
En septiembre de 1788, Alejandro Malaspina, junto con su colega José de Bustamante y Guerra, propone al gobierno español la organización de una expedición político-científica, con el fin de visitar casi todas las posesiones españolas en América y Asia. Este viaje se conocería como expedición Malaspina.
Los propósitos de la expedición serían los siguientes: incrementar el conocimiento sobre ciencias naturales (botánica, zoología, geología), realizar observaciones astronómicas y "construir cartas hidrográficas para las regiones más remotas de América".
La expedición levantó mapas, compuso catálogos minerales y de flora y realizó otras investigaciones científicas. Pero no abordó simplemente cuestiones relativas a la geografía o a la historia natural. En cada escala, los miembros de la expedición establecen inmediato contacto con las autoridades locales y eventuales científicos para ampliar las tareas de investigación.
El objetivo de Malaspina era realmente ambicioso. Aspiraba a dibujar un cuadro razonado y coherente de los dominios de la monarquía española. Para ello, no sólo contaba con los trabajos de sus colaboradores, sino que también investigó en los materiales de los principales archivos y fondos de la América española. A través de sus diarios y escritos, tuvieron cabida los distintos aspectos de la realidad del imperio, desde la minería y las virtudes medicinales de las plantas hasta la cultura, y desde la población de la Patagonia hasta el comercio filipino. De esta forma culmina, siguiendo los principios de la Ilustración, la experiencia descubridora y científica de tres siglos de conocimiento del Nuevo Mundo y la tradición hispana de relaciones geográficas y cuestionarios de Indias. Y lo hacen bajo una fórmula característica del período pues, imbuido del credo cientifista y naturalista de la Ilustración, lo que hizo Malaspina en realidad fue componer una verdadera física de la Monarquía.
A su regreso, la expedición Malaspina había acumulado una cantidad ingente de material: la colección de especies botánicas y minerales, así como observaciones científicas (llegaron a trazar setenta nuevas cartas náuticas) y dibujos, croquis, bocetos y pinturas, era impresionante y, sin duda, la mayor que habrían de reunir en un solo viaje navegantes españoles en toda su historia.
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