles acorazados que quedaron averiados en el paso de la Saguia, manteniendo, desde esta hora hasta las 06.15 horas del dia siguiente, fijado al enemigo. A dicha hora recibio la orden de unirse a su Compañia, una vez recuperados los dos vehiculos.
La moral de la Bandera fue excelente durante toda la jornada, combatiendo con verdadero espiritu legionario. Por nuestra parte tuvimos un Cabo 1º y dos legionarios heridos, que fueron evacuados en helicoptero al Aaiun.Â
Continuan los dias siguientes del mes de febrero, las misiones de reconocimiento ofensivo, sin encontrar enemigo ni resistencia alguna, teniendo que luchar solamente con el fuerte viento Siroco, que hacia muy penoso y dificultaba el avance.Â
El dia 18 la 3ª Cia. de la Bandera releva en Edchera a la 11ª Cia. de la IX Bandera, que guarnecia dicha posicion.Â
El dia 20, encontrandose la Bandera en Smara, se recibe la siguiente felicitacion del Coronel Jefe de la Agrupacion A: Finalizando brillantemente el ciclo de operaciones, tengo el honor de poder felicitar efusivamente a cuantos formando parte de la Agrupacion A, habeis estado bajo mis ordenes, dando ejemplo, desde el 2º Jefe hasta el ultimo soldado, de valor, abnegacion, espiritu de sacrificio, patriotismo y voluntad sin limites, para vencer toda clase de dificultades, contribuyendo con ello, eficazmente, al logro de todos nuestros objetivos.Â
El dia 21 de abril de 1958 se recibe la siguiente felicitacion de la Jefatura de Tierra, Mar y Aire de Canarias y A.O.E.:Â
S.E. el Generalisimo se ha dignado dirigir a las tropas de los Ejercitos de Tierra, Mar y Aire que operan en los territorios de Ifni y Sahara, su felicitacion y saludo con motivo de la reciente Campaña. Al hacer publicas estas honrosas manifestaciones, me es grato transmitirlas por medio de la presente Orden, a los Generales, Jefes, Oficiales, Suboficiales y Tropa de las expresadas tropas armadas para su estimulo y satisfaccion.- Lopez Valencia.Â
Con esta felicitacion, parece darse por finalizado el periodo de operaciones de guerra, como sucedio en efecto, pues ya no hubo mas encuentros con partidas armadas del enemigo. La Legion, como en anteriores Campañas, cumplio fielmente todos los espiritus del Credo legionario que dicto su Fundador D. Jose Millan Astray.Â
El dia 27 de agosto de 1958, recibe la XIII Bandera orden de dirigirse a la playa de H. Aotman para embarcar con rumbo a Sidi-Ifni, en la fragata “Magallanes” y en el minador “Eolo”, zarpando el mismo dia la fragata y al dia siguiente el minador, que al amanecer del dia 29 se encuentran frente a las playas de Sidi-Ifni, no pudiendo efectuarse las operaciones de desembarco por medio de barcazas anfibias, a causa del mal tiempo y del estado de la mar.Â
Hasta el dia 2 de septiembre permanece la XIII Bandera en los citados barcos de la Marina Española, sin poder desembarcar por persistir el fuerte temporal. Dicho dia zarpan ambos buques hacia Las Palmas de Gran Canaria, con objeto de reponer viveres y hacer aguada, regresando a las costas de Sidi-Ifni el dia 5 de ese mismo mes a las 08.00 horas, permaneciendo la fuerza a bordo hasta que al fin el dia 6, calmada la mar, se inician las operaciones de desembarco de personal y material, que quedan terminadas el dia 7, instalandose la XIII Bandera en el Acuartelamiento que habia ocupado la VI Bandera hermana, en las proximidades de la Plaza.

Desde esta fecha, la XIII Bandera al mando de su Comandante, alterna marchas, convoyes y entrenamientos con el trabajo para mejorar y ampliar su Acuartelamiento, situado en las inmediaciones de Sidi-Ifni, al pie del monte Bul A Lam, consiguiendo, como es norma en La Legion, poseer un Acuartelamiento magnifico, dotado de toda clase de servicios y comodidades, mereciendo especial mencion el moderno polideportivo, con pistas para todos los ejercicios fisico-militares.
El dia 7 de diciembre de 1960 asciende a Teniente Coronel el Comandante Jefe de la Bandera, Ricardo Rivas Nadal, haciendose cargo de dicho mando, con caracter accidental, el Capitan mas antiguo, quien lo ostento hasta el dia 5 de febrero de 1961, en que por haber sido nuevamente para su mando el citado Teniente Coronel, se hace cargo de ella, cesando el mencionado Capitan.
El dia 20 de febrero de 1966 el Teniente Coronel Jefe de la Bandera es destinado como Jefe de Estado Mayor a la Brigada de Alta Montaña, por O.C. de 10 del mismo mes, haciendo entrega del mando accidental al Comandante de Infanteria Jose Rojas Sans, a quien por ordenanza correspondia.
En abril de ese mismo año se celebra en la Bandera un solemne y emotivo acto: El dia 24 se hace entrega por el Comandante Jefe Accidental, ante la Unidad formada, de la Cruz Laureada de San Fernando a los padres del legionario Juan Maderal Oleaga, muerto heroicamente en la accion de guerra el dia 13 de enero de 1958 en el combate Edchera. Esta recompensa le fue concedida por D.O. nº 5 de fecha 5 de enero de 1966.
Con otros actos solemnes, trabajo y dedicacion de esta Bandera, se llega hasta un dia de junio de 1066 en que se cierra otro capitulo de esta heroica Bandera, que desaparece como tal Unidad yendo sus componentes a engrosar las filas de los Tercios Saharianos 3 y 4, en el Aaiun y Villa Cisneros.
El guion de la XIII Bandera va a descansar en un museo. Ya no flameara al soplo del viento del Atlantico por los montes Bul A Lam y Buyarifen, pero en las mentes y en los corazones de todos cuantos han pertenecido a ella, vivira siempre el recuerdo de los hechos realizados en tierras saharianas, y al recordarlos, brotara de lo mas intimo de sus almas una oracion por los que cayeron en el desierto.
Por esta accion fueron condecorados con la Cruz Laureada de San Fernando el Brigada Don Francisco Fadrigue Castromonte y el Caballero Legionario Don Juan Maderal Oleaga. El Brigada Fadrique la recibio a titulo postumo con fecha 13 de febrero de 1962 y el Legionario Maderal con fecha 8 de enero de 1966. El Brigada Fadrique por su espiritu militar,dotes de mando,amor al servicio,arrojo y valor, al mando de la 3º Seccion se presento voluntario para intervenir, llegando un momento al combate cuerpo a cuerpo y no poder enlazar con su Capitan, empieza a ser herido por dos veces en el hombro y oido izquierdo, y solo cuando las bajas van siendo ya tan numerosas, suponiendo la mitad o mas de sus efectivos, ordena el repliegue a los supervivientes, quedando solamente con los dos cabos y el legionario proveedor del fusil ametrallador MADERAL OLEAGA, ordenando posteriormente la retirada a los dos cabos y quedando solo en compañia de MADERAL, Fadrique es herido de nuevo en una pierna, continuando la lucha, hasta que fue abatido MADERAL Y FADRIQUE que recibe finalmente dos disparos, uno en el vientre otro en la cabeza, cayendo al suelo al grito de ¡VIVA LA LEGION!. Siendo estos dos heroicos LEGIONARIOS, los que cruzaron en sus vidas dos Espiritus del Credo Legionario, el de disciplina que es cumplira su deber obedecera hasta morir y el de Compañerismo, Jamas dejar un hombre en el campo hasta perecer todos, este Espiritu fue superado por el de la Disciplina.Â
el testimonio del Sargento Retirado don Jaime Tur Jeremías que cuenta la actitud heroica y con desprecio de la muerte del Cabo 1º Don Eduardo Jiménez Huertas, el Sargento Tur Jeremias, iba recogiendo las mortajas de sus compañeros muertos en el Combate y sintio un inmenso dolor al ver el cuerpo de Jimenez Huertas, ya que aun estaba de baja medica por el ataque a la playa sufrido dos meses antes y pidio ir voluntario, para regresar con los cadaveres de Jauregui,Gamborino,Maderal Vizcaino y Las Heras entre otros. Nadie de los que tenian potestad en su momento hizo nada por conseguir la LAUREADA PERDIDA al Cabo Jimenez Huertas, concesion que no le habría cambiado la vida por que ya la habia dado por sus compañeros por España.

lunes, 27 de junio de 2011

Antonio de Oro Pulido




Antonio de Oro Pulido fundó El Aaiún a finales de 1938 cuando el Sáhara era un territorio inexplorado. Con 30 años, ocupó Sidi Ifni cumpliendo órdenes del Gobierno de la República. Más tarde cumpliría su gran sueño: fundar una verdadera ciudad en El Aaiún, adonde llegó con el objetivo de compartirla con los saharauis, a quienes consideraba sus legítimos habitantes. Crear una ciudad de nuevo cuño, una capital para estos territorios en la que sus habitantes encontrasen acomodo y remedio frente a los sinsabores de la existencia nómada. Un lugar donde los niños pudiesen ir a la escuela y los viejos sentarse a las puertas de sus casas cuando la noche hace llegar la brisa marina y el descanso, por fin, se hace posible.
Y eso hizo.
Se le dio ayuda a los nómadas establecidos para que no tuviesen la necesidad de abandonar el lugar en busca de nuevas zonas de pastoreo, con la consiguiente dejación de los incipientes cultivos. Se realizaron trabajos de alumbramiento de aguas y surgieron manantiales de agua dulce en la orilla sur y de aguas salobres en la orilla norte. Se llevaron arados, se roturaron tierras, se inició una granja avícola y se plantaron los primeros frutales. El lugar hizo honor al nombre, Aaiún, las fuentes, lugar de manantiales.
Seis años después de la ocupación por Antonio de Oro del Aaiun, y siguiendo el relato de Galo Bullón, la ciudad contaba ya con "importantes almacenes de sociedades al por mayor, barrio comercial, plazas amplias, calles espaciosas... , escuelas españolas, escuela de Artes y Oficios, hospital, cómodas viviendas y una población indígena que se ha sedentarizado y edifica por su cuenta viviendas para sí y para alquiler, que labra tierras, posee huertas a las que aplica la enseñanza que se les da en nuestra pequeña granja de experimentación, en donde hay instalados además gallineros, vaquería, porquerizas, etc.".
Un genuino hombre de las dunas para quien el mayor placer consistía en compartir la inmensidad del desierto con sus legítimos y primeros habitantes. Compartir el agua de los oasis, el frío de las noches, el primer calor del amanecer.
Su experiencia en el desierto y su “instinto africano” –que le había hecho dominar el árabe y el hasanía y comportarse como uno más de los habitantes del Sáhara– hizo que llegará a escribir una gramática del hasanía que es el dialecto árabe del Sáhara atlántico.
Hasta que, de pronto, el día 28 de diciembre de 1940, el joven oficial que dedicó su vida a África, encontró la muerte en Tetuán víctima de una repentina y letal septicemia (proceso infeccioso a través de la sangre) que un par de años más tarde hubiera podido curarse con la simple administración de antibióticos.
Extraido del artículo de Francisco López Barrios, El Lawrence De Arabia Español.

sábado, 18 de junio de 2011

Álvaro de Luna



Álvaro de Luna (Cañete, Cuenca, c. 1390 - Valladolid, 2 de junio de 1453) fue un noble castellano de la familia de Luna. Condestable de Castilla, Gran Maestre de Santiago, y valido del rey Juan II de Castilla. Está enterrado en la capilla de Santiago, en la girola de la catedral de Toledo.
Era hijo natural de Álvaro Martínez de Luna, un noble castellano y de María Fernández de Jarana (La Cañeta). Fue introducido en la corte como paje por su tío Pedro de Luna, arzobispo de Toledo, en 1410. Álvaro aseguró pronto una gran ascendencia sobre Juan II, entonces un niño. Durante la regencia del tío del rey, Fernando, que terminó en 1412, no pudo ascender más allá del puesto de sirviente. Cuando, sin embargo, Fernando fue elegido rey de Aragón, tras el Compromiso de Caspe, la regencia quedó en manos de la madre del rey, Catalina de Lancáster, hija de Juan de Gante, nieta de Pedro el Cruel, una mujer alocada y disoluta.

Álvaro supo maniobrar para convertirse en una persona muy importante en la corte y para que el joven rey le tuviera en una alta consideración (que la superstición de la época atribuyó a un hechizo). No obstante, dados los ambiciosos e inescrupulosos nobles que le rodeaban, entre ellos sus primos, los Infantes de Aragón, don Juan II de Navarra y don Enrique de Aragón hermanos de Alfonso V de Aragón, es bastante comprensible que depositara su confianza en un favorito que tenía todas las razones del mundo para permanecer fiel al rey. Álvaro era también un maestro en todos los talentos que el rey admiraba: era un aceptable caballero, un habilidoso lancero, buen poeta y elegante prosista.
A partir de su huida nocturna junto al rey desde Talavera de la Reina al castillo de Montalbán, en noviembre de 1420, cuando tras el golpe de Tordesillas había quedado aquél poco menos que preso de su primo Enrique de Aragón y hasta la pérdida de la confianza del rey, Álvaro de Luna fue la figura central de la Castilla de su época. Era un periodo de conflicto constante provocado por tornadizas coaliciones de nobles que, bajo el pretexto de liberar al rey de la perniciosa influencia de su favorito, realmente trataban de convertirle en una marioneta que sirviera a sus propios intereses. Frente a los infantes de Aragón y la gran nobleza terrateniente, Álvaro de Luna forjó una alianza con la pequeña nobleza, las ciudades, el bajo clero y los judíos (Don Abraham Benveniste), que se oponían a la oligarquía nobiliaria castellana y a los Infantes de Aragón, que defendían los tradicionales intereses políticos y económicos de su familia en Castilla.

La historia de Álvaro de Luna es una constante de expulsiones de la corte por parte de facciones victoriosas, y su retorno cuando la facción vencedora se disgregaba. De hecho, en uno de sus momentos de gloria, en 1423, logró que el rey abriera un proceso amañado al Condestable Ruy López Dávalos aprovechándose de su huida a Aragón por su apoyo a Enrique, para apropiarse de su patrimonio y títulos. Por el contrario, también fue, a su vez, solemnemente expulsado y desterrado a Ayllón en 1427 por los Infantes de Aragón y una coalición de nobles descontentos con su favoritismo; sólo para hacerle volver a la Corte un año después. Álvaro de Luna culminó de forma victoriosa una larga guerra con Aragón, iniciada en el verano de 1429, expulsando a los infantes aragoneses de Castilla.

En 1431, se esforzó en emplear a los inquietos nobles en una guerra para reconquistar Granada. Aunque hubo algunos éxitos (batalla de La Higueruela), era imposible una política consistente dado el carácter levantisco de los nobles y la indolencia del propio rey. Se dice, según unos, que no conquistó Granada por el terremoto de Atarfe, según otros porque fue sobornado por los moros para que no conquistara la ciudad, entregándole un carro repleto de higos, cada uno de los cuales ocultaba una moneda de oro.

En mayo de 1445, la facción de los nobles aliada con los principales enemigos de don Álvaro, los Infantes de Aragón, fue derrotada en la Primera Batalla de Olmedo. Allí fue malherido en una mano -de cuya infección falleció al poco- el Infante Don Enrique de Aragón, y el favorito Don Álvaro, que había sido nombrado Condestable de Castilla y Conde de Santiesteban en 1423, le sucedió en su título de Gran Maestre de la Orden de Santiago. En ese momento, su poder parecía incontestable. Sin embargo, se basaba en el afecto que le dispensaba el rey. Eso cambió cuando la segunda esposa del rey, Isabel de Portugal, madre de Isabel la Católica, temerosa del inmenso poder del condestable, conocedora de sus intrigas, abusos y ciertos asesinatos dispuestos por él, urgió con insistencia a su marido a prescindir del favorito. En 1453, el rey Juan II cedió. Don Álvaro fue arrestado en el Castillo de Portillo, juzgado y condenado en un manido juicio que no fue más que una parodia de la justicia. Fue decapitado1 en cadalso público en la plaza Mayor de Valladolid el 2 de junio de 1453.
Poco después, la gente de Valladolid y alguno nobles llevaron su cuerpo a enterrar al convento de San Francisco, donde él había dejado dicho a los religiosos la noche anterior a su muerte que así lo hicieran. Más tarde, al cuidado casi reverente del que había sido su fiel servidor, Gonzalo Chacón, fueron trasladados a la ciudad de Toledo, donde recibieron tierra definitivamente en la suntuosa capilla de la catedral, llamada de Santiago, construida a sus expensas, donde yacía enterrado su hermano el arzobispo don Juan de Cerezuela, y reposarían después los restos de su mujer, doña Juana Pimentel, y otros miembros de su familia.
Contrajo un primer matrimonio en 1420 con Elvira de Portocarrero, hija de Martín Fernández Portocarrero, Señor de Moguer y III Señor de Villanueva del Fresno y de Leonor Cabeza de Vaca, no habiendo sucesión de este matrimonio.

Estando casado con Elvira, tuvo una hija fuera de matrimonio con Catalina:

María de Luna, señora de Cornago. El 6 de agosto de 1436, el rey Juan II de Castilla despachó una cédula de legitimación a favor de María de Luna, hija del Condestable y Catalina. Casó con un pariente, Juan de Luna, sobrino de su su padre.

Después de enviudar de Elvira de Portocarrero, tuvo un hijo natural en Margarita Manuel, viuda de Diego García de Toledo Barroso, e hija de Enrique Manuel de Villena y Beatriz de Sousa:

Pedro de Luna, señor de Fuendidueña, casado con Mencía de Ayala.

Contrajo un segundo matrimonio en 1430 en Calabazanos con Juana Pimentel, «la triste condesa», condesa de Montalbán hija de Alfonso Pimentel Enríquez, III Conde de Benavente, y María de Quiñones. Juana testó el 30 de mayo de 1485. De este matrimonio nacieron:

Juan de Luna y Pimentel (1435 - 1456). En 1440 su padre fundó un mayorazgo a favor su favor del condado de San Esteban de Gormaz y de Alcozar.
María de Luna y Pimentel, nacida en 1432 y fallecida el 11 de enero de 1497. Casó alrededor de 1459 con Íñigo López de Mendoza y Luna, II duque del Infantado. Sucedió a su hermano después de su temprana muerte.

jueves, 16 de junio de 2011

Alonso Enríquez, almirante de Castilla




Alonso Enríquez (Guadalcanal, 1354 - Guadalupe, Cáceres, 1429),miembro del importante linaje de los Enríquez, fue el primer almirante de Castilla de su linaje desde 1405 y primer señor de Medina de Rioseco.
Hijo bastardo del infante Fadrique Alfonso de Castilla, permaneció oculto mientras vivía su tío Pedro I de Castilla. Aunque los cronistas coetáneos castellanos envolvieron la figura de su madre en misterio y genealogistas posteriores no la mencionaron, otros autores, por ejemplo, el portugués Fernán López escribió en 1384 que el Almirante fue hijo de una judía. El «Memorial de cosas antiguas» atribuido al deán de Toledo, Diego de Castilla, dice que Fadrique tuvo Alonso en una judía de Guadalcanal llamada Paloma. Cuenta una anécdota donde el rey Fernando el Católico estaba de caza y fue un halcón con una garza y, tanto se alejó, que el Rey la dejó de seguir, y Martín de Rojas, fue siempre con el halcón hasta que vio desamparar la garza y tirar tras una paloma. Preguntando el rey por su halcón, Martín le respondió, «Señor, allá va tras nuestra abuela», siendo Martín también descendiente de Paloma.
En 1389 recibe de Juan I la villa de Aguilar de Campos, que constituye el primer paso en la construcción de un sólido patrimonio personal. Hacia 1402 desempeña el cargo de adelantado mayor del reino de León y la alcaldía del castillo de Medina de Rioseco.

Hacia 1395 retomó junto a su mujer la construcción del Monasterio de Santa Clara de Palencia, que había sido comenzado por Enrique II de Castilla y su mujer la reina Juana Manuel, proyectando la iglesia como panteón de los Almirantes de Castilla.2

En 1405 Alonso Enrique recibió de Enrique III el título de Almirante Mayor de Castilla. Se conjetura que debió haber sido a instancias de su mujer, la cual, al fallecer su hermano, Diego Hurtado de Mendoza, quien ostentó el título de Almirante de Castilla, consiguió que el título pasase a su marido. El cargo, transmitido así a la rama femenina de los Mendoza, además de la acción militar en el mar, conllevaba jurisdicción civil y criminal sobre todos los puertos del reino de Granada, y que culminan a los tres años con la toma de Antequera.

En 1421, Juan II, le otorgó el señorío de Medina de Rioseco «por los muchos e buenos e leales e notables e señalados servicios que fecisteis al Rey Don Juan mi abuelo e al Rey Don Henrique mi padre e mi señor, e abedes fecho e fazes a mi», lugar que él elige para establecerse y fundar mayorazgo a favor de sus hijos.

Fue enterrado junto a su mujer en el Monasterio de Santa Clara de Palencia, del cual habían sido fundadores.
En la capilla del Santísimo Cristo de la Iglesia de Santa Clara de Palencia se venera un Cristo yacente introducido en una urna de cristal. Se dice que navegando las naves de Alonso en la guerra contra los moros entre los años 1407 a 1410, un vigía divisó algo que emitía un resplandor extraño. Al acercarse para abordarlo comprobaron que se trataba de una urna de cristal que albergaba la imagen de un Cristo yacente.2 Sorprendido Alonso por el hallazgo en semejante lugar, decidió trasladarlo a Palenzuela. Siendo transportada a lomos de un animal, escoltada por soldados y caballeros, al llegar a Reinoso de Cerrato este decidió detenerse tozudamente frente al castillo donde habían residido las monjas Clarisas. Dejado el animal a su aire se dirigió hacia el monasterio de las Clarisas, decidiendo los presentes que era por decisión divina, por lo que dejaron la imagen allí para su veneración, actualmente conocido como el Cristo de las Claras.
En 1387, Alonso Enríquez, haciéndose pasar por un criado suyo, preguntó a Juana de Mendoza viuda desde la Batalla de Aljubarrota de agosto de 1385, si estaría dispuesta a casarse con su señor (él mismo). El simulador Alonso recibió de ella la contestación de que Alonso Enríquez era el hijo de una «marrana» (de familia judeoconversa), con lo que el supuesto criado la abofeteó. Aclarado el engaño, se dice que solicitó la presencia de un sacerdote, para que los casara «pues no se dijese que hombre alguno había puesto la mano en ella no siendo su marido».

Se dice también que en una ocasión llegando de noche avanzada, tuvo que dormir con todo su séquito en el campo para recibir la explicación al día siguiente, de la altiva Mendoza, de que «una castellana digna no abre las puertas de su castillo a nadie en la noche».
Tuvieron trece hijos:

Fadrique Enríquez (primogénito, circa 1388) casado con Mariana Fernández de Córdoba y Ayala.
Enrique Enríquez de Mendoza (m. circa 1489) progenitor de los Enríquez de Toledo y los Enríquez de Guzmán, Conde de Alba de Liste título desde el 8 de agosto de 1451 por Juan II de Castilla.
Pedro Enríquez quien falleció siendo niño y no debe confundirse con Pedro Enríquez de Quiñones, hijo de su hermano Fadrique Enríquez (del que descienden los Enríquez de Ribera, y marqueses de Tarifa desde 1514).
Beatriz Enríquez casada con Pedro (Martín Fernández) de Portocarrero y Cabeza de Vaca, V Señor de Moguer, hijo de Martín Fernández Portocarrero, IV Señor de Moguer, y de Leonor Cabeza de Vaca. Enterrados en sarcófagos de mármol en el Convento de estilo mudéjar de Clarisas de Moguer. Fallecida el 3 febrero 1439.
Leonor Enríquez casada en 1410 con Rodrigo Alonso Pimentel, II Conde de Benavente. Enfrentado a Enrique IV de Castilla y uno de los protagonistas de la llamada " Farsa de Ávila", de befa y escarnio en 1465 al rey Enrique IV de Castilla. Familia de origen portugués.
Aldonza Enríquez quien contrajo matrimonio en 1410 con Rodrigo Álvarez Osorio.
Isabel Enríquez (fallecida en 1469) casada con Juan Ramírez de Arellano (muerto en 1469), III Señor de Cameros. Padres de, entre otros, Alonso Ramírez de Arellano y Enríquez, IV Señor de Cameros, (muerto 1495) I Conde de Aguilar de Inestrillas, título concedido por los Reyes Católicos el 19 de septiembre de 1475.
Inés Enríquez quien casó con Juan Hurtado de Mendoza, señor de Almazán.
Blanca Enríquez casada con Pedro Núñez de Herrera, señor de Herrera y segundo señor de Pedraza. Una de las hijas de este matrimonio, Elvira de Herrera y Enríquez, casó con Pedro Fernández de Córdoba, V señor de Aguilar, siendo padres, entre otros, de Gonzalo Fernández de Córdoba, «el Gran Capitán».
Constanza Enríquez casada con Juan de Tovar, señor de Berlanga.
María Enríquez (muerta en 1441), casada con Juan de Rojas y Manrique, V Señor de Monzón de Campos y de Cabia en 1431, alcalde mayor de los hijosdalgos de Castilla y doncel del rey, quien tomó parte en la Batalla de La Higueruela en La Vega de Granada junto a Juan II de Castilla y el Condestable Álvaro de Luna.
Mencía Enríquez (fallecida en 1480), quien casó en 1430 con Juan Fernández Manrique de Lara, fallecido en 1493, II Conde de Castañeda desde 1436; título concedido por Juan II de Castilla en 1430 a su padre Garci Fernández Manrique de Lara.
Rodrigo Enríquez, a quien su madre en su testamento de 1431 deja unos bienes, llamándole «mi hijo, el arcediano Rodrigo Enríquez».

Fuera de matrimonio tuvo a Juan Enríquez, a quien su padre, antes de ir a Sevilla, lo dejó como capitán general de la flota ya que era un «esforzado y buen caballero».

martes, 14 de junio de 2011

Abraham Zacuto




Abraham Zacut o Abraham Ben Zacuto (en hebreo: אברהם זכות; en portugués Abraão ben Samuel Zacut) (Salamanca, 1452 - Damasco, hacia 1510) fue un matemático, astrónomo, astrólogo e historiador judeoespañol.

Estudió Astronomía en la Universidad de Salamanca y en su juventud fue amigo y protegido del rector y obispo de Salamanca, Gonzalo de Vivero, quien le animó a publicar su obra El gran Tratado o Compilación Magna en 1478, escrita en hebreo, cuyas medidas están calculadas para el meridiano de Salamanca. En 1481 fue traducida al castellano por el catedrático de Astrología (Astronomía) de la Universidad, Juan de Salaya, y posteriormente al latín, por José Vicinho y publicada en 1496 con el nombre Almanach Perpetuum Celestium Motuum, nombre con el que es más conocida. Este texto de Zacuto fue muy importante para la posterior navegación por el Atlántico.1

Fue rabino de su comunidad y parece que fue profesor de Astrología de la Universidad; y muy probablemente formó parte, en 1486, del Consejo de Doctos Varones de la Universidad que evaluó y rechazó el proyecto de Cristóbal Colón para viajar a las Indias por Occidente. Además, se sabe desarrolló un astrolabio más preciso.

En 1492, tras la expulsión de los judíos de España, buscó refugio en Portugal, donde fue nombrado Historiador y Astrónomo Real por el rey Juan II, cargo que mantuvo durante el reinado de Manuel I.

Hacia 1497 Zacuto abandonó Portugal para escapar de las conversiones forzosas y se instaló en el Imperio otomano, donde falleció alrededor de 1510.

Durante aquel forzado éxodo, en Túnez compuso en hebreo su obra historiográfica, El libro del linaje (Sefer Yuhassin, en hebreo: ספר יוחסין), en la que narra cronológicamente el orden de las generaciones judías, desde la Creación hasta su tiempo, que fue reimpresa en Cracovia en 1581, en Amsterdam en 1717 y en Königsberg en 1857; en inglés en 2005.

viernes, 10 de junio de 2011

Bernat de Rocafort



Bernat de Rocafort (o Berenguer de Rocafort), (Morella, 1271 - Aversa, 1309) fue un militar valenciano, caudillo de los almogávares. Hijo de Arnal de Rocafort, caudillo almogavar, que sirvió a las órdenes del rey Pedro III y tras la victoria de Montesa, luchando contra rebeldes moriscos valencianos, le concedió el título de alcalde de Morella.
Bernat de Rocafort participó en la Guerra de Sicilia sirviendo al rey Federico II de Sicilia. Se negó a aceptar los términos de la Paz de Caltabellota,3 que le obligaban a entregar dos castillos que había conquistado en Calabria al rey Roberto I de Nápoles. Finalmente exigió una fuerte indemnización por lo que se ganó la antipatía de éste.
Finalmente se unió a la Compañía Catalana de Oriente en el verano de 1304. Inicialmente desembarcó en Constantinopla, donde el emperador Andrónico II Paleólogo le informó que la flota de la Compañía se encontraba anclada en la isla de Quíos. Con sus dos galeras y unos refuerzos de 1.000 almogávares y 200 hombres a caballo, se reunió con la flota capitaneada por Fernando de Ahones y ambos zarparon hacia Kuşadası siguiendo las órdenes de Roger de Flor.

Encontrándose el grueso de la hueste almogávar en Tira, Ramón Muntaner se adelantó para ir a recibirlo y lo condujo hasta Éfeso, donde se reunió con Roger de Flor. Este lo nombró jefe de la Compañía y lo prometió con su hija. Bajo las órdenes de Roger de Flor, fue el capitán de la infantería almogávar en la Batalla de Kibistra.

Tras el asesinato de Roger de Flor y del almirante Fernando de Ahones, y encarcelado Berenguer de Entenza, Bernat de Rocafort se convirtió en el jefe de la Compañía catalana. Durante dos años permanecieron en Galípoli y junto con Fernando Eximénez de Arenós lideró la batalla contra los alanos para vengar la muerte de Roger de Flor, y dirigió la venganza catalana luchando contra los bizantinos y derrotando a los búlgaros.

Al regresar Berenguer de Entenza de su presidio lideraron la Compañía aunque se rompió la unidad militar: Rocafort no reconocía su caudillaje, como de él no hacía caso Fernando Eximénez de Arenós. La situación se agravó hasta que el hermano de Bernat de Rocafort, Gilbert Rocafort y su tío, Dalmau de San Martín, mataron «accidentalmente» a Berenguer de Entenza en 1306 . La mayor parte de la Compañía siguió a Rocafort, el cual colaboró en la defensa de Constantinopla contra los búlgaros, mientras éstos le ofrecían por mujer la hermana de su zar.

En 1307 el infante Fernando de Mallorca llegó a Galípoli con la misión de liderar la hueste almogávar y someterlos a Federico II de Sicilia, pero Rocafort no aceptó la autoridad del infante de Mallorca para sustituir al difunto Roger de Flor. La Compañía emprendió una campaña en Macedonia. Rocafort y los suyos, saquearon Nestos.

Arenós pasó al servicio de Andrónico y Rocafort se encontró de hecho como único jefe de la Compañía. No pudiendo contar con la soberanía del infante Fernando, escogió la de Carlos de Valois, emperador titular de Constantinopla, bien visto por Jaime II, y prestó homenaje a su vicario general Thibault de Chepoy, en Casandro.

Juntos combatieron durante dos años más, con el proyecto de conquistar el monte Athos y Salónica, donde Rocafort pensaba ser coronado rey. No lo consiguieron y se puso al servicio del duque de Atenas, Guy II de la Roche, y a su muerte, de Gautier V de Brienne. También fracasó su proyectado matrimonio con Juana de Brienne, hermanastra de Guido II de Atenas. Chepoy, de acuerdo con los otros jefes de la Compañía, quienes ejercían la autoridad efectiva, detuvo a Rocafort y a su hermano Gilbert y los envió a Nápoles.

El rey Roberto I de Nápoles, que no había olvidado el asunto de los castillos de Calabria, lo encerró en el castillo de Aversa, junto con su hermano Gilbert, donde murieron de hambre. La compañía la lideró entonces Tibaldo de Cepoy.

miércoles, 8 de junio de 2011

Luis Lacy y Gautier



Nació en el campamento ciudad de San Roque, Cádiz, el 11 de enero de 1772. Procedía de dos familias irlandesa y francesa ligadas militarmente a España desde hacía varios años. En 1738 su abuelo paterno Guillermo de Lacy era coronel del Regimiento de Infantería Ultonia e inspector de los tres regimientos de Infantería irlandesa: Irlanda, Ultonia e Hibernia. En el momento de su nacimiento, su padre, Patrick de Lacy Gould, era Sargento Mayor (comandante) de uno de los regimientos que bloqueaban por tierra la plaza de Gibraltar. La familia materna procedía de la región del Suroeste, al norte de los Pirineos, algunos de cuyos miembros habían sentado plaza en los regimientos de Infantería walona antes incluso de que la Revolución Francesa les obligase a emigrar a España. Sus tios maternos, Juan y Francisco Gautier eran oficiales del antiguo Regimiento de Infatería de Bruselas, denominadoya en aquel tiempo Regimiento de Borgoña, aunque coloquialmente era conocido como la Guardia walona.

Primeras experiencias de combate: Puerto Rico (1785) y el Rosellón (1794)

Con ocasión de una expedición a Puerto Rico en la que formaba parte el regimiento de la Guardia walona en 1785, sus tíos Juan y Francisco se llevaron a su sobrino Luis, que sentó plaza en el regimiento el 4 de noviembre de 1785 con tan solo 13 años de edad. Durante la campaña dió muestras de una inusitada intrepidez y temeridad que le llevaba a luchar siempre en primera línea, por lo que en reconocimiento de ello fue promovido el 29 de octubre de 1786 al grado de Subteniente de Infantería; tenía tan solo 14 años. De regreso a España al finalizar la guerra contra Inglaterra, llegó a su conocimiento que se estaba organizando una expedición hacia las islas Molucas. Al comprobar que no tenía plaza en ella como oficial, su espíritu aventurero le empujó a enrolarse como simple soldado, amenazando con desertar si no conseguía su propósito. Para ello marchó del Ferrol hasta Oporto, sin dinero, para embarcarse en un navío holandés. Finalmente uno de sus tíos le detuvo, convenciéndole para regresar a España, pues había ascendido a Capitán del regimiento de Ultonia.

En enero de 1794 marchó con su regimiento al ejército de operaciones contra los franceses en la zona del Rosellón, de donde regresó al firmarse la paz de Basilea. Durante las operaciones destacó por su intrépido valor en varias acciones de combate.

Desaveniencias y marcha al ejército francés (1799-1807)

El 31 de diciembre de 1798 el capitán Lacy fue destinado a las islas Canarias. Sus aventuras amorosas le indispusieron con sus jefes y a ser desterrado a la isla de Hierro. Pero su carácter violento le llevó a escribir a su superior unas cartas insultantes. Este le formó un consejo de guerra por insubordinación, y fue condenado a un año de prisión en el penal del fuerte de La Concepción de Cádiz y la expulsión del Ejército. La prisión le exaltó aun más, y al salir fue considerado loco y se le dio el retiro.

Una vez libre en 1803, en septiembre de ese mismo año marchó a Francia para alistarse en el 6º Regimiento de Infantería de Línea, recibiendo veintinueve días después el empleo de capitán de la Legión Irlandesa que estaba organizándose en Morlaix para luchar contra Alemania. Poco después de caso en Quimper con una joven del país llamada Emilia Dugueurmeur, que le siguió durante sus campañas de Berlín, Flesinga, etc. En 1807 fue nombrado jefe de batallón, y poco después recibió la orden de incorporarse a una legión destinada a España. Lacy solicitó el cambio de destino, pues no deseaba luchar en su país de origen.

Primeros combates contra los franceses (1808-09)

Al llegar a Madrid, se encontró con los sucesos del 2 de mayo de 1808; Lacy entonces se sintió verdaderamente español, desertó de su unidad francesa, se dirigió a Sevilla, se presentó ante la Junta Central y solicitó el reingreso en el Ejército español. Fue admitido con el grado de capitán. El 24 de septiembre de ese año se le ascendió a Teniente Coronel y se le asignó el mando del Batallón Ligero de Ledesma, con el que pasó a Uclés y se encontró en la acción de Bubierca del 23 de noviembre de 1808.

El 24 de enero de 1809 ascendió a Coronel, y el 3 de julio a Brigadier; tenía 37 años. Durante la guerra ostentó diversos cargos, en alguna ocasión de forma simultánea, tal y como sucedió cuando era Brigadier, que al mismo tiempo se le asignó el cargo de Subinspector de Infantería, Jefe de Estado Mayor y Comandante General de la Isla de León.

Encuadrado en el ejército del general don Juan Carlos de Areizaga, mandaba la 1ª División. El 10 de noviembre de 1809, la división de Lacy auxilió a la caballería del general Freire que, saliendo de Tembleque, desalojó de Ocaña a los franceses, que se replegaron hacia Aranjuez. Nueve dias después, el 19 de noviembre, el brigadier Lacy se convirtió en uno de los héroes de la batalla de Ocaña. Gómez Arteche afirma lo siguiente:

"Todavía recordamos que al levantar el plano de aquel campo (Ocaña) en 1848, cuantas personas nos favorecieron con sus noticias, se hacían eco de la opinión de sus viejos convecinos que, con rara unanimidad, proclamaban a Lacy como el que más había resistido la entrada de los enemigos en Ocaña."

En una de las fases de la batalla, al realizar los generales españoles un cambio de frente para impedir los efectos de un movimiento envolvente realizado por las tropas francesas de Sebastiani, la 1ª División de Lacy se distinguió sobre las demás por la serenidad con la que maniobraron sus cuerpos en circunstancias tan críticas. En la ofensiva que siguió, el propio brigadier Lacy avanzó intrepidamente, apoderándose de dos cañones, hiriendo al general Leval y matando a uno de sus ayudantes.

Expediciones por Andalucía y Cádiz (1810)

El 16 de marzo de 1810 Lacy fue ascendido a Mariscal de Campo; tenía 38 años. En el verano de aquel año la Regencia adoptó el sistema de enviar expediciones por mar a las comarcas vecinas de Cádiz, sitiada por los franceses, para fomentar la insurrección. La primera fue mandada por el general Lacy, que embarcó el 17 de junio al frente de una columna de 3000 soldados rumbo a Ayamonte, aunque el destino real de su expedición era Algeciras. Una vez desembarcado, trató de tomar la ciudad de Ronda y fortificar ciertos puntos de la serranía, pero los refuerzos enviados por Víctor y Sebastiani impidieron su propósito y obligaron a Lacy a refugiarse en Casares. No obstante, su sola presencia bastó para infundir ánimos en los vecinos y en los jefes de las partidas de guerrilleros. Salió de Casares para atacar y recorrer la zona de Marbella, hasta que fue atacado por un numeroso contingente de tropas enemigas, que le obligó a regresar a Cádiz, donde entró el 22 de julio.

El 23 de agosto de 1810 embarcó de nuevo en Huelva al frente de otros 3000 hombres; su misión esta vez fue la de movilizar tropas enemigas frete a él e impedir que reforzasen el ejército de Massena, que estaba comprometido en Portugal frente al inglés Wellington. De regreso en Cádiz, el 29 de septiembre realizó una afortunada salida camino del puente de Zuazo, logrando destruir algunas obras de los sitiadores.

La guerra en Cataluña (1811-12)

En junio de 1811 la Regencia le nombró Capitán General de Cataluña, para sustituir al marqués de Campoverde, cuyo prestigio había sufrido un duro revés al perder la ciudad de Tarragona. El 9 de julio tomó posesión de su cargo en Vich, situando a sus tropas y a la Junta en Solsona, mientras encomendó a su segundo, don Joaquín Ibañez Cuevas, barón de Eroles, la defensa de la montaña y el monasterio de Monserrat. Al amparo de las fortalezas de Cardona y La Seo, el general Lacy emprendió la tarea de organizar y disciplinar el ejército, infundiendo nuevos ánimos al espíritu de los soldados españoles. A este fin, el 15 de julio publicó una proclama en la que, reconociendo lo crítico de las circunstancias, manifiesta tener los elementos necesarios para seguir la lucha; y el 25 de agosto declaró en un manifiesto fechado en Vich que prefería morir con el último soldado a abandonar su puesto, en contestación a ciertos rumores aparecidos sobre su hipotético abandono del Principado.

Además de ser el alma de la lucha en Cataluña durante los últimos años de la guerra, Lacy también prestó servicios para la defensa del reino de Valencia. Al tomar posesión de su cargo, envió a este reino numerosos jefes y oficiales excedentes, y 500 jinetes sin monturas. Además, con la movilidad que tenían sus tropas impidió a los franceses sacar sus tropas del Principado, pues las mantenía en un constante estado de alerta.

Antes de iniciar las operaciones puso en estado de defensa Solsona y las plazas de Cardona y La Seo, y fortificó ciertos puntos elevados de la sierra de Busa, no muy lejos de Berga, constituyendo de este modo un sitio seguro donde instruir y adiestrar a los reclutas.

En el mes de julio de 1811 rompió la línea de defensa Barcelona-Lérida establecida por los franceses, y en el mes de agosto penetró en la Cerdaña francesa por el valle de Querol. Una vez en suelo francés rechazó la fuerza que trató de oponersele e incendió varios pueblos como represalia a los incendiados por los franceses en Cataluña. En su avance llegó hasta Ax, localidad en la que entró e impuso tributos. Esta breve campaña sembró la alarma y el espanto en el territorio enemigo, y fue de un gran efecto moral en Europa, ante la cual los invadidos apareieron como invasores.

De regreso a sus cuarteles, Lacy resolvió apoderarse de las islas Medas, situadas en la desembocadura del río Ter. El 29 de agosto el barón de Eroles acompañó al coronel británico Green a un desembarco en las islas:

"Tomaron y destruyeron el fuerte que los franceses allí tenían; los ingleses creyeron conveniente abandonarlas volando el castillo, pero Lacy, que no opinaba como ellos, se embarcó en persona (11 de septiembre), las reconquistó arrojando a los franceses, restableció el castillo, puso a las islas el nombre de la Restauración, y se volvió, dejandolas en disposición de resistir a las tentativas de los enemigos." (Modesto Lafuente)

A uno de los baluartes del castillo lo llamó Montardit, en homenaje al guerrillero del mismo nombre fusilado por los franceses.

El 4 de octubre atacó al enemigo en Igualada, causándole 200 bajas y obligándole a refugiarse en un convento de capuchinos, que después tuvieron que abandonar. Tras esta acción se presentó en Berga a la Junta del Principado, que reclamaba su presencia.

En otoño el mariscal Macdonald fue sustituido por el general Decaen en el mando de las tropas francesas en Cataluña. El nuevo general preparaba en el Ampurdan un considerable convoy para abastecer Barcelona a primeros de diciembre. Lacy decidió atacar el convoy. No pudo impedir el paso del mismo debido a la inferioridad numérica de sus tropas; sin embargo, decidió enfrentarse a las tropas de escolta del convoy en su viaje de regreso. Para ello, les esperó en las alturas de la Garriga. El general Decaen se presentó el 5 de diciembre al frente de 5000 soldados, 400 jinetes y 4 cañones. Fueron vigorosamente atacados por el general Lacy, cuyas tropas desorganizaron a los franceses, siendo perseguidos por sus subordinados Casas y Manso hasta Granollers. Los franceses se vieron obligados a dar la vuelta por San Celoni y dejar libre la ciudad y comarca de Vich.

Los éxitos de Lacy y su manera de guerrear levantaron el entusiasmo de los catalanes, y el número de guerrilleros nacidos gracias a sus esfuerzos y a los de su segundo, el barón de Eroles, hizo que los franceses no pudiesen disfrutar de un momento de tranquilidad, costándoles gran trabajo comunicarse entre sí y con Francia.

En enero de 1812 Lacy se situó en Reus, amagando atacar Tarragona. Aprovechó un descuido del general Laforce, que había sido enviado desde Tortosa para observar sus movimientos, para caer el 19 de enero sobre un batallón que el general francés había dejado en Vilaseca, copándolo por completo con su coronel, Dubarry, a la cabeza. Entonces Lacy supo que el general Decaen se dirigía desde Olot hacia Vich, y marchó hacia esta última ciudad para socorrerla. En lugar de marchar por el llano y exponerse a un combate en desventaja, se detuvo el 26 de enero en la posición de Colluspina, y al amanecer del 27 marchó hasta Moyá al ver que el enemigo no se movía. Allí supo que los franceses habían avanzado hasta Tona, Centellas y San Feliú de Codinas, por lo que Lacy se dirigió hacia esta última localidad, llegando al amanecer del 28 a la vista del enemigo. A continuación trabó un sangriento combate a resultas del cual obligó a retirarse a los franceses.

El 17 de abril un decreto de la Regencia le confirió el mando en propiedad del ejército de Cataluña con el empleo de Teniente General. Aprovechando el movimiento del enemigo hacia el campo de Tarragona y el retroceso de la división Lamarque al Ampurdán, reunió todas las tropas que pudo y el 3 de mayo marchó hacia Mataró esperando poder tomar la ciudad y su convento de capuchinos, convertido en una auténtica fortaleza por los franceses. A pesar del apoyo artillero facilitado por las naves británicas, su esfuerzo fracasó ante el regreso de la división Lamarque desde Torroella y las tropas del general Decaen desde Lérida. Ante el temor de quedar copado, Lacy se apresuró a embarcar la artillería y se retiró hacia Llinás.

Lacy y sus subordinados siguieron con sus operaciones hasta fin de año, sacando el máximo provecho de sus escasos recursos y en espera de que la escuadra anglo-siciliana llegara en su auxilio. No obstante, la escuadra marchó hacia Alicante, donde era más necesaria su presencia, siguiendo el consejo del barón de Eroles, que fue aceptado por Lacy (Hay quien afirma - Bofarull - que la escuadra no fue a Cataluña por la falta de fondos de la Junta del Principado para mantenerla). Para asegurarse el apoyo de los catalanes, en el mes de julio ordenó que cesara la requisa de los caballos, y que se pagasen al contado y según los precios convencionales los que fuesen necesarios. Las crueldades cometidas por algunos generales franceses en Cataluña, en especial las del general Henriot, gobernador de Lérida, obligaron a Lacy a fusilar prisioneros y a amenazar con mayores represalias.

Con el paso del tiempo, las relaciones entre la Junta del Principado y el general Lacy fueron agriándose, llegando al extremo de acusar al general ante la Regencia de falta de actividad. Convencida ésta de la incompatividad de uno y otra, destituyó a la Junta y aprovechó la nueva reorganización del Ejército para trasadar al general Lacy, quien entregó el mando interinamente a su segundo, el barón de Eroles, hasta la llegada del titular, el general Copons. Lacy dejó a su marcha varias plazas y fortalezas, un ejército disciplinado y unos somatenes aguerridos.

Final de la guerra en Galicia (1813-14)

En enero de 1813 la Regencia confió al general Lacy el mando de la llamada Reserva de Galicia que, según el conde de Toreno, se componía de 50.000 hombres y tenía que operar a las órdenes directas de lord Wellington. También se le nombró Capitán General de Galicia.

En ese mismo año la Logia Constitucional de la Reunión Española, primera logia masónica de Galicia, levantó en armas varias columnas. El general Lacy era miembro de esta logia, en la que alcanzó el grado de Maestro.

El general Lacy estuvo en Galicia hasta el 23 de marzo de 1814, en que tras el regreso del rey Fernando VII, solicitó irse de cuartel a Valencia para fijar su residencia en Vinaroz.

El pronunciamiento y su fusilamiento (1817)

En agosto de 1816 se encontraba de cuartel en Andalucía. En noviembre de ese año se trasladó a Cataluña, donde se puso en contacto con su antiguo subordinado, el general Milans del Bosch. Junto a él protagonizó un levantamiento conocido como el Pronunciamiento de Lacy, que se produjo el 5 de abril de 1817. El movimiento fracasó y el general Lacy fue hecho prisionero. El capitán general de Cataluña, Castaños, le instruyó un proceso y le condenó a muerte.

El general Lacy murió fusilado en los fosos del castillo de Bellber de Palma de Mallorca el 5 de julio de 1817.

Con ocasión del triunfo de la revolución liberal de marzo de 1820 tras el Pronunciamiento de Riego, por Real Orden de 25 de marzo de 1820, "... le fuesen restituidos todos sus honores, y se mande colocar su nombre en el salón de Cortes como muerto en un patíbulo por la Constitución." Por su parte, ese mismo año el gobernador de Puerto Rico, general Aréstegui, dedicó al general Lacy un pueblo al que dió su nombre en recuerdo de su amor a la Libertad y a la Constitución. Posteriormente, a consecuencia del nuevo triunfo absolutista, se le cambió el nombre al pueblo por el de Ciales, nombre que enmascara su anterior significado en un anagrama. La trasposición de las letras es la siguiente: Ci-al-es, que leído en órden inverso queda Es-la-ci, equivalente a "es Lacy". En un documento de la Capitania General de Puerto Rico fechado el 27 de junio de 1822, y garantizado con la firma del Capitán General don José de Navarro, todavia se le da a Ciales el nombre de Lacy.

martes, 7 de junio de 2011

La Batalla de Formigues




La Batalla naval de Formigues tuvo lugar en las Islas Formigues en 1285. En ella, la flota francesa fue derrotada por la aragonesa comandada por el almirante Roger de Lauria (Roger de Llúria).
En 1284, el rey Felipe III de Francia decidió invadir Cataluña con un gran ejército, al que el papa Martín IV dio la consideración de cruzados. Se la llamó "Cruzada Aragonesa", y en opinión del historiador Chaytoe se trató de "la más injusta, innecesaria y calamitosa empresa realizada por la monarquía capeta". El objetivo del rey francés no era otro que coronar a su propio hijo Carlos de Valois rey de Aragón (el hijo de éste, Felipe VI, lo sería de Francia) y apoyar a su primo Carlos de Anjou en su conflicto con los aragoneses por el trono de Sicilia. Apenas dos años antes, Pedro el Grande y sus aliados bizantinos habían urdido las Vísperas Sicilianas que habían arrebatado la isla al de Anjou, en favor de Aragón.
El rey de Mallorca, Jaime II, hermano del monarca aragonés y conde del Rosellón, también apoyaba al Capeto. En Cataluña, el rey Pedro el Grande había ofendido a los nobles debido al vigoroso ejercicio de autoridad real, recibiendo escaso apoyo por su parte. Sin embargo, las atrocidades cometidas por los invasores en los asedios de Elna y Gerona levantaron la las ciudades y al campo en contra de ellos.
El ejército invasor avanzaba lentamente, rindiendo las obstinadamente defendidas ciudades una por una, contando con la cooperación de un gran número de aliados, estacionados en escuadrones a lo largo de la costa, los cuales traían suministros desde Narbona y Aigües-Mortes. De hecho, las líneas de suministro dependían totalmente de la flota francesa.
El rey Pedro se dio cuenta de que la interrupción de las línes de suminitro francesas les forzarían con toda seguridad a retirarse. Para ello, estaba dispuesto a arriesgar Sicilia durante un tiempo, y llamó a la flota aragonesa, al mando de Roger de Lauria, de Palermo a la costa catalana. El almirante alcanzó Barcelona el 24 de agosto al frente de 40 galeras de guerra, siendo informado de la disposición de los franceses.
Advirtió que si podía romper el centro de la línea de escuadrones, tan estirada como estaba, podría posteriormente deshacerse de los extremos. En la noche del 28 de agosto, cayó sobre el escuadrón central de la flota francesa cerca de las islas Formigues. El hábil Lauria colocó dos fanales encendidos en cada galera, para que en la oscuridad de la noche su flota pareciera el doble de grande. La flota del enemigo estaba formada por 10-16 galeras genovesas al mando de Juan de Orreo y 15-20 francesas al mando de Henri de Mari.
Los aragoneses rodearon las líneas enemigas, provocando al retirada de los genoveses y el desastre para los franceses. Mediante un uso enérgico de los espolones, así como con una destructiva lluvia de tornillos lanzadas con las ballestas, que limpió las cubiertas francesas, la victoria fue completa. La derrota francesa fue seguida, como habitualmente en las guerras navales del Medievo, por una matanza masiva.
A continuación, Roger se aproximó a la bahía de Rosas, donde se hallaba estacionada otra flota de más de 50 barcos, engañada al aproximarse Lauria bajo colores franceses. En mar abierto, los franceses fueron derrotados 3 de setiembre y toda su flota capturada o hundida. A continuación, con refuerzos llegados de Barcelona, al cabo del día capturó la plaza y todos los suministros y tesoros almacenados allí por los franceses pasaron a manos aragonesas.
Esta brillantísima acción naval, junto con la derrota de las armas galas en el collado de Panissars, fuerza a Felipe III a retirarse. Felipe, gravemente enfermo, moriría en Perpiñán, siendo sucedido por el "Rey de Hierro", Felipe IV el Hermoso. Sin embargo, los franceses mantuvieron la ocupación del Valle de Arán hasta 1313, fecha en que fue recuperado por Jaime II de Aragón, el cual restituye los usos y constituciones de sus habitantes, suprimidos por los franceses.
La derrota francesa supuso también la confiscación del reino de Mallorca por parte del rey aragonés. Jaime II de Mallorca no recuperaría su reino hasta 1295.

domingo, 5 de junio de 2011

La Batalla de San Luis




El ataque estuvo motivado por la entrada de España en la guerra (1779) y por la actividad de los rebeldes norteamericanos en el Noroeste ese mismo año. Expediciones de los revolucionarios dirigidas por George Rogers Clark habían eliminado audazmente la dominación británica de la región, y cuando los españoles dirigidos por el gobernador de Louisiana Bernardo de Gálvez comenzaron a limpiar de fuerzas inglesas la desembocadura del Mississippi, cortándoles todas las comunicaciones con las colonias del Golfo de México, el poder británico en toda Norteamérica quedó seriamente amenazado.
La operación para castigar los flancos españoles fue organizada en Fort Michilimackinac, cerca de la frontera canadiense. Allí fue la reunión, con el propósito de crear un buen ejército con nativos como aliados, fundamentalmente guerreros Sioux y Winnebago. Esta fuerza fue comandada por un buen numero de oficiales británicos e infantería regular, complementada con milicias canadienses.
Esperando a los ingleses en San Luis había 21 hombres del regimiento Fijo de Luisiana y toda la milicia que se pudo reunir con la gente de la ciudad. Afortunadamente la pequeña ciudad, ante la insistencia del Capitán Fernando de Leyba, había sido fuertemente fortificada meses antes mediante anillos de trincheras y una torre de piedra a la que se llamó Fuerte San Carlos.

Los británicos llegaron el 26 de mayo y capturaron ferozmente a un grupo de agricultores y esclavos en las afueras de ciudad antes de precipitarse hacia las nutridas andanadas de los defensores, firmemente apostados. La milicia y los nativos, no acostumbrados a asaltar fortalezas, vacilaron. (El estilo clásico de guerra de los indios francocanadienses era el conocido como la petite guerre, ataques relámpago contra objetivos civiles indefensos). Así el cañón de Leyba sobre la Fortaleza San Carlos abrió fuego, ahuyentando a los invasores.

La villa de 900 habitantes perdió 92 entre muertos y capturados, prácticamente todos civiles. Los británicos sufrieron una derrota similar en Cahokia, y un año más tarde los españoles de San Luis tomaron Fort St. Joseph. Con una posición en el oeste cada vez más desastrosa, los británicos entraron en negociaciones de paz en 1782.

sábado, 4 de junio de 2011

Francisco Ballesteros


Francisco Ballesteros, (Zaragoza, 1770 - París, 29 de junio de 1832) fue un general español.

Luchó contra los franceses en 1793. En 1804 fue destituido de sus cargos por faltas en el servicio, pero Godoy lo rehabilitó haciéndole jefe de aduanas en Asturias.

Tras la invasión francesa de 1808, obtuvo de la Junta de Asturias una División que unió a las Blake y Castaños. Luchó varios años con éxito en el sur de España.Liberó Málaga de las tropas francesas en agosto de 1812. Mandó una división de Infantería en la Batalla de La Albuera ( 16-5-1811). Tras el nombramiento de Wellington como jefe supremo de los ejércitos españoles, se negó a luchar bajo las órdenes de este, por lo que fue enviado a Ceuta.

Llamado de vuelta poco tiempo después, lideró una unidad militar en los montes de Ronda. En 1811 fue nombrado Teniente General y en 1815 Ministro de la Guerra de Fernando VII. Caído en desgracia por culpa de la camarilla clerical de la corte, se le expulsó a Valladolid con la mitad de la paga.


Tras el inicio de la Revolución de 1820, fue llamado de vuelta a Madrid, exhortó al rey a firmar la Constitución de 1812 y se convirtió en vicepresidente de la junta provisional. Hizo méritos cerrando muchas cárceles de la inquisición y devolviendo las libertades municipales.

El 7 de julio de 1822, con la victoria de Ballesteros sobre la guardia real se evitó la caída de la Constitución. Fue nombrado Capitán General de Madrid. En 1823 luchó contra los franceses del Duque de Angulema en Navarra y Aragón, pero tuvo que capitular el 21 de agosto de 1823 en Caporla y entregarse al rey.

El 1 de octubre de 1823 Fernando VII anuló todos las actuaciones del gobierno constitucional y destituyó a todos los funcionarios y oficiales que no habían sido fieles. Ballesteros se retiró a Cádiz, desde dónde huyó en un barco inglés, ya que la amnistía de 1824 le había excluido expresamente. A partir de ese momento se asentó en París, donde murió el 29 de junio de 1832.

jueves, 2 de junio de 2011

Juan Antonio Gutiérrez de la Concha




Juan Antonio Gutiérrez de la Concha y Mazón de Güemes (Esles, Cantabria, España, 1760 – Cabeza de Tigre, Provincia de Córdoba, Argentina, 26 de agosto de 1810) fue un marino y militar español de larga trayectoria en el Virreinato del Río de la Plata, que llegó a ser gobernador de Córdoba (Argentina) y murió fusilado por orden de la Primera Junta por lealtad a la causa del rey de España.

Tuvo cuatro hijos con Petra Irigoyen de la Quintana, que regresó a España a la muerte de su marido. Dos de ellos fueron los militares y políticos Manuel Gutiérrez de la Concha (1808-1874), marqués del Duero, y José Gutiérrez de la Concha (1809-1895), marqués de la Habana.

Era un oficial de marina formado en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, que llegó a Buenos Aires poco antes de 1790. Experto en cartografía y astronomía, participó en una de las expediciones más relevantes de finales del siglo XVIII, la que dirigía Alejandro Malaspina, realizando trabajos en las costas patagónicas en 1795, explorando exhaustivamente la zona entre los ríos Negro y Deseado. Dio nombre a los lugares que reconocía, como la península Valdés, por el apellido del ministro español de Marina.

Fue asignado al apostadero naval de Carmen de Patagones y luego al de Montevideo. Por orden del gobernador Pascual Ruiz Huidobro, en 1806 acompañó a Santiago de Liniers en la campaña contra las invasiones inglesas. Fue el comandante del Batallón de Arribeños, y más tarde reorganizó la marina de guerra virreinal.

En septiembre de 1807, el virrey Liniers lo nombró gobernador de Córdoba, cargo que ocupó desde diciembre de ese año. Se vio envuelto en discusiones con el partido del Deán Gregorio Funes. Organizó un batallón de milicias locales, que puso al mando del futuro caudillo José Javier Díaz. También mejoró el camino y las postas hacia La Rioja e intentó la explotación del mineral de plata en Famatina. Al ser reemplazado Liniers por Baltasar Hidalgo de Cisneros, lo ayudó a instalarse en Córdoba.

En 1810, al conocerse la noticia de la Revolución de Mayo reunió una asamblea de notables, en la que todos (menos Funes) aconsejaron jurar el Consejo de Regencia y desoír la invitación porteña. Se preparó para luchar y ordenó reclutar fuerzas, desconociendo la autoridad de la Primera Junta. Pero el partido realista quedó aislado, y las tropas de Díaz se negaron a seguirlo.

En agosto llegó la expedición al mando de Francisco Ortiz de Ocampo, y los conspiradores debieron huir hacia el norte. Con Gutiérrez de la Concha fueron capturados el obispo Rodrigo de Orellana, los ex gobernadores Allende y Rodríguez y el contador Moreno. En otro lugar fue capturado Liniers.

Ocampo y su delegado político Hipólito Vieytes decidieron desobedecer la orden de fusilarlos y los enviaron a Buenos Aires. Pero al llegar la noticia a la capital, la Junta reiteró la orden y envió al vocal Juan José Castelli hacia el norte, dispuesto a cumplirla.

Fue fusilado en el extremo sur de la provincia de Córdoba (Argentina) junto a Liniers, Allende, Rodríguez y Moreno, por orden de Castelli.

Sus restos descansan en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz)