Hay que recordar lo que fuimos para saber lo que somos

Por desgracia la Historia de nuestro país poco importa a los políticos de turno. Si permitimos esto, terminaremos sin saber qué fue España y dejaremos que el devenir de los sucesos actuales borre nuestra memoria.

jueves, 8 de julio de 2010

El Glorioso



La Carrera del Glorioso, Los Combates del Glorioso o El Viaje del Glorioso es como se conoce a una serie de cuatro enfrentamientos navales que tuvieron lugar en 1747, durante la Guerra de la Oreja de Jenkins, y en el marco de la Guerra de Sucesión Austríaca, entre el navío de línea de la Real Armada Española Glorioso, de 70 cañones, y varios escuadrones de navíos y fragatas ingleses que trataban de capturarlo.
El Glorioso, que transportaba cuatro millones de pesos de plata desde América, consiguió repeler dos ataques ingleses, uno en las costas de las Azores, y otro más frente al Cabo de Finisterre antes de desembarcar su carga en el puerto gallego de Corcubión.
Varios días después de dejar su carga a buen recaudo, mientras navegaba hacia Cádiz para acometer reparaciones, el Glorioso fue atacado sucesivamente por cuatro fragatas corsarias inglesas, y por los navíos Darmouth y Russell, cerca del Cabo de San Vicente. En el transcurso de estos dos últimos enfrentamientos, el navío español dejó fuera de combate a las 4 fragatas, e hizo estallar al navío inglés Darmouth, muriendo casi toda su tripulación. Finalmente, el navío Russell, de 92 cañones, consiguió capturar al barco español tras agotar el Glorioso toda su munición.1 Los ingleses lo condujeron entonces a Lisboa, donde el Glorioso, tras ser detenidamente inspeccionado, fue desguazado debido a los enormes daños que había sufrido. El capitán español y la tripulación superviviente fueron llevados posteriormente a Gran Bretaña en calidad de prisioneros de guerra, ganándose la admiración de sus enemigos y siendo considerados héroes en España.
Como consecuencia de estos hechos, varios oficiales británicos fueron sometidos a un consejo de guerra y expulsados de la Royal Navy por incompetencia ante el enemigo.2 3

Primer y Segundo Combate
En julio de 1747 el navío de línea español Glorioso, botado en La Habana en 1740 y comandado por el Capitán don Pedro Mesía de la Cerda, regresaba a España desde América transportando un gran cargamento de pesos de plata en cantidad aproximada de cuatro millones. El martes 25 de julio, mientras navegaba próximo a la costa de la isla de Flores, en el archipiélago de las Azores, la tripulación del Glorioso distinguió entre la niebla a un convoy de buques mercantes ingleses. Cuando a mediodía la niebla comenzó a disiparse, los españoles divisaron diez buques británicos, tres de los cuales eran buques de guerra: el navío de línea Warwick, de 60 cañones, la fragata Lark, de 40 cañones, y un bergantín de 20 cañones.
De la Cerda ordenó prepararse para el combate, pero trató de evitarlo manteniéndose a barlovento para no arriesgarse a perder la carga y la tripulación de las que era responsable. Los ingleses, tras divisar al navío español decidieron perseguirlo, y a las 21:00 horas el bergantín, mucho más veloz, dió alcance al Glorioso y colocándose de través, abrió fuego contra su popa. El capitán español ordenó entonces trasladar dos cañones de 18 libras y dos de 24 a la popa del Glorioso impidiendo así al bergantín inglés acercarse demasiado.4 Después de un errático intercambio de fuego entre ambos barcos que duró toda la noche, a las 11:00 horas del día 26 los otros dos barcos de guerra británicos se encontraban ya cerca del buque español. El bergantín se apartó entonces, momento que aprovechó de la Cerda para dar de comer a sus hombres y permitirles descansar, aunque sin abandonar sus puestos. John Crookshanks, comandante de la escolta del convoy inglés, envió al bergantín de vuelta con los mercantes para protegerlos.
A las 14:00 horas se produjo un chubasco que dejó al Glorioso sin viento, aunque curiosamente no fue así para los barcos ingleses. Crookshanks ordenó a la fragata Lark, mucho más rápida, atacar al Glorioso con la esperanza de provocarle daños que relentizaran su marcha y permitir así al navío inglés darle alcance. Sobre las 21:00 horas, siendo el combate inevitable, el capitán español dió la orden de ponerse de costado presentando la banda de estribor a la fragata inglesa. El Glorioso cañoneó entonces a la Lark con tal contundencia que provocó en el buque inglés graves daños en el casco y el aparejo. La fragata inglesa se volvió ingobernable y se hundió poco después, en mitad de la noche. A pesar de todo, gracias al sacrificio de la Lark, el Warwick tuvo tiempo de dar alcance al navío español. El capitán de la Cerda ordenó entonces virar en redondo y presentar al navío inglés la banda de estribor, tratando de llevar el enfrentamiento a corta distancia. A las 02:00 horas, en plena madrugada, el Warwick abría fuego contra el Glorioso. Tras una hora y media de combate, el navío español había conseguido derribar el mástil principal del navío inglés y provocado serias averías en su aparejo, lo que obligó al Warwick a retirarse. El Glorioso tuvo cinco muertos (entre ellos dos civiles) y 44 heridos , además de sufrir cuatro impactos de bala de cañón en su casco y daños en el aparejo. Don Pedro Mesía, preocupado por la posibilidad de que hubiese más barcos de guerra británicos en la zona, decidió no rematar al navío inglés y proseguir su marcha hacia España. Según el informe del capitán español, el Glorioso efectuó un total de 406 cañonazos de a 24, 420 de a 18, 180 de a 8 y 4.400 disparos de fusil.
Tras tener el Almirantazgo Británico noticia de este enfrentamiento, Crookshanks fue sometido a un consejo de guerra por denegación de auxilio y negligencia en combate. Declarado culpable, fue expulsado de la Royal Navy.
Después de este primer combate, el Glorioso continuó navegando hacia España. Parte de los daños sufridos pudieron ser reparados durante la travesía, pero los más graves necesitaban ser reparados en puerto. El día 14 de agosto, ya en las proximidades del Cabo de Finisterre, en Galicia, el Glorioso tropezó con el navío de línea Oxford, de 50 cañones, la fragata Shoreham, de 24 cañones, y el bergantín Falcon, de 20 cañones, pertenecientes a la escuadra de John Byng. Los británicos atacaron al navío español, pero tras tres horas de combate y pese a estar dañado, el Glorioso puso en fuga a los barcos ingleses tras provocarles graves daños. Como había sucedido anteriormente con su compañero, el capitán Callis, del navío Oxford, fue sometido a un consejo de guerra. Pero a diferencia del comodoro Crookshanks, Callis fue absuelto y restituido con honor. El Glorioso perdió su bauprés y tuvo nueve bajas, pero dos días después, el 16 de agosto, consiguió arribar al puerto de Corcubión, desembarcando allí su cargamento.

Tercer y Cuarto Combate
En Corcubión, la tripulación del Glorioso pudo llevar a cabo las reparaciones imprescindibles para mantener el barco navegable. Tras esto, el capitán de la Cerda decidió poner rumbo al Ferrol, pero vientos desfavorables dañaron la arboladura del navío y obligaron a de la Cerda a poner rumbo a Cádiz. El Glorioso trató en todo momento de mantenerse alejado de las costas portuguesas para evitar en lo posible un nuevo enfrentamiento con naves inglesas.
A pesar de todo, el 17 de octubre, el Glorioso se encontró con un grupo de cuatro fragatas corsarias británicas bajo mando del comodoro George Walker en las proximidades del Cabo de San Vicente. Este escuadrón era conocido en el Reino Unido como The Royal Family (La Familia Real) debido a los nombres de las fragatas que lo componían: King George, Prince Frederick, Princess Amelia y Duke, que en conjunto transportaban 960 hombres y 120 cañones.
Tras el avistamiento, el viento cesó quedándose los buques parados. Pero sobre las 05:00 de la mañana, comenzó a soplar viento del Noroeste reiniciándose las maniobras de combate. A las 08:00 la King George, buque insignia del grupo, consiguió aproximarse al Glorioso e iniciar un intercambio de disparos con el navío español. Con su primera salva, el Glorioso derribó el mástil principal y desmanteló dos cañones de la fragata británica, teniendo que soportar la King George tres horas de duro castigo sin apenas margen de maniobra, perdiendo a siete hombres y sufriendo numerosos heridos. La Prince Frederick consiguió entonces acercarse, pero el Glorioso consiguió guardar las distancias. Finalmente, las fragatas restantes consiguieron unirse a la batalla, a la vez que se aproximaba también el navío Dartmouth, de 50 cañones. El capitán del Dartmouth, John Hamilton, consiguió dar alcance al Glorioso. Tras un furioso intercambio de disparos con el navío español, un cañonazo hizo blanco en la santabárbara del inglés, y el Darmouth saltó por los aires y se incendió, hundiéndose rápidamente. El capitán Hamilton y toda la tripulación (más de 300 hombres), salvo un teniente y 11 marineros, murieron. Los supervivientes fueron rescatados por varios botes de la fragata Prince Frederick.
El Glorioso siguió navegando en dirección a Cádiz, pero el 18 de octubre, se unió a las tres fragatas el navío de línea Russell, de 92 cañones. Inmediatamente las tres fragatas y el navío abrieron fuego, acribillando al Glorioso con toda su artillería. A pesar de todo, el navío español consiguió resistir la embestida británica durante toda la noche del 18 al 19 de octubre. Finalmente, en la mañana del día 19, con 33 muertos y 120 heridos a bordo, a punto de hundirse y desarbolado el Glorioso, exhausta la tripulación y agotada su munición, el capitán don Pedro Mesía de la Cerda consideró la defensa ya imposible y rindió el navío.
Después de la batalla los barcos británicos navegaron hacia Lisboa, llevándose al Glorioso con ellos. El navío español fue inspeccionado con vistas a integrarlo en la Royal Navy, pero debido a los enormes daños que presentaba, fue descartado y desguazado. El comodoro Walker, comandante de las cuatro fragatas corsarias, fue severamente reprendido por uno de los propietarios de la Familia Real por arriesgar su barco contra un enemigo superior. Walker, protestó amargamente por ello.
El capitán de la Cerda y sus hombres, que habían sido trasladados a bordo del Prince Frederick y el King George, fueron llevados a Gran Bretaña y recluidos en Londres, donde fueron objeto de admiración por parte de sus enemigos. De la Cerda fue posteriormente ascendido a Jefe de Escuadra (posteriormente Teniente General de la Real Armada y virrey de Nueva Granada) por su valor en combate y la tripulación española superviviente recibió el reconocimiento merecido a su regreso a España. La defensa de el Glorioso se ganó un lugar de honor en la historia naval española.

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